sábado, 10 de octubre de 2015

«Mi nombre es Bond, James Bond»: repaso a toda una filmografía (PRIMERA PARTE).

«¿Saben lo que me gusta de ustedes los ingleses? Octopussy. Debo de haber visto esa película… dos veces».
Homer Simpson, Los Simpson.


   ¡Eso es, gentuza, sigo vivo! Sigo vivo, sano, salvo y con una entrada más en este blog que tengo abandonado por proyectos personales en los que llevo unos cuantos años trabajando y que por fin he terminado. Y como dicho proyecto ya está terminado, he decidido volver a escribir aquí mientras preparo el siguiente. Pero no teman, pues esta vez vengo con un tocho bien generoso para compensar mi ausencia todos estos meses. Tanto es así, que he decidido dividirlo en dos partes para que sea más accesible y rellene el contador de entradas.

   Y como ustedes, queridos lectores, intuyo que son inteligentes (a no ser que hayan venido aquí por ver si pueden apretar los puñitos de indignación ante mis opiniones), podrán imaginar de qué voy a hablar esta vez. Y si no, el amigo Nolan os lo explica, sobre todo a los de los puñitos, que necesitan ayuda extra para comprender la palabra escrita:

«La entrada del blog va sobre las películas de James Bond. ¿Y por qué se puede saber? Porque lo pone en el título, que va sobre las películas de James Bond. Y de ahí se sabe que la entrada trata sobre las películas de James Bond, porque lo pone en el título. Y James Bond es…»


   Gracias, Nolan. Toma el bocata de choped que te prometí, ya puedes largarte. En cuanto a los demás, como habrán podido imaginar, voy a hablar de las películas de James Bond. ¿Literalmente todas las de James Bond? No, hombre, no, las de Eon Films, se sobreentiende. Vamos, las canónicas de toda la vida.

   «¡Entonces eres un poser de mierda porque la primera película de James Bond es Casino Royale de 1954 pero te vas directamente a las de Eon por ser las famosas! ¡Youtuber! ¡Vendido!», me dirán los puristas (en realidad no porque esta entrada no la va a leer ni Dios) pero qué quieren que les diga, soy el mismo desgraciado que osa hablar mal de Kill la Kill y la mierda esa de La Lego Película. Y porque todavía le queda mucho a la bazofia de Dragon Ball Super para que se acabe, pero yo ya digo que reseña caerá. ¡Al blog se viene a lo que se viene!

   ¿Pero quién es James Bond aparte de uno de los mayores símbolos de la cultura pop? Probablemente un donnadie. Originario de las novelas del escritor, periodista, comandante de la Armada Inglesa, Caballero de la Reina y buen tipo en general Ian Fleming, este espía inglés no tardó en dar el salto a la gran pantalla y en convertirse en uno de los símbolos de Inglaterra, siendo interpretado por varios actores y teniendo un legado que crece incluso a día de hoy, con sus fluctuaciones en estilo, su evolución en el tiempo, sus bombásticas cabeceras, los villanos que parecen sacados de un dibujo animado, el machismo recalcitrante, las coletillas célebres… ¿Y qué mejor para hablar de ello que haciendo una mini reseña de cada una de sus películas principales?

Pues eso.

El tipo de la portada se parece a mí cuando era pequeño. Esa es toda la información que necesito saber.


   La carrera cinematográfica de James Bond se inicia en 1962 de la mano del perfectérrimo ser de luz que es Sean Connery con James Bond contra el Doctor No. Y déjenme decirles que SE NOTA que es la primera etapa de toda la serie: sin cabeceras bombásticas ni inventos, esta película nos presenta al Bond más carismático desde su primerísima escena, en la que dice la famosa «me llamo Bond, James Bond», pero al mismo tiempo carece de una trama definida, con un metraje que nos recuerda más a una película de detectives más que el gigante cultural que es hoy en día.

   El Bond de Connery empieza como un hombrecillo espabilado que desconfía hasta de su propia sombra, un tipo duro y galán (en términos de la época, claro, es decir, un machista recalcitrante). Pero como digo, hasta la mitad de la película la trama tal cual no empieza y tenemos a un Bond yendo de escena en escena como un pollo descabezado sobreviviendo a atentados contra su vida hasta que se enfrenta al epónimo Doctor No, el primer supervillano de la saga… y un señor del que si el Doctor Maligno de la saga Austin Powers está basado en Blofeld, el propio Doctor No recuerda más al propio Doctor Maligno que el propio Blofeld en chuminadas como dar alojamiento y cena a tu enemigo, intentar asesinarlo de una forma lenta y exótica y amenazando al mundo con hacer estallar un pepino nuclear nucelar. Pero bueno, es algo básico para ser los comienzos de la saga.

   Desde Rusia con Amor, sin embargo, decide entrar ya de lleno en el género de los espías. Comienzan a aparecer los primeros inventos y toda la película es una trama sobre tres agencias de inteligencia y el grupo terrorista SPECTRA pugnando por conseguir un desencriptador de códigos. Paisajes que serán tan constantes en la saga Bond como Estambul son los grandes protagonistas, aunque esta vez como un sentido más «de guía de viajes» que de otra cosa, destacando, por ejemplo el último tercio de la película, que se desarrolla en el famosísimo Orient Express.

   Desde Rusia con Amor es una película muy especial para la era de Connery porque significa la búsqueda identitaria de una saga que busca crecer. Sí, es raro ver a un Bond infinitamente más confiado y vulnerable que aquel duro detective hecho de pura determinación en la película anterior, pero al mismo tiempo lo compensa expandiendo su universo enormemente, empezando, cómo no, por la primera aparición de SPECTRA y su líder Ernst Stavro Blofeld en una de sus, por desgracia, apariciones más estelares. ¿Que por qué digo «por desgracia»? Sigan leyendo.

   La búsqueda por la identidad de la saga terminará con Goldfinger, una de sus mejores películas incluso a día de hoy. La franquicia de James Bond encontrará la comodidad en una mezcla entre el género del espionaje y el surrealismo de luchar contra supervillanos. Irónicamente, así es como empezará la costumbre formulaica de la serie, que poco variará en su esquema narrativo (con excepciones, sí, PERO).

   Por desgracia, Goldfinger nos presenta a uno de los pocos (si no, casi el único) supervillanos verdaderamente inteligentes y competentes de la saga, Auric GoldfingNO, NOLAN, ESTATE QUIETO.

   Auric Goldfinger es EL villano Bond por excelencia, y el primero, tal vez el único, que logra derrotarle completamente. James Bond en esta película es un pelele que no logra hacer nada y solo consigue salvar el día porque consigue seducir a la secuaz femenina de este para que se apiade de él. Pero no solamente es eso, sino que la famosa escena del láser en la entrepierna se resuelve porque el propio Goldfinger es lo suficientemente resabiado como para darse cuenta de que le conviene más tener a Bond capturado con el fin de que el MI6 no mande a un espía mucho más capaz a que arruine sus planes desde donde menos se lo espere. Bond vuelve a visitar la mansión de un supervillano, sí, pero esta vez como prisionero, no como invitado. ¿Me oyes, Doctor No? ¡Así SÍ es como se hace!

«Mujeres, ¿eh? Si es que…».


   Por desgracia, Goldfinger, a pesar de lo absurdo que es en concepto como personaje, era demasiado realista e inteligente dentro de los estándares del mundo real y a partir de ahí la gran mayoría de los supervillanos acabaron teniendo el intelecto criminal de un niño de tres años. Y no hay mayor ejemplo para ello que su siguiente película…

   Operación Trueno es, a falta de un término mejor, anodina. Es TAN anodina, TAN vacua, que realmente no puedo decir nada de ella. Es una de esas películas tan poco memorables que la ves y cuando terminas ya te has olvidado de que lo has hecho. Básicamente, va de que otro de los sicarios de Blofeld roba un arma nuclear para amenazar al mundo… pero esta vez en Florida. Oh, y Bond se entera de casualidad porque RESULTA que estaba JUSTO en el lugar adecuado en el momento apropiado para toparse con el inicio de la conspiración mientras estaba de vacaciones.
 
   Y ya. Es que no puedo decir más. Bond hace lo mismo que en Doctor No pero en otro sitio y de una forma tan insustancial que literalmente no puedo seguir hablando de ella. ¿Y el villano, Emilio Largo, el señor del parche? Pues uno con un parche al que le gustan el submarinismo y los tiburones. Para de contar. Siguiente película.

   Tras el BODRIO de Operación Trueno llega Solo se vive dos veces, tal vez una de las películas más recordadas de la franquicia y un nuevo antes y después para Bond. Basada en el libro homónimo pero cambiando la continuidad, James Bond viaja a Japón tras la desaparición de un transbordador espacial estadounidense. Obviamente, y en plena Guerra Fría, el bloque americano culpa a los rusos y esto genera unas tensiones que podrían desembocar en la Tercera Guerra Mundial.

   Como ven, el tema de salvar el mundo entra en la ecuación de Bond y con un riesgo tan notable como verdadero en la época. La SPECTRA de Blofeld se revela a su vez como un verdadero conglomerado de supervillanos con recursos prácticamente ilimitados cuyos planes siguen la Teoría del Tercer Pez, el miedo a que, en caso de haber una guerra real entre la Unión Soviética y Estados Unidos, aparezca de la nada un tercer bloque que remate al debilitado ganador y domine el mundo. Y repito: aprovechen, que a partir de aquí SPECTRA irá cuesta abajo y sin frenos.

   Pero no todo es villanía pura, sino que el universo se expande con nuevas centrales de inteligencia y aliados con los que por desgracia no se hará nada; algunos de los inventos más queridos y recordados, así como el primer cara a cara de Bond y Blofeld.

   Por desgracia, la película también abusa de mucho relleno: en pleno boom de la cultura oriental, Solo se vive dos veces se toma su tiempo para disfrutarla olvidándose de que se trata de una película de James Bond, no un documental sobre la vida tradicional japonesa. Bond mismamente se casa porque sí y se convierte en un ninja. DATTEBAYO!!! ¡VAYA QUE SÍ! ¿De qué le sirve todo esto? Para la trama y la continuidad de la serie no, desde luego. ¿Pero y de lo que va a fardar qué?

La cara de Bond no solo es un poema haiku, sino que resume también la reacción de la audiencia.


   Con estas llegamos a Al Servicio Secreto de Su Majestad, la única película de George Lazenby y el primer gran cambio de actores para el papel de James Bond. Y debo romper una lanza a favor de la que tal vez sea la película de James Bond más denostada por cambiar la fórmula por completo. ¿Saben por qué? Porque al menos intentó innovar y darle tridimensionalidad a un personaje de cartón piedra. No me entiendan mal, el Bond de Connery es soberbiamente extraordinario, pero ha envejecido increíblemente mal y se ha quedado demasiado estancado para una cultura en plena ebullición ya a finales de los 60 y principios de los 70.

   ¿Cuál es el crimen que cometió este Bond para ser tan odiado? Casarse. Pero esta vez de verdad. A ver, canónicamente y siguiendo la serie literaria original, esta sería su primera boda con la de la japonesa sin nombre ni personalidad siendo la segunda, pero en el universo cinematográfico le dieron la vuelta, uno de los motivos por los que el plan no funcionó. La idea era crear un Bond más humano y realista centrándose en una historia de amor que empieza con un matrimonio por conveniencia y que acaba en un sentimiento real.

   Es más, la trama Bond del supervillano de turno haciendo cosas malas está metida con calzador y es un auténtico descarrilamiento, porque teniendo el espía que casarse con la hija de un mafioso a cambio de información sobre SPECTRA y Blofeld, podríamos esperar un villano relacionado con el mundillo de la mafia; tal vez un líder rival, una guerra entre mafias… Una historia acorde con el argumento principal. Pero no, es Blofeld otra vez, esta vez exigiendo inmunidad diplomática. Porque sí. Porque se aburre el hombre.

   El plan de marras consiste en inventarse un árbol genealógico que le enlaza con algún miembro lejano de una familia real europea para conseguir los privilegios de la inmunidad y salir a la calle sin que le detengan. Sí, como lo leen. ¿La amenaza terrorista en caso de que las Naciones Unidas no acepten? Liberar un virus que acabará con todas las cosechas del mundo. ¿Y dónde está ubicado tan terrible virus? En los cuerpos de un puñado de supermodelos que estaban allí de vacaciones. SÍ, COMO LO LEEN. Oh, y aunque el proceso sea una farsa todo tiene que ser hecho de forma oficial por medio de un genealogista real. Y no puede ser por uno que haya comprado Blofeld por motivos.

   No creo que me haga falta explicar los motivos por los que este plan sea el más jodidamente LUNÁTICO de todos los llevados a cabo por un villano de James Bond, y eso incluye los planes de Hugo Drax de resetear la humanidad desde el espacio y el de Stromberg de sumergir la Tierra e irse a vivir a una Atlántida creada por él mismo. ¡UNA JODIDA ATLÁNTIDA! Pero incluso aunque no lo necesite, me cabrea tanto que me veo obligado a soltar mil maldiciones mientras señalo por qué es el puto PEOR PLAN DE LA HISTORIA DE LA FICCIÓN.

   Porque claro, ¿por qué molestarse uno en ocultar cápsulas del virus en campos de cultivo? ¿Por qué no tener una flota de aviones que rocíen los campos? ¿Por qué no lanzar directamente una bomba vírica? No sé… CUALQUIER COSA MENOS INOCULÁRSELO A DOCE MODELOS. O sea, ¿cuál es el plan a partir de aquí? ¿Que pase el virus de persona a persona hasta que finalmente, EVENTUALMENTE, alcance los campos de cultivo DE TODO EL PLANETA? Porque claro, todos sabemos que las esferas en las que se codean las supermodelos son las mismas en las que puede entrar un pobre labriego. ¿Y qué es eso de tener que hacer un proceso oficial para confirmar una genealogía falsa a cambio de inmunidad? ¡Tienes un virus que destruye las cosechas de todo el planeta! ¡¡¡Amenaza a la ONU con ello y ya verás cómo acceden!!! O ya sé, ¡compra la voluntad de un genealogista en vez de contratar tú a uno de forma casi aleatoria y sin saber nada de tu plan? ¿Sabes por qué? Porque uno: si encuentra contradicciones no te va a regalar una inmunidad. Y dos: PORQUE PODRÍA SER UN PUTO ESPÍA CON LA MISIÓN DE MATARTE COMO HA ACABADO SIENDO.



   Y sin embargo, SIN EMBARGO, el motivo por el que el público odia esta película es por el romance en pos de un protagonista que evolucione como todos los buenos personajes en ficción. ¿Qué es lo que le pasa a la gente? ¿Desde cuándo un romance que solo va a ocupar una única película de seis que hay con esta es peor que una subtrama sobre un Blofeld que ha llegado a la autoparodia de sí mismo con un plan tan vergonzoso e insultante que no lo querrían ni en una serie de dibujos animados de tercera? Sinceramente, y aunque ninguno de los responsables pueda leerme aunque me dirija a ellos, sois LO PEOR. Y CON RAZÓN nos castigó a todos la vida con el Bond de Roger Moore.

   Felicidades: encasillar a un personaje hasta el punto de la parodia solo porque no os gusta que evolucione es lo que habéis conseguido. Solo nos ha costado la muerte de una chica Bond que podría haber dado mucho de sí para hacer inútil toda esta trama desde el principio y la aparición del peor James Bond de todos los tiempos con Roger Moore.


  
   ¿Pero qué es lo que ha pasado exactamente con Blofeld para que se convierta en uno de los villanos más patéticos de toda la ficción? Pues bien, esa respuesta la tiene Diamantes para la Eternidad. Oh, Dios, por dónde empezar…

   Qué tal diciendo que Diamantes es la continuación de la pendiente resbaladiza que seguirá SPECTRA hasta convertirse en una parodia de sí misma y una de las mayores vergüenzas de la saga Bond. ¿Por qué? Porque debido a problemas legales con el creador del personaje de Blofeld, su contraparte en las películas irá teniendo un peso cada vez menor y sus planes se volverán tan ridículos para eliminar precisamente la leyenda que sus apariciones anteriores habían traído consigo. SPECTRA ya no existe tal cual, y el gran plan de no-Blofeld consiste esta vez en robar la identidad de un magnate de Las Vegas para traficar diamantes con los que crear un satélite que lanza rayos «lá-ser» llamado The Allan Parsons Project.

   ¿Tiene algún sentido? No.

   ¿Es algo que cualquier otro de sus lacayos podría haber hecho sin necesidad de mojarse él? Por supuesto.

   Diamantes nos trajo la última aparición de Sean Connery en un patético intento de atraer a las audiencias que tan angustiadas estaban con un James Bond que se casaba recuperando al Bond carismático y machista. Para acentuarlo, también nos presenta a Tiffany Case, quien tal vez sea una de las chicas Bond más INÚTILES de todos los tiempos, probablemente la que más. ¿El resultado? Lo que viene a ser la demostración del rápido estancamiento de la saga con el tiempo. ¿Y qué es lo que se hace para continuar con una franquicia que está envejeciendo mal? ¡Cambiar de personaje! ¡Otra vez!

   De esta forma tan accidentada llegamos a la etapa de Roger Moore, el peor de todos los James Bond y uno de los más conocidos. Esta vez la franquicia, siendo consciente de lo ridículas que son sus ideas, decide aprovechar dicha característica para escribir las historias más marcianas y absurdas que jamás hayan estado asociadas con el héroe británico. Y eso ya es decir.

   La etapa de la desdicha arranca con Vive y deja morir en pleno 1973 y lo único que tiene de rescatable es el TEMAZO Live and let die de Paul McCartney.

   Siendo un pobre intento de ordeñar la moda setentera del cine de explotación, Vive se sumerge en el género de la blaxploitation para ponernos a James Bond contra toda la raza negra (¡COMO LO LEEN!), representada por un culto vudú que vende droga, controlan tanto el Bronx como Nueva Orleans, sacrifican vírgenes y, si me apuran, aporrean gatitos. Desvergonzada, patética y esquizofrénica, intenta mezclar elementos mágicos con humor con una tensión forzada cada vez que alguien de raza negra hace algo en un intento por provocar el asco para al final no saber qué hacer con nada.

thank mr.skeltal


   Posterior a esta, aparece El Hombre de la Pistola de Oro, una de las pocas películas del Bond de Moore que se salva de la pira en parte por la magnífica actuación de Christopher Lee en el papel de Francisco Scaramanga, un interesantísimo rival para Bond (y uno de mis villanos Bond favoritos, todo hay que decirlo) con sus mismas habilidades, un contrapunto que nos lleva a pensar que esto es en lo que se habría convertido Bond si hubiese decidido ser un villano.

   El Hombre, sin embargo, adolece de los típicos problemas de la etapa de Moore empezando por que Scaramanga tiene un papel tangencial como villano en todo esto y porque la película abusa de intentos de demostrarle a todo el mundo lo autoconsciente que es, buscando todo tipo de excusas para ponerse en ridículo. Y te miro a ti, escena de la persecución por Tailandia. No te creas que porque hiciste gracia en Vive y deja morir vas a volver a lograrlo reciclando exactamente lo mismo en una localización distinta.

   Y de uno de los puntos álgidos del Bond de Moore pasamos al fondo del barril con La Espía que me amó, otra película tan horriblemente anodina de la que solo pueden recordarse dos cosas: ser la primera aparición de Tiburón, el poderoso e invencible matón de la mandíbula de acero, y el plan del villano de turno, Stromberg, de inundar la Tierra e irse a vivir a su Atlántida privada. ¿Por qué? Yo qué sé, porque es malo, porque le acusaron de tocarle el culo a una niñera cuando en realidad iba a despegarle un caramelo… Si la película no se molesta en buscarle un motivo, no voy a explicarlo yo.

[Introducir aquí chiste facilongo]


   Después llega Moonraker, tal vez la película de Bond más infame y más desvergonzada al intentar ordeñar la moda que originó el estreno de La Guerra de las Galaxias dos años atrás, allá por 1977. Simplemente, recicla la trama de La Espía que me amó, con el obeso multimillonario Hugo Drax que, a pesar de tener un poder económico como para diseñar un programa espacial privado funcional y comprar la Torre Eiffel, decide gastarlo todo en intentar erradicar a la humanidad de la faz de la Tierra con un supervirus para repoblarla desde una colonia espacial sin darse cuenta de que la escasez de seres humanos en la colonia podría llevar a la endogamia y viciar genéticamente la descendencia de los supervivientes antes de tocar suelo otra vez. Aunque claro, para llevar a cabo un plan como este no descarto tampoco que uno de los requisitos mínimos sea que tus padres sean hermanos y tus abuelos primos.

   Por suerte, después de tan vertiginoso descenso, la montaña rusa vuelve a subir con Solo para sus ojos, una de mis películas Bond favoritas que vuelve a los orígenes más puros del género de espías. Aquí no hay supervillanos ni conspiraciones locas, sino que se trata de agencias de inteligencia contra agencias de inteligencia. ¡Y funciona!

   Solo para sus ojos es un excelente descanso después de tanto villano bombástico y tanta rimbombancia con demostrar lo autoconscientes que son las películas de Moore: se toma en serio sin pasarse, es realista, genuinamente entretenida, y dedicar gran parte de su acción a un solo sitio (Grecia) ayuda a la propia trama a centrarse en lugar de querer viajar por todo el mundo por el mero hecho de que puede. Asimismo, esta fue la película que acabó definitivamente con la saga de Blofeld al darle Bond matarile por fin de una forma tan necesaria como poco ceremoniosa; en pocas palabras, una eutanasia.

   No obstante, el ascenso no dura mucho y volvemos a caer hasta la más absoluta mediocridad con Octopussy, de nuevo, otra película de la que realmente no hay nada que sacar más allá de que si esta fuera española al personaje de Octopussy le habrían caído collejas por todas partes por llamarse «Pulpiña» o peor aún «Octocoñito».

   Por último, y terminando casi en un acto de misericordia la pesadillesca era de Moore, tenemos Panorama para matar, otra película de relleno en la que el mejor agente secreto de toda Inglaterra es enviado para investigar si un ricacho está dopando a sus caballos y se topa sin querer con un complot de dicho villano para provocar un terremoto en Silicon Valley el Valle de la Silicona. Ah, y resulta que el malo es una especie de superhombre nazi creado genéticamente à la Liquid Snake con el mismo tono de rubio y al que le acompaña en todo momento una negra guardaespaldas halterofílica. Total, para lo que me queda en este convento...

Silicon Valley en toda su gloria según el traductor de Panorama para Matar.


   Y hasta aquí puedo escribir. Bueno, en realidad no porque la entrada ya está escrita del todo, lo que pasa es que soy un vago. Pero no olviden volver la semana que viene para la continuación de esta entrada retomando este repaso por la franquicia cinemática Bond desde el guapísimo Timothy Dalton hasta el controvertido Daniel Craig.


   The Friki Cabreado will return in «Mi nombre es Bond, James Bond»: repaso a toda una filmografía (SEGUNDA PARTE).



   A quién pretendo engañar, si no va a venir nadie...

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