«Somos así de absurdos».
Ryuko Matoi, Kill la Kill.
Ahora que ha terminado y he
podido ver todos y cada uno de los capítulos, bien capacitado estoy para decir
lo siguiente: Kill la Kill, el último anime de moda hoy en día, es uno de los peores animes si no de las
peores series que he visto jamás.
Creada por los restos del estudio Gainax y los autores de Tengen Toppa Gurren Lagann (a partir de
ahora TTGL) en una nueva compañía
llamada Trigger, Kill la Kill intenta
por todos los medios ser tan épica y exagerada como la producción de 2007 pero
fracasa estrepitosamente en todo lo que la hizo tan especial a ojos de sus
espectadores. Al igual que Zombie Simpsons con respecto a Los Simpson,
Kill la Kill parte de las mismas
ideas, conceptos y subversiones de género de TTGL reciclando las primeras, forzando los segundos y referenciando
si no revirtiendo los terceros en un apabullante coctel de fracasos tras
fracasos, una versión quiero y no puedo del potente anime de mechas que marcó
un antes y un después en dicho género. Tan duramente intenta ser la nueva TTGL que se fuerza a «ser random» y a
meter tetas más infladas que la barriga de Carpanta (esa referencia loca no
se la esperaban, ¿eh?) en un patético intento de convertirse en una fuente
de memes destinados a satisfacer al más bajo común denominador de los fans del
anime… y en promover la creación de toda una industria destinada a la creación
de cosplays ligeritos de tela para las más guarrillas de la Japan toda
respetable fan de la serie.
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Habrá quien se excite con esto, pero yo sólo puedo imaginarme cómo le habría quedado a esta chica si no se hubiese depilado PARA LA FOTO. |
¿Pero de qué va esta oda a la sobrevaloración que más temprano que tarde
acabará pasando de moda? En un lejano futuro, una chavalina
grosera, mal encarada y muy marimacho llamada Ryuko Matoi ingresa en la Academia Honnouji, un
baluarte dominado por la tiránica Satsuki Kiryuin, heredera de un poder
político y una fortuna aparentemente infinitos que gobierna con mano de hierro
no sólo dicha academia sino toda la región en la que se asienta. El motivo de
Ryuko es buscar venganza por la muerte de su padre, Isshin Matoi, y Satsuki
puede ser la pista clave que le lleve hasta el asesino si es que no lo es ella.
Sin embargo, las infracciones de la recién llegada desafían el gobierno
despótico de la estudiante y rápidamente se forja una tremenda enemistad entre
ambas, pero será Satsuki, con su tremenda fuerza física, la que derrote a Ryuko
hasta que ésta se encuentra con Senketsu, un uniforme de colegiala que tiene
vida propia y es capaz de transformarla en una especie de magical girl con un poder lo suficientemente grande como para
devolverle el golpe a su rival, quien pone un precio a su cabeza.
Es entonces cuando la trama de la serie se detiene durante dieciséis
repetitivos capítulos que bien se pueden resumir en «la nena busca bronca en el
cole», pues no van más allá de o bien Ryuko metiéndose en líos con los
presidentes de cada club estudiantil (algo así como los gobernantes de varias
de las áreas de la academia y sus miembros más poderosos) o bien con
los problemas llegando solos a ella, pero realmente da igual, pues el
esquema viene siendo el mismo durante más de la mitad de la serie sin conseguirse nada a cambio.
Una vez llegados al decimoséptimo episodio, es hora de repentino pero
esta vez predecible giro de tuerca que PARA NADA está sacado de TTGL. ¿Están atentos? Porque esto les
puede dejar TIESOS: la malvada, tiránica y despótica Satsuki Kyurin, que domina
una parte del mundo con un poder absoluto en poco menos que un régimen
totalitario, es en realidad una antiheroína destinada a luchar contra una
amenaza mayor aun a riesgo de convertirse en el mismo monstruo al que está frenando por todos los medios, en este caso su madre, Ragyo Kyurin.
Quien haya visto TTGL será
consciente que ocurrió justo lo mismo en su momento, que a la mitad de la serie
se revela que el tiránico Rey Espiral es en realidad una figura trágica que
está salvando al mundo de la amenaza de los Antiespirales utilizando los mismos
métodos de éstos. Pero después de meditarlo, he llegado a la conclusión de
que, a pesar de que sea una copia, es imposible que sean más diferentes de lo que
en realidad son, pues si bien el Rey Espiral resultó ser un «héroe» a la par
que un villano trágico, Satsuki Kyurin sigue siendo una asesina despótica y
cruel por muy buenas que fuesen sus intenciones. Y la diferencia reside en que,
mientras que en el primero existía un sentimiento que acompañaba al personaje,
un algo que te hacía pensar en el sacrificio que estaba cometiendo a pesar de sus malas acciones, el caso de
Satsuki está «muerto» por así decirlo, está vacío de un sentimiento de
responsabilidad o de sacrificio, algo que bajo ningún concepto debería ocurrir
porque ella no sólo está convirtiéndose en el monstruo contra el que está
luchando sino también porque dicho monstruo ES SU PROPIA MADRE. Pero si por algo se
caracteriza Kill la Kill es en que no
hay cabida para los sentimientos o la reflexión.
Una vez que Ragyo Kyurin se revela como el final boss de la serie, considero ahora un buen momento para hablar
de uno de los aspectos principales pero a la vez más negativos de esta serie, los
poderes. En Kill la Kill toda fuente
de poder radica en el hecho de llevar ropa, pues sostiene que la ropa es una
entidad alienígena llamada Biofibra que permite evolucionar a sus huéspedes
para extender el crecimiento de ésta mediante la industria textil y luego
parasitar el mundo a lo Lavos, reventando el planeta literalmente
para expandir sus semillas por el universo y repetir el proceso en el siguiente
planeta habitado.
Sin meterme en si el planteamiento en sí es bueno o malo (aunque eso no
quita que sea manido), digo que es uno de los problemas principales de la serie
por su ejecución, y es que la premisa de tener tal o cual poder según la prenda
especial que se lleve se convierte en una excusa, en una gimmick, para hacer tres cosas con ella: mostrar una colección
temática de poderes lo más genérica posible (si alguien lleva ropa de boxeo,
sus poderes tendrán temática boxeadora; si alguien viste de tenis, su poder
radica en raquetas y bolas mágicas; si es de música, orquestal; etc.), en
reciclar el estilo de combates de mechas ultraexagerados a lo TTGL en el caso de las protagonistas Ryuko y Satsuki y en intentar ser la mayor fuente de fanservice
de toda la serie desde utilizarla para mostrar la desnudez completa o parcial hasta varios
personajes llevando el mismo atuendo mágico por ver cómo les queda y cómo lo
utilizarían pasando por la típica exageración de culos y tetas que harán las
delicias onanistas de más de uno cuando se olvide de que están viendo un puto dibujo
animado.
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¡Menos mal que los de Trigger decidieron vestir a las tres protagonistas con el mismo uniforme para que no tengamos que imaginarnos cómo les quedarían! ¿Os imagináis? Habríamos tenido que PENSAR :S |
Como iba diciendo, una vez que Ragyo se convierte en la villana real de
la serie, comienza una guerra a gran escala por todo el mundo entre lo que
queda de Jonnouji y la biofibra que se resume en combates que intentan ser
épicos y exagerados como aquellos de su antecesora pero que al final resultan
cargantes y aburridos con cortes de «“humor” random» aquí y allá entre medias.
Pero como eso no funciona, sus creadores nos meten una nueva batería de plot
twists por si alguien con más de una neurona funcional decide interesarse: Nui
Harime, la irritante e infantiloide ayudante de Ragyo, es la asesina del padre
de Ryuko; Ryuko y Satsuki son en realidad hermanas e hijas de Ragyo, Isshin fue
en realidad el marido de Ragyo y la abandonó para huir y criar a salvo a Ryuko
y Ryuko es un híbrido entre humano y biofibra de nacimiento. Como ven, estoy
metiendo spoilers A MALA LECHE porque de esta forma confío en que a alguien con
esto ya se le quitarán las ganas de verlo con la sorpresa chafada o al menos no
lo verán con gusto.
Tras una serie de combates a lo Dragon Ball Z (o sea, peleas que duran
entre cuatro y seis capítulos) en los que no se llega a ninguna parte, la trama
decide avanzar por fin después de tanto relleno hasta el combate final contra Ragyo y el ovillo original
de biofibra, ambos son derrotados y el mundo se salva porque a los guionistas no se les ocurrió mejor forma de acabarlo todo que traicionando todos los elementos de la trama que se han establecido
más unos cuántos deus ex machina salidos de la nada para terminar la serie a la desesperada. Senketsu muere, nadie aprende nada y la serie termina con todos los
personajes abrazados desnuditos. PORQUE SÍ.
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Sabes que tu carrera como conquistadora de universos está acabada cuando tu último recurso es un cosplay del mago blanco de Final Fantasy. |
Al igual que ocurrió con la película de Ángeles y Demonios, de la que ya hablé en su momento, su argumento brilla por
su ausencia y depende exclusivamente de giros de guion y de personajes «más
molones que el resto» porque carece de toda competencia a la hora de narrar una
historia interesante, no ya buena ni compleja sino interesante, algo capaz de
unir y justificar las escenas de acción o «humor» cuando ocurren.
Por otra parte, al contrario que la chapuza de Ron Howard, Kill la Kill se caracteriza por enormes
cantidades de fanservice. ENORMES. Pero
por desgracia, en vez de ser un fanservice que está para ser gracioso o
funcionar como el elemento superfluo para divertir o atraer a una audiencia
que es, el «fanservice» de Kill la Kill
se caracteriza por forzar a la desnudez a todos los personajes varias veces sin
apenas justificación alguna, poniendo de excusa principal que la ropa es mala y
tal. Todo esto sin contar, claro, la presencia del personaje Akiguro Mikisugi,
un ser que tiene de guiño a TTGL lo que un ladrón robándote la cartera para
decir que el móvil te lo toma prestado.
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Para uno de estos dos personajes la desnudez es una forma de libertad, para el otro una pobre excusa para que un macizo enseñe pectorales. |
Aparte de esto, las situaciones de «humor» (y como verán, siempre lo he
puesto entre comillas) también son forzadas al extremo, prefiriendo ser un
pocho «"humor" random» destinado a crear memes artificialmente en internet a ser ocurrentes o simplemente suceder de
forma natural. Y no hay mayor exponente en este tipo de «humor» que tan
desesperadamente intenta ser aleatorio y «bizarro» (en el sentido que le
imprime el tontaco del Thous Carapollen, no su definición original) que el personaje de Mako
Mankanshoku: una cría histriónica que habla a gritos atropelladamente, comete
varios non-sequitur cada dos frases y hace artificiales poses y aspavientos
cada vez que abre la boca en un intento de despertar comentarios de tipo «jajajaj
la tia como mola ke crak k random es xD» en los miembros más simiescos de la
audiencia.
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«RYUMAKO CONFIRMADO :D». En serio, ¿a quién leches le importa? |
«¡Pero si en TTGL también
había mucho fanservice y era una serie también mazo de random!», oigo exclamar
a uno de sus fanáticos. Sí, ¿pero quieren saber por qué TTGL se convirtió en un auténtico fenómeno internetero entre otras
cosas? Pues en primer lugar a que nunca hubo ningún precedente de una serie tan
exagerada y épica pero a pesar de todo graciosa e interesante de ver, y en
segundo lugar a su TREMENDA naturalidad. Todo, absolutamente todo, en TTGL estaba orquestado con la mayor de
las naturalidades; quería ser bruta y exagerada por ser bruta y exagerada, y
fue dicha naturalidad la que le permitió conseguir su puesto en la historia del
manga y el anime. Sin embargo, Kill la
Kill no es nada de eso: intenta ser bruta y exagerada para convertirse en
un fenómeno internetero, en un forced meme
que los llaman, porque tiene la creencia de que «si esa bastedad gustó a la
gente en el pasado, entonces tiene que gustar ahora también, así que vamos a
ser todavía MÁS BRUTOS, MÁS ÉPICOS, MÁS ALEATORIOS y con MÁS FANSERVICE»,
olvidándose de que para ser bruto, épico o aleatorio sólo hace falta ser bruto,
épico o aleatorio, es decir, SER UNO MISMO. La brutez forzada se convierte en
camelo, la falsa epicidad en monotonía, el fanservice burdo interfiere con
la historia y la aleatoriedad pretendida no es aleatoriedad.
A título personal, realmente me parece una lástima que hayan sido los
creadores de TTGL los mismos que han
perpetrado la bazofia que es Kill la Kill,
no porque haya sido un intento de copiar la fórmula del éxito de su antecesora,
pues Kill la Kill sigue siendo una
serie pésima sin necesidad de compararla con nada, sino porque parece mentira,
porque menoscaba la valía de los autores de TTGL
haciendo creer que esta idea tan locamente brillante surgió no de unas cabezas
que entendían el humor y la epicidad sino que apareció de casualidad y que
puede que a esta gente ya no se le vuelva a ocurrir nada novedoso o bueno porque no lo entendieron. Lo
mismo sucedió con Richard Kelly, director al mismo tiempo de Donnie Darko y Southland Tales.
Por todos estos motivos y más, puedo decir que por mucho bombo que se le esté
dando ahora a Kill la Kill, nadie
acabará acordándose de ella ni de sus ridículos personajes pasado un tiempo, el
mismo destino de todas las modas absurdas que surgen sólo para tener quince minutos de fama en internet. Y si
alguien quiere epicidad por un tubo narrada consistentemente a través de
personajes legítimamente carismáticos, le sugiero que se vea Tengen Toppa Gurren Lagann, incluso
aunque ya la haya visto, pues es un anime que todo lo que hizo lo ha hecho
bien, y que dejen esta patraña para los que se conforman con cualquier mierda que les echen, porque eso es Kill la Kill, una mierda infecta forzada con chistes intragables, personajes desdibujados que rozan el retraso mental y una acción cansina destinada al olvido desde ya.
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«Y ahora les dejamos con lo que todos estaban esperando, ¡desnudos integrales!». |