viernes, 30 de diciembre de 2016

El anime de Ace Attorney: culpable de incompetencia en primer grado.

«¡Protesto! ¡Esto es... protestable!».
Miles Edgworth.

   Como si de un tipo molón de herpes se tratara, aquí vuelve Reflexiones de un Friki Cabreado tras un largo hiato periodo de vagueza extrema dispuesto a crear pústulas e incomodidades entre en el gentío. Y la ocasión no es para menos, ya que, siendo estas fechas tan especiales de consumismo y familiares odiosos, ¿qué mejor manera de terminar el año con unas últimas gotas de bilis antes de recibir un 2017 que sin duda será mucho peor y más vergonzoso que el presente 2016?

   Y aparte, porque no quisiera llegar al próximo enero sin DENUNCIAR y nunca mejor dicho el que puede perfectamente ser el no solo el peor anime de esta temporada, sino el más vil, rastrero, ofensivo y traicionero incluso por encima de la chapuza de pseudo-CGI malogrado quiero-y-no-puedo de Berserk: Gyakuten Saiban: Sono «Shinjitsu», Igiari!.

   ¡Vamos, el anime de Ace Attorney!

   El anime de Ace Attorney no es ya una pésima adaptación en serie de los videojuegos del director japonés Shu Takumi, sino una serie ridícula e infantil que sufre un serio trastorno de identidad que en sus peores momentos es tan irritante como crispante y que, como mucho, en los mejores no pasa de mediocre. Todos los pasos dados a la hora de desarrollar la historia están mal; los personajes carecen de caracterización alguna, la tensión es inexistente e incluso el propio Phoenix Wright parece ser un secundario dentro de su propia serie, lo que denota que este anime, en cuestión de valor como una obra derivada de una franquicia, no es más que un rápido ordeñe por parte de gente que sabe de la saga Phoenix Wright lo que malamente les saldrá en alguna Wikia chusquera y no por haberlos jugado propiamente.

   Ya hablándonos sobre informarnos, que es más de lo que cualquiera dentro del equipo de la serie ya habrá hecho, y para que todos partamos de las mismas bases, cabría preguntarse qué es Phoenix Wright. Pues bien, para quien no lo sepa, Phoenix Wright es una franquicia de videojuegos que mezclan los géneros de puzles con la novela gráfica y que tratan sobre las bizarras aventuras del epónimo Nick «Phoenix» Wright en su camino para convertirse en un buen abogado dentro de un Los Ángeles Japón distópico en el que los juicios se han convertido poco menos que en un espectáculo de masas y en el que la corrupción policial y judicial reinan impunes.
  
   A lo largo de una saga que a día de hoy presume de un total de diez juegos y los que te rondaré, morena veremos cómo el célebre abogado pelopincho crece tanto en lo personal como en lo profesional en su lucha contra la injusticia y la búsqueda de la verdad, cuestionándose qué significa ser un abogado, cuáles deberían ser los límites de la ley a la hora de procesar a los ciudadanos y hasta qué punto debe estar uno dispuesto a proteger a los demás. El carisma de sus personajes, su peculiar sistema de jugabilidad, su particular sentido del humor y sus complicadas tramas han convertido a esta saga no ya en una inagotable fuente de memes sino en un más que respetable fenómeno videojugabilístico que tiene tirón a día de hoy y en una de las pocas sagas que Capcom todavía no ha matado.

   Como era de esperar, era cuestión de tiempo que un anime que adaptara la trama de los juegos viera la luz. Y no fue sino en este mismo 2016 cuando las súplicas de cientos de fanáticos fueron escuchadas… por una diabólica mano de mono.

   Aviso: a partir de aquí hablaré de los juegos suponiendo que ustedes los hayan jugado y sepan de lo que hablo, así que esperen referencias directas a eventos de la saga.

Miles de lágrimas fueron derramadas durante los siguientes días hasta quedar
solo un vacío de vergüenza...


   Ya el primer capítulo, que también es el primer caso del juego original, correctamente nombrado El Primer Caso, nos deja en evidencia todos los vicios y defectos que tendremos que soportar a partir de este momento, así como de las pocas cosas «buenas». Empezando por lo que menos tiempo nos va a llevar, es un buen detalle que las fases de declaración e interrogatorio de los testigos sean fieles visualmente al juego, con los close-ups de las miradas enfrentadas de Phoenix y el fiscal que toque bajo los letreros de cada una de dichas fases. Otra cosa buena es que, al menos en este primer episodio, la serie utiliza elementos visuales flotantes con los datos importantes del caso para recrear el tren de pensamiento del protagonista.

   Sin embargo, los positivos (así como cualquier similitud con la saga Ace Attorney) terminan ahí, en unos efectos visuales que, respectivamente, envejecerán pronto y directamente desaparecerán. Es más, si nos vamos al tema visual no tendríamos por donde empezar: la animación es estática, el trazado ultra simple y cuando se trata de mover personajes se desdibuja por completo en auténticos momentos de QUALITY; en lo que a los escenarios les falta de detalle a las cabeceras les sobra de simbolismos baratos mal planteados (aunque de eso ya hablaremos luego) y el público de la galería del tribunal está formado por un CGI tan horrendo, mecánico y mal disimulado que parece sacado de lo más profundo del valle inquietante.

   Pero más allá de lo visual, este anime es más feo por dentro que por fuera. Y es en su incompetencia narrativa en donde la mierda brilla mucho más: los personajes son una parodia de sí mismos que varían entre el cliché y el retraso mental, los juicios son una farsa con ataques de viento entre abogado y fiscal que harían morirse de vergüenza ajena al creador de Naruto y la fidelidad a los juegos originales (así como cualquier traza de conflicto o tensión) se van por el retrete cuando ves que cada juicio, independientemente de lo duro que sea, se va a resolver solo por algún deus ex machina aún más ridículo que en los juegos originales.

   Y me explico con respecto a esto último: en los juegos originales muchos de los casos Phoenix realmente los ganaba gracias a eso, algún deus ex machina o alguna coincidencia jodidamente conveniente, pero incluso en ESO la trama siempre intentaba poner una justificación o crear alguna antelación que anulara el deus ex machina, amén de que todo estaba incluido como parte de la progresión del personaje. O sea, que Phoenix, según avanzaba en su carrera, iba dependiendo menos de su increíble suerte y más de su intuición y habilidades, lo cual está bien y es como se construye un personaje. Sin embargo, aquí, cuando al guionista le da por derrapar, pisa el acelerador hasta el fondo aun teniendo un árbol delante y Phoenix Wright se convierte en un dios de la potra al que las cosas casualmente le salen siempre bien y los casos se resuelven solos.
    
Ejemplo visual de cualquier episodio de este anime.


   Como íbamos diciendo, el primer episodio corresponde al primer caso del juego, en donde el amigo de la infancia de Phoenix, Larry Butz, es acusado de matar a su novia supuestamente por celos y es el abogado novato el que debe, en su primer caso, aclarar toda la verdad de lo sucedido. Para no querer pecar de «clasista», diré que el anime se toma unas cuantas libertades «adaptando» el juego a un formato televisivo, sobre todo en lo que respecta a temas tonales cambiando las implicaciones de que la víctima era un putón verbenero que utilizaba a sus hombres como «papaítos» a un absurdo pero más timorato «no, mira, es que la pobre rompió contigo pero aun así se llevó tu reloj de viaje con su nuevo novio porque aún te quiere».

   Tal vez lo más sangrante del asunto se encuentra en el hecho de que el anime decidió inventarse nuevas pruebas para insistir de forma aún más recalcitrante en el hecho de que la víctima viajó con el reloj a una zona con unos cuantos husos horarios de diferencia. Esto, como comprenderán, es totalmente innecesario porque tanto en el juego como en el propio anime ya existen las pruebas del reloj marcando «mal» las horas y el pasaporte de la chica con el último país en el que estuvo de viaje, y es lo que convierte todo lo relacionado con las nuevas pruebas en relleno barato.

   «¡Pero es que no puedes esperar que todo sea como en los juegos! ¡Es que esto es una ADAPTACIÓN! ¡CABEZA DE ALCORNOQUE!», se apresurará algún mendrugo a exclamar. Pues bien, el problema está en que inventarse partes en una serie que no llevan a nada y no introducen nada nuevo ni profundizan con respecto al material original es lo que hace una MALA adaptación. ¡Bueno, es que NI SIQUIERA se puede justificar una adaptación así! Una adaptación puede ser que quitaran, como es lógico, las preguntas de tutorial y todas las explicaciones; una adaptación puede rebajar el tono de «te dejamos entrever que esta tía es una zorra» a «qué bonito, rompió con él pero aún le quiere». Pero lo que NO es adaptación es alterar la trama original, cambiarla y retorcerla, menos aún cuando a la trama original del juego le quitas la jugabilidad Y EN ESCENAS TE DA UNA NARRATIVA SÓLIDA. ¡MÁS SÓLIDA INCLUSO QUE LA ADAPTADA!

   «Pero eh», dije, «es solo el primer capítulo. Ha sido muy meh, no me han gustado esos cambios porque los veo innecesarios, pero tampoco puedo juzgar así la serie por su primer capítulo». Y a partir de ahí, tonto de mí, seguí viendo la serie a la espera de mejoras…  solo para acabar presenciando cómo el anime mutilaba el cadáver de la franquicia cuyo nombre había usurpado y bailaba con su piel aún ensangrentada al son de Adiós caballos.

«¿Me defenderías en un juicio? Me defendería en un juicio».


   Pero como suelo decir en este blog, «a partir de aquí, cuesta abajo». Y del segundo capítulo (y con él el segundo caso) en adelante veremos cómo lo que iba a ser el anime de Ace Attorney pasa a convertirse en una sucesión de derrapes y descarrilamientos tan bellos como vergonzosos.

   El Caso de las Hermanas, uno de los casos más poderosos del primer juego y tal vez de la franquicia entera, nos presenta al personaje de Maya Fey, la hermana menor de la recientemente fallecida Mia, mentora de Phoenix, y un personaje muy querido por el público tanto por su inocencia como por su vitalidad, así como la ayuda que nos proporciona en los casos. Sin embargo, donde Shu Takumi ve inocencia y vitalidad, los perpetradores del anime ven una loli hiperactiva, cabezahueca y odiosa que no vale ni para dar por culo. Y donde el Phoenix de los juegos es un héroe literal que ve a la víctima indefensa de un sistema injusto a la que decide ayudar sin pensarlo dos veces, el del anime es un cobarde sangrehorchata que intenta zafarse de las plegarias de ayuda DE LA HERMANA DE SU MENTORA MUERTA y a la que al final decide echar una mano cuando ve que no queda más remedio. Pero eso sí, ¿a que esto no me lo defiende nadie con el «es que es una adaptación»?

   ¿El resto del caso? El resto del caso va como cabría esperar: Phoenix se encuentra solo con los testigos clave y las pruebas sin siquiera buscarlas y dejando al botones de la habitación del hotel como un cameo obligatorio, Edgeworth es un antagonista más edgy que Sasuke Uchiha y Redd White, último responsable del Incidente DL-6 y uno de los villanos más amenazadores y poderosos de la saga pese a sus ridículas pintas (recordemos que es el presidente de una agencia de información que controla casi desde las sombras el país) queda reducido a un insultante fantoche que habla en japanglish porque jaja los estereotipos en dos mil puto dieciséis.

Repito: estos estereotipos A MEDIADOS DE 2016


   Pero lo sangrante no es eso. No, señor. Porque en esto se puede resumir el 75% de este mierdoso anime. Lo verdaderamente sangrante de este caso, lo auténticamente INSULTANTE es la forma que tiene este caso de resolverse solo. ¿Se acuerdan de que en el juego el caso se resuelve cuando el espíritu de Mia le aconseja a Phoenix ir más allá, «pensar fuera de la caja» para expandir su instinto y así averiguar por su cuenta la última pieza del rompecabezas que cerraría para siempre el caso y salvar así tanto su vida como la de Maya? ¿Se acuerdan de qué gran momento era aquel, el de triunfar por encima de las adversidades y vencer a un villano tan peligroso como un Redd White que controlaba el juicio y manipulaba las reglas de principio a fin? Sin duda uno de los momentos más poderosos de la saga y un clímax memorable, ¿a que sí?

   Pues atentos, que esta ha sido la forma de «adaptarlo» del anime: el espíritu de Mia aparece para darle el consejo a Phoenix como en el juego. Sin embargo, y sin ningún motivo justificable, la prueba que permite a Phoenix aceptar el caso NO ES ACEPTADA POR EL TRIBUNAL Y PHOENIX PIERDE. ¡Pero esperen, QUE HAY MÁS! No contentos con eso, la Mia espectral se aparece ante un triunfante Redd White para chantajearle EN MEDIO DEL JUICIO, DELANTE DEL JUEZ, DELANTE DEL FISCAL, DELANTE DE TODO EL MUNDO. ¡A CHANTAJEARLE! ¡EXTORSIONARLE HASTA QUE AL HOMBRE NO LE QUEDA MÁS REMEDIO QUE RECHAZAR EL VEREDICTO Y CONFESAR!

   ¿Cómo se quedan ustedes? Porque yo me quedé frío en aquel momento, y eso que eran finales de abril. Mia Fey, la mentora de Phoenix Wright, la que le enseñó a trabar según unas reglas éticas en un sistema judicial que penaliza activamente el trabajo de la defensa jurídica, extorsionando en pleno juicio a un sospechoso hasta que se declare culpable. No puedo empezar a explicar qué clase de traición es esta, qué clase de insulto es independientemente si es hacia los juegos o hacia alguien a quien le pille de nuevas esta serie y no conozca la franquicia de antes.

   Este punto es el salto del tiburón, la muerte de la serie, el insulto supremo y lo que me hizo detestar este anime. Y no hace falta haber jugado a los juegos para saber por qué: El Caso de las Hermanas es el primer gran caso de Phoenix Wright en solitario, literalmente su segundo caso, un caso en el que se ponen en juego tanto la vida de Maya como el propio Phoenix, quien debe aprender a valerse por sí mismo en una encrucijada que determinará su destino. El verdadero inicio de la serie se encuentra aquí, en el momento en el que el caso se tuerce tanto ante un enemigo capaz de manipular la ley a su antojo y aun así Phoenix decide hacer lo correcto, aprender de sus errores y evolucionar, a «pensar fuera de la caja» y depender de sus habilidades para sobrevivir siguiendo un código moral que le convierte en un gran abogado que sigue las reglas de un juego que sabe que es injusto y que nadie más se molestaría en seguir.

   ¿Qué necesidad había de convertir este momento tan álgido en semejante burla hacia el propio personaje? Ninguna. Y tampoco se puede excusar mediante ese bulo de la «adaptación». El caso se resuelve solo meándose en el legado de Mia Fey y convirtiendo al Phoenix Wright del anime en un pusilánime incapaz de hacer nada porque no ha aprendido nada porque literalmente a partir de aquí los casos se resuelven todos sin necesidad de que él apareciera. ¿El motivo de semejante insulto? Ningún otro que no sea el resultado de que la gentuza tras esta serie de Phoenix Wright conociera el resumen de la Wikipedia, pues la importancia de este momento solo puede conocerse de verdad si uno ha jugado a los juegos. Si no, es un momento vacío, un caso más que se resuelve a sí mismo con Phoenix llevándose el mérito solo por estar ahí presente.

   Tampoco se explica lógicamente cómo Redd White acaba tan acojonado por el chantaje que acaba confesando un crimen cuando perfectamente puede irse de rositas con tanta facilidad como el irse de rositas tras el asesinato del que acababa de salir impune hasta ese momento. Tampoco el invencible Edgeworth exige pruebas del chantaje de Mia ni explica que esas acusaciones se tendrían que llevar en un caso aparte. Tampoco se explica que el juez no penalice a la defensa por cometer semejante delito en un tribunal de justicia. Pero eh, qué más da, a algunos solo les basta con justificar que «ES QUE ADAPTACIÓN» para evitar pensar ni tener criterio. Total, ya lo vimos en los comentarios de mi reseña de Kill la Kill con el tema del «es que la comparas con Gurren Lagann» por una mención de pasada. Tampoco puedo esperar mucho.

Alguno de ustedes llegado ya a este punto.
Lástima que acabe de empezar.

 
   Y a partir de aquí la cuesta aumenta su pendiente con un tercer caso del que no puedo hacer más que repetir lo dicho. El Caso del Samurái es básicamente el resultado lógico de los dos anteriores casos: Phoenix Wright no es más que un secundario dentro de su propia serie, pues no hace nada ni sus acciones tienen consecuencia en la trama; nuestro abogado novato no pasa de ser un sujeto pasivo al que las pruebas y los testimonios le vienen solos en un caso en el que no se juega absolutamente nada y que por tanto no existe nada parecido a una acción ascendente o un clímax final.  

   Es más, aquí se puede notar otro de los mayores problemas que tiene esta serie independientemente de que sea una adaptación o no, y es que será todo lo anime que quiera pero es incapaz de no tomarse en serio. Ver un capítulo del anime de Ace Attorney se siente como ver un capítulo cualquiera de Ley y Orden; sí, puede que a veces haya personajes exóticos, pero al final del día es una trama desdibujada, aburrida y penosa que no se puede disfrutar por lo serio y dramático que es todo. Los juegos originales sabían cómo mantener el tono acorde a cada situación y los personajes, por alocados y extravagantes que fueran, sabían expresar emociones según tocara; pero aquí en el anime solo encontramos dos formas de ser: o personajes estrafalarios o asistentes a un velatorio. Y eso, amigos, no son personajes, son arquetipos.

El Caso del Samurái resumido en un gráfico que bien puede valor para cualquier otro capítulo.
Agradecimientos a @trolltski por la idea inicial.
(AMPLIAR O PASAR A UNA NUEVA PESTAÑA PARA VER)


   El Caso del Adiós sigue en la misma estela que el anterior añadiendo la sal en la herida de que, si bien El Caso del Samurái era un relleno para descansar de las tensiones de su predecesor, este ya sería el clímax de toda la temporada, así como lo fue en el juego original. Por fin se revelaría la verdad tras el Incidente DL-6, el espíritu de Mia podría descansar en paz y la relación entre Phoenix y Edgeworth podría dar un paso a mejor… O todo esto, al menos, para alguien a quien le interesaran cosas como la calidad narrativa, el desarrollo de personajes o esas patochadas. Nuestra versión anime es entonces un maratoniano vertedero de toda la exposición que la «adaptación» se saltó en su debido momento, con descarrilamientos muy locos como la aparición de Grossberg para decir lo que todos ya sabíamos, un Manfred Von Karma que parece un teleñeco o Larry Butz suplantando a Edgeworth en una patética pantomima mientras Maya roba pruebas en la oficina del fiscal. ¡PORQUE SÍ! Pero ya a estas alturas poco puede sorprender; si ni los propios guionistas dan una mierda por esta serie, ¿por qué iba a sentir nada yo?

   Pero por desgracia, la serie no terminó ahí, sino que siguió durante doce capítulos más. Y para celebrar que esta atracción nunca termina, decidieron crear su propio capítulo de relleno sobre el pasado de Phoenix, Larry y Edgeworth y sobre cómo los tres eran amigos de la infancia. De hecho, esta fue una de las grandes promesas del anime y una de las cosas con las que más se llenaban la boca los medios al respecto, sobre cómo se iba a expandir en el pasado de los tres.

   En manos competentes esto habría sido interesante, y de hecho admito que en su día estuve interesado. Pero doce capítulos de esta bazofia me demostraron que esta gente es tan peligrosa con la narrativa que un mono con una pistola. Y todo esto sin comentar que durante toda la serie se nos había bombardeado continuamente con este momento como si fuera el punto álgido de la misma: no había caso ni capítulo de la serie en el que Phoenix desarrollara unos flashbacks muy chungos de cuando de pequeño le acusaron de haber robado el dinero del almuerzo de un compañero. Pero cuando digo que tenía flashbacks, no me refiero a uno de vez en cuando o en momentos oportunos como en el de los juegos, SINO A NIVELES DE TRASTORNO DE ESTRÉS POSTRAUMÁTICO.

   En cuanto a lo demás de este vil rellenuto tenemos a un Edgeworth vestido de Conan Edogawa haciendo de Repelente Niño Vicente hasta que su padre muere, es adoptado por Manfred Von Dalas Von Karma con fular y conoce a una loli que supuestamente es Franziska Von Karma de pequeña. SUPUESTAMENTE.

Tienes problemas, Japón. Tienes muy serios problemas.

 
 
   A partir de aquí empieza lo que viene a ser la segunda mitad del anime, correspondiente al segundo juego, Justice For All. Y sí, han oído bien, empezamos directamente ya en los eventos del segundo juego. ¿Alzarse de las cenizas? ¿Qué es eso? ¿Se come?

   No, ahora en serio, el hecho de que se hayan saltado Alzarse de las cenizas, el último caso canónico del primer juego es algo DE AGRADECER en retrospectiva. ¿O es que quieren ver uno de los mejores casos de toda la franquicia convertido en una triste autoparodia? Si total, del segundo juego también se saltaron el primer caso, El Caso Perdido, algo que podrían haber metido y adaptado (ahora sí) perfectamente como un caso ligerito. Pero eh, menos trabajo para mí.

   La segunda parte del anime, la fase de Justice For All, comienza en el segundo nivel, Reunión y Caso, y realmente de esto más todo lo que venga a continuación no podría decir mucho sin repetir hasta la saciedad lo que ya he expuesto arriba, pues esta segunda mitad no es más que una gratuita repetición del esquema de la primera: Phoenix Wright es un sujeto paciente al que las pruebas, testimonios y soluciones le vienen solos, los episodios son un monstruo de Frankenstein entre la trama original y las ideas descabelladas de unos señores incapaces de pensar sin cagarse encima, el tono de la serie es totalmente esquizofrénico y los personajes no son más que una triste sombra de lo que alguna vez pensó Shu Takumi que eran.

   Pero sin duda el detalle más obsceno de esta segunda parte que verdaderamente expone la incapacidad creativa de la gente de esta serie es el hecho de que todo lo relacionado a la Matagama desaparece. La Matagama, si lo recordarán, era el artefacto que permitía ver a Phoenix las «verdades ocultas» de la gente en la forma de psicocandados que solo podrían romperse con las pruebas necesarias. Si bien era un elemento jugable, también era importante narrativamente (en especial durante los eventos del último caso) y en absoluto sería difícil de animar ni dibujar una cadena etérea de mentiras y medias verdades, algo que para cualquiera sería impensable de olvidar, ¿verdad? Pero claro, la gente tras la serie no son unos cualesquiera, sino incompetentes de primera. Y ante la pereza de trabajar con elementos tan imprescindibles como estos, ¿qué mejor que cambiar los tensos interrogatorios de la Matagama por que al testigo de turno se le escapara en forma de lapsus toda la verdad como si le hubiera dado un repentino caso de síndrome de Tourette? ¡Total, si lo llevan haciendo desde el principio!

   ¡Toda una Master Class de adaptación y mimo por parte de A-1 Pictures!

¡Manfred von Dalas, el fiscal que bloquea todos tus argumentos!


   Y no podemos terminar sin antes mencionar las cabeceras y las secuencias de créditos. Porque ¡qué cabeceras! ¡Qué secuencias de créditos! ¡La crème de la crème de lo genérico y del no pillar de qué va el asunto! ¡Cualquier cliché de opening de anime shonen pasado de rosca está aquí! ¡Cualquier simbolismo barato mal hecho vive Dios que te lo restregarán por la cara! ¡Cualquier canción mediocre que no pegue ni con cola será escuchada!

   ADORO cómo alguien puede desperdiciar un lienzo creativo tan grande como una cabecera de anime en una serie de una franquicia que puede presumir de inteligente. ME ENCANTA cómo en una época en la que tenemos series que se matan por ser auténticos portentos audiovisuales y narrativos ya en sus secuencias de apertura haya alguien que prefiera no esforzarse y abrazar la mediocridad. AMO que ante todos los simbolismos y referencias que se pueden meter basándose uno en la franquicia Ace Attorney alguien haya decidido meter girasoles como único elemento simbólico porque fue con lo que soñó la última vez que esnifó una botella de Super Glue entera antes de la tormenta de ideas de qué meter en el opening.

   Maravilloso todo.

   Muy mágico. 

   Excelsamente eroticofestivo.

Por el amor de esa mujeeeer
Somos dos hombres con un
Mismo destinoooo...


   En resumen: Gyakuten Saiban: Sono «Shinjitsu», Igiari! es un ejemplo perfecto de cómo NO hacer un anime. Y no me refiero a adaptar un juego (que TAMBIÉN), sino a cómo no llevar una trama, cómo no insultar a tu audiencia, cómo no dibujar una serie de animación y mucho menos animarla, cómo no dejarse llevar por la pereza y la mediocridad y cómo no fabricar un producto derivado de una franquicia sin haberse informado uno en plena era de la información.

   Esta serie no es una serie, es un delito, un crimen cometido con nocturnidad, dolo y alevosía, un despropósito mal hecho con toda la seriedad (valga la redundancia) del mundo y sin ánimo de ironía o autocrítica.

   ¿El veredicto? Está muy claro.



domingo, 25 de septiembre de 2016

Digimon Adventure Tri 3: melodrama a la japonesa.

«Gomen nasai for everything
Gomen nasai, I know I let you down
Gomen nasai till the end
I never needed a friend

Like I do now».
T.A.T.U, Gomen asai.

   Y después de otros seis meses vuelve a aparecer cual odioso examen global Digimon Adventure Tri, la serie que Toei lleva sacando por fascículos desde finales del año pasado para amortizar gastos y forzar expectativas sobre una trama que a priori puede darse con un canto en los dientes si la tacháramos de pedestre e insulsa, todo, cómo no, gracias al rellenuto, al fanservice y a una recién descubierta tensión sexual entre los personajes de Matt y Tai.

   Como a estas alturas de la película tampoco hay mucho que contar a modo de prólogo, dejo los enlaces tanto de la primera parte como de la segunda de esta serie de reseñas porque bien DENSITOS han de ser si al ver el tres del título no han sospechado de la tercera parte y empiezan desde aquí y paso a resumir la escasa sinopsis de todo lo que ha pasado hasta ahora.

   Los Niños Elegidos de la Digimon Adventure original son ahora unos adolescentes con sus insustanciales vidas cargadas de obligaciones en el mundo real que intentan sobrellevar como buenamente pueden y acorde con sus formas de ser. Sin embargo, cuando una serie de digimons invaden este mundo, los compañeros de los Niños Elegidos aparecen para hacerles frente.

   Bajo la intensa vigilancia de una pareja de agentes gubernamentales con menos personalidad que un tablón de madera a los que llamaremos Nilosé y Nimeimporta por sus personalidades intercambiables, nuestros héroes conocen a un estereotipo de niña felpudo llamada Meiko y a su compañera digimon Meicoomon (M&M’s para resumir) que harán las veces de autoinserto de cualquier fanfic mal hecho solo que esto lo debemos considerar canon.

   M&M’s y los Niños Elegidos no tardarán en hacerse amigos aunque sea porque, como cabe esperar de todo fanfic en el que el autor se inserta en la obra, no queda más remedio mientras los segundos tratan de compaginar sus vidas cargadas de compromisos con sus vidas de héroes, llevando a todo tipo de conflictos (unos mejor llevados que otros) y que se saldarán con los respectivos compañeros digimon evolucionando al nivel Híper Campeón (o Cuerpo Supremo, como quieran llamarlo). Sin embargo, las cosas se tornarán oscuras cuando aparece Leomon, el que Kenny de la serie, para morir a manos de un Meicoomon que se descubre como la causa de una infección que está afectando a los digimon; todo ello bajo la supervisión de un revivido Digimon Emperador.

Ah, y también un mural cada vez más grande
sobre la tensión sexual no resuelta entre estos dos.


   La tercera parte abre con un capítulo de transición entre el final de la segunda parte en el que Meicoomon desaparece en un portal interdimencional al finalizar el festival escolar y el nudo de esta minisaga. Protagonizado por Nilosé y Nimeimporta por un lado y Meiko por otro, vemos cómo los primeros siguen siendo personajes vagamente definidos que intentan mantener con la audiencia unos secretos cada vez más transparentes mientras que Meiko ha entrado en un estado de petardez suprema definida por un falso estoicismo seguido de episodios de pánico y lloriqueos. Lástima que estos tres personajes sean tan SOSOS, porque al final, a pesar de tanto dramatismo y tanta tensión, no consiguen sacarme de mi indiferencia inicial hacia los tres.

   En temas del argumento, la infección de Meicoomon se ha extendido a ordenadores y aviones de todo el mundo. Las máquinas empiezan a fallar de forma cada vez más frecuente y que exasperan a Izzy, el genio informático, que no es capaz de dar con la clave y se pasa noches sin dormir, lo que afecta a su comportamiento. Sin embargo, a pesar de las peleas y competiciones entre los Niños Elegidos de quién se saca más la chorra (que pueden o no ser literales en el caso de Matt y Tai), es el propio Matt quien decide hacer lo sensato y verse con los agentes gubernamentales N&N para sacar respuestas en forma de un documento secreto.

   El segundo capítulo ya nos mete más en situación y empieza fuertecito cuando T.K visita a Izzy en el laboratorio en el que está investigando la infección. Patamon quiere ver a su humano y se escapa del área de contención diseñada para que los compañeros digimon no se vean afectados, con tal mala PATA (las piedras las espero a la salida) de que se infecta al instante e incluso ataca a T.K sin que nadie más se dé cuenta. Ante eso, el chaval solo tiene una opción lógica: comentarle a Izzy y a los demás lo sucedido e idear una cura rápida para que la infección no se extienda más.

   SIN EMBARGO, T.K, como es japonés, hace lo que cualquier japonés hace en una situación tan grave como esta: callarse como una puta y ocultar lo que pasa mientras aún hay solución, llevarse a Patamon a casa aun a riesgo de expandir la infección y poner en peligro a sus compañeros, dar al digimon por muerto y entrar preventivamente en las primeras fases del luto, engañar a los demás para que saquen de la zona de contención más a menudo a sus compañeros digimon a sabiendas de que podría pasarles lo que a ellos y, cuando el problema se haya agravado tanto que ya no tenga solución, lamentarse y llorar porque nadie hizo nada al respecto a la espera de que el problema se solucione solo. ¡Y ADIVINEN QUÉ ES LO QUE SUCEDE!

   Con esto de premisa, tendremos un capítulo casi de relleno en el que veremos a T.K actuando completamente fuera de personaje, mintiendo a sus amigos y poniendo tanto sus vidas como las de sus compañeros digimon en peligro (incluso Matt llega a confrontarle para saber qué es lo que oculta a modo de última advertencia y T.K decide mentirle a la cara para salirse por la tangente) mientras la petarda de Meiko intenta batir el Record Guinness en cuántas veces puede disculparse al minuto por cosas que no tienen nada que ver con ella como el felpudo humano que es.

   Lo único interesante, como es habitual en esta serie, ocurre cerca del final: un apagón masivo deja sin electricidad a Japón solo para que un mensaje amenazador de parte de los digimon ilumine el país anunciando el fin del mundo humano y que Kari, como buen arquetipo mesiánico que es, acaba siendo poseída por una fuerza misteriosa. Y con esas terminamos capítulo porque, una vez más, los que guionizan esta serie no son los guionistas, sino el equipo de marketing.

Es MUY JODIDO que Patamon, el digimon más infantil y optimista de todos,
tenga más huevos que T.K en esta situación.


   Patamon abre el tercer capítulo demostrando ser el personaje que más huevos tiene de toda la serie pidiéndoles a sus otros amigos digimon que acaben con él sin piedad si llegara a terminar de infectarse, momento en el que una Kari poseída se acerca a ellos. A través de ella habla una voz que anuncia que es demasiado tarde para salvar el mundo digital y que lo mejor que se puede hacer a estas alturas es un borrado del sistema que ocurrirá la próxima vez que Meicoomon vuelva a aparecer en el mundo humano.

   Kari pierde el conocimiento y la voz desaparece. Las palabras de la entidad sientan como un mazazo a los digimon, quienes son conscientes de que resetear el sistema operativo del mundo digital, aunque sea lo único capaz de salvar el multiverso, conllevaría sacrificar quiénes son ellos y los recuerdos de sus compañeros humanos. Aun así, deciden que lo mejor será seguir con el plan y pasar las últimas horas que les quedan de vida junto a los Niños Elegidos.

   El capítulo entero estará dedicado entonces a cómo los compañeros digimon, a menudo y tradicionalmente vistos como una extensión de la personalidad de los personajes principales de cada temporada, adquieren un gran desarrollo como personajes propiamente dichos. El capítulo es muy agridulce y todos los momentos conllevan una sentimentalidad aplastante pero bien llevada que termina con parte de los digimon confesando a sus humanos que la solución más viable es el reinicio y que están dispuestos a sacrificarse por el multiverso.

   Por su parte, Izzy descubre que la anomalía es un cambio radical en el código del sistema del mundo digital y ello arrastra el código de las realidades del multiverso. El chico se mortifica pensando en que, a pesar de todos sus conocimientos, estos son demasiado limitados para la tarea, pero Tentomon le anima a seguir. Todavía tienen tiempo hasta que aparezca Meicoomon…

   Como pueden apreciar, este capítulo es muy especial en tanto en cuanto, salvo por el sumidero de exposición inicial muy convenientemente descubierto, son los digimon los verdaderos protagonistas, cada uno llevando a su modo sus propias crónicas de una muerte anunciada mientras cargan con el peso del universo en sus espaldas. Esta vez el villano no es un enemigo físico como sus anteriores adversarios, sino un desastre natural, una especie de enfermedad congénita que les afecta a todos y contra la que no tienen otra solución que sacrificarse antes de que haya más bajas.

   Se trata, sin dudas, de un episodio especialmente sentimental en el que sus protagonistas viven una situación totalmente novedosa y devastadora para ellos y que les hace sacar lo mejor de sí mismos sin melodramas ni japonesadas, sino un estoicismo verdadero y agridulce genialmente dirigido. 

¡Es la hora de los furries!


   El cuarto capítulo se convierte entonces en la contraparte del tercero al estar dedicado enteramente a la acción. Y, aunque POR FIN, tras incontables capítulos de aburrido y tedioso relleno por conflictos que se habrían resuelto si los personajes no fueran retrasados, empezamos con la acción, el cumplimiento de este prospecto se vuelve un lúgubre recordatorio de que el fin está cerca.

  Meicoomon, esta vez convertida en un furry sexualizado que amenaza con quitarle el puesto de Reina del Porno a Renamon, vuelve a aparecer en Odaiba para causar problemas y los Niños Elegidos junto a sus compañeros digimon luchan para detenerla y devolverla a la distorsión. Sin embargo, la infección de Patamon y el hecho de que la propia Meicoomon sea el vector de la enfermedad hará que los digimon protagonistas sucumban uno a uno a la infección de forma más que trágica.

   Los combates de este capítulo son sin duda su punto más fuerte. ¡Por fin tenemos la acción que tanto tiempo se nos había negado! Y eso que realmente, más que un combate, es un tira y afloja entre el grupo de digimon protagonistas y Meicoomon para que no salga de la distorsión. Pero al mismo tiempo es ahí donde entra la infección en juego, pues cuanto más luchan todos, más vulnerables se vuelven a la enfermedad, que acaba por controlarlos a todos para volverlos bestias salvajes en otra escena genialmente dirigida. Uno a uno van sucumbiendo a la enfermedad, olvidando quiénes son ellos y quiénes son sus amigos para perseguir y destruir cualquiera cosa que detecten como un enemigo.

   Lo peor del asunto viene cuando Izzy descubre que el Reboot causado por Meicoomon ocurrirá en menos de diez minutos. Izzy y Tentomon van a ayudar, pero es demasiado tarde y solo pueden procesar un campo protector para salvaguardar los datos de los compañeros digimon a modo de copia de seguridad. Sin embargo, y pese a la megaevolución de Tentomon en HerculesKabuterimon, lo único que pueden hacer los Niños Elegidos es ver, impotentes, cómo todos sus compañeros son tragados por la grieta interdimensional y son borrados de la existencia.

¡Ya sabéis, niños! ¡Si alguna vez ponéis en peligro a vuestros amigos,
recordad que todo se puede solucionar echando balones fuera y llorando mucho!
¡Así todo se solucionará no os sentiréis culpables de nada!


   El último capítulo empieza una semana después de los acontecimientos del tercer episodio y del borrado de los digimon. Unos Niños Elegidos derrotados y deprimidos no consiguen afrontar la pérdida de sus compañeros, de modo que deciden viajar al mundo digital a ver qué es lo que está pasando y volver a encontrarse con sus digimon aunque estos ya no les recuerden.

   Es en ese momento en el que se reúnen en el lugar en el que apareció Meicoomon y, con la ayuda del dispositivo digital de una Nimeimporta que de repente empieza a comportarse de forma más sospechosa que lo habitual, consiguen volver al Mundo Digimon (dispositivo digital que, por cierto, se parece demasiado al de Ken Ichijouji), dejando a la tonta Meiko atrás y bien que hacen.

   El Mundo Digimon en este capítulo no es nada del otro mundo (pun not intended, esta vez de verdad), pues empiezan en un bosque genérico que se supone que es la localización a la que llegaron la primera vez en la serie original, salvo que el estilo de dibujo pasa a ser uno más moderno y con algún que otro efecto glitcheado. Sin embargo, los protagonistas acaban encontrándose con Alphamon, que lucha contra otro digimon gigante en nivel Híper Campeón, haciéndoles sospechar que algo extraño está pasando, pues o esos digimon han encontrado una forma de evitar ser reseteados o es que algo ha pasado que les ha permitido evolucionar más rápido de lo normal.

   Pero poco tiempo tienen para pensar, pues en ese momento oyen el silbato de Kari en la distancia. Los chavales corren en su dirección y se encuentran en el icónico claro del tranvía a las versiones bebés de sus respectivos compañeros digimon jugando con el silbato. Los digimon no recuerdan a los humanos y al principio tienen sus reservas, pero al final aceptan que los Niños Elegidos se les acerquen para presentarse.

   Sin embargo, la cándida escena está siendo presenciada desde la lejanía de Digimon Emperador, quien tampoco ha sido borrado. Tras él aparece Nimeimporta con cara de mala y el Emperador se presenta como… GENNAI. ¡Sí, Gennai, el misterioso anciano (y en 02 jovenzano) que ayudó en varias ocasiones a los Niños Elegidos! Pero eso no es todo, ya que desde las sombras una tercera presencia los está espiando a todos: Meicoomon.



   En líneas generales, la tercera OVA de Digimon Tri puede catalogarse como la mejor de las tres. Y eso no es un cumplido, ya que era muy difícil a estas alturas seguir provocando los niveles de apatía que esta serie estaba generando, sobre todo tras una segunda OVA cargada de fanservice y relleno canónico.

   La fría mano del departamento de marketing se hace notar una vez más y los capítulos buenos aparecen tras hacernos tragar un capítulo de transición y uno un MEGADRAMÓN japonés protagonizado por el tonto de T.K para luego mostrarnos un capítulo silencioso y emocional sobre los compañeros digimon pasando sus últimos momentos de vida junto a sus humanos, un capítulo dedicado a un intenso combate y un último episodio de nuevo de transición en el que apiñan todo lo interesante para acabar en un cliffhanger de cara al clímax final.

   El conflicto una vez más vuelve a estar mal conseguido, pues la historia de T.K, aparte de ser la quintaesencia del egoísmo y una situación completamente fuera de personaje para él (quien no deja de ser el paradigma de la esperanza y alguien que antepone la seguridad de sus amigos a la suya propia), queda reducida a nada cuando al capítulo siguiente un deus ex machina posee a Kari para soltar exposición sobre el Reboot, un acontecimiento trágico pero extrañamente conveniente y que se convierte en el nuevo conflicto (conflicto que luego el resto de Niños Elegidos descubre por su cuenta, haciendo del «sacrificio» de T.K un sinsentido mayor).

   Pero aparte, si algo adolece esta OVA en la parte expositiva, ese algo es que (salvo el Reboot) nada aporta nueva información y que nadie hace tampoco NADA con dicha información: ya sabíamos que Meicoomon era el vector de la infección y eventualmente todos los Niños Elegidos acaban descubriendo las consecuencias del Reboot y ninguno hace nada, ¡nadie reacciona! Tenemos una crónica de una muerte anunciada y ninguno de los personajes humanos parece sentir nada en absoluto, dejando, irónicamente, a T.K, en toda su imbecilidad melodramática, como el único personaje que no está muerto por dentro.

   Nilosé y Nimeimporta ganan paulatinamente más protagonismo, pero solo porque tienen más tiempo de pantalla. En el fondo no dejan de ser unos personajes planos cuyo único rasgo de personalidad es «ser misteriosos», y aunque Nimeimporta muestre al final rasgos de ser una villana en todo este asunto, sigue teniendo la personalidad de una suela de un zapato.

   Y lo mismo pasa con la odiosa Meiko: aquí veremos a su arquetimo de niña felpudo con el «gomenasai» en la boca para todas las frases que suelta y juro por Dios que si hiciera un juego de beber sobre las veces en las que se disculpa por cualquier cosa, moriría de CIRROSIS y no habría llegado al tercer capítulo. Meiko es un personaje cada vez más odioso e innecesario cuyo aporte a la serie sigue siendo ahora tan nulo como lo fue en su primera aparición y se siente cada vez más, precisamente, como un autoinserto de un fanfic cutre que un personaje del mismo mundo que los Niños Elegidos.

   En definitiva, la tercera OVA de Digimon Tri mejora el interés que pueda tener uno por serie solo porque en ella empieza la acción ascendente antes del clímax. Pero los melodramas baratos japoneses, los personajes odiosos y los vertederos de exposición siguen siendo la muestra de que narrativamente la serie sigue siendo igual de insulsa, y ya el hecho de que termine en un cliffhanger que nos haga esperar hasta febrero no es más que la sal en una herida cada vez más grande.

¡FOLLAD YA!


   ACTUALIZACIÓN: ya está disponible la reseña de la cuarta OVA de Digimon Adventure Tri. Si desean leerla, no tienen más que seguir este otro enlace.

miércoles, 31 de agosto de 2016

Over the Garden Wall: pretenciosa y sobrevalorada.

«Superficial y pedante».
Peter Griffin, Padre de Familia.

   Después de tener un tiempo «pendiente» (si se puede llamar así) Over the Garden Wall, por fin me he decidido a verla. Y realmente no sé lo que esperaba encontrar cuando ya de por sí era una serie que había hecho saltar todas las alarmas en mi cabeza en el peor sentido posible. Básicamente, es ese tipo de fenómeno que empieza con un culto demasiado grande y con gente de demasiada edad como para tratarse de una miniserie de dibujos animados repitiendo al unísono como si de un credo se tratase lo BUENÍSIMA, BELLÍSIMA y PROFUNDÍSIMA que es la serie sin contar detalles o sin profundizar (valga la redundancia) en ninguno de los temas. «Pero oye, a lo mejor funciona», pensé, tonto de mí. «Te encantó Gravity Falls y la gente suele compararla. ¿Por qué no le das un tiento?», continué neciamente. Y heme aquí.

   Over the Garden Wall es la pretenciosidad hecha dibujo animado, un intentito de «el arte por el arte» imitando los horrores animados de Hayao Miyazaki (cuya obra de por sí ya DETESTO) mientras sus creadores intentan meter con calzador en una serie de diez capítulos existencialismo barato, terror psicológico del malo y personajes random para apelar gratuitamente al público perfil demográfico del «es que los dibujos animados de hoy en día son para adultos». Y como el que mucho abarca poco aprieta, nos encontramos con una serie de animación normal carente de trama, plagada de relleno, personajes odiosos y las mismas moralejas rancias y quemadas que ya hemos visto millones de veces antes. Pero eso sí, bajo la pretensión de «subvertir». Porque si no sabes hace nada a derechas, di que lo estás «subvirtiendo», que así quedarás mejor, quedarás profundo, quedarás intelectual y nadie se atreverá a toserte.

Básicamente, esta es la señal que recibo cada vez que la gente
se pone en plan que no caga con estas chuminadas.

   Over the Garden Wall trata supuestamente de dos hermanos, Wirt y Greg, que se pierden en el bosque y deben volver de camino a su casa. Sin embargo, tras encontrarse con un misterioso leñador que les advierte de la presencia de una bestia y tras conocer a Beatrice, un pájaro parlante, comenzarán un descenso a la locura de aleatoriedades en la versión boscosa de un fregadero de estilos artísticos y fantasía genérica hasta que se separan, se unen, derrotan a la bestia y todo resulta ser un sueño. No, no voy a decir que «de Resines» porque está el meme muy quemado.

   La trama de por sí no da para mucho y realmente podrían haber hecho algo por desarrollar el escasísimo plantel que propone para presentar un producto que verdaderamente podría haber sido filosófico, existencial y profundo mientras se mantienen los elementos para que se entretengan los críos y una rica narrativa. Pero claro, en una época en la que en términos de animación solo importa ser el nuevo George Lucas en su época de las precuelas de Star Wars y demostrar lo que los efectos especiales (en este caso los nuevos estilos de dibujo y la animación) pueden hacer, no hay tiempo para eso. En su lugar tenemos unos protagonistas planos y odiosos, un conflicto que se resuelve solo y que apenas toca a los personajes principales y toneladas de relleno tanto para alcanzar el número arbitrario de capítulos que debe tener la serie como de minutos por episodio.

   La serie está plagada no, INFESTADA de auténtico relleno.  Y es algo INSULTANTE dentro de una serie de diez capítulos, pues literalmente más de la mitad lo son. Los personajes llegan a un sitio, se ven envueltos en la situación estrafalaria de turno, la resuelven y salen de ella de la misma forma que se metieron sin haber aprendido nada de nada ni haber desarrollado sus personajes ni una pizca en busca de una nueva situación estrafalaria en la que meterse. Y todo eso sin mencionar el relleno de DENTRO de los episodios, pues da igual si se trata de un capítulo de la trama o no, si a los guionistas no les da para alcanzar los diez minutos que dura cada uno, tengan por seguro que se sacarán del culo un número musical capaz de durar al menos DOS TERCIOS del capítulo en sí. ¿No me creen? Bueno, ahí tengo los capítulos del barco de las ranas y el de Greg en la ciudad en las nubes como pruebas.

MUCHACHADA NUI
¡NUI!

   Y si ya fuera malo todo esto de por sí, luego está lo PREDECIBLE que es la serie. Porque es predecible. MUY predecible. Tanto que a partir del segundo capítulo ya cualquiera puede ver cuál será el giro de tuerca. ¿El motivo? Que esta serie no sabe utilizar el giro de tuerca y, como si de cualquier cosa hecha por el patán de Steven Moffat se tratara, abusarán del elemento para meter como mínimo uno por capítulo.

   Literalmente TODOS los giros de tuerca de la serie son justo lo contrario de lo que al principio las cosas parecen, y ya con esa pista cualquiera puede saber de qué trata de verdad la trama de cada uno: ¿que un pueblo de hombres-calabaza obliga a trabajar a los niños y estos encuentran dos esqueletos? ¡Es que es un pueblo de esqueletos que se disfrazan, pero esqueletos buenos, no de los que matan! ¿Que un multimillonario avista un fantasma en su laberíntica mansión? ¡Es que son dos mansiones que se han solapado y vio a la dueña de la otra casa! ¿Que una joven ha sido esclavizada por una bruja cabezona que habla todo el tiempo de un espíritu maligno? ¡Es que la joven ES el espíritu maligno! Y así hasta el infinito.

Sutil.

   Todo esto, claro, sin mencionar que cuando un giro de tuerca barato no da para resolver un asunto, siempre podemos echar mano del buen, fácil y gratuito deus ex machina de turno. Ya de paso, tampoco hablemos de que en tan poco tiempo acabamos tan saturados de diferentes subtramas argumentales que hasta la propia serie parece perder la pista de en qué trama centrarse, dando como resultado en ir cambiando de tramas de manera superficial sin avanzar ni profundizar realmente en ninguna de ellas.

   Y que nadie me venga con que «es que son dibujos para niños» porque si una serie tiene una trama de mierda, tiene una trama de mierda indistintamente del público. Y peor aún es esa excusa si personas supuestamente ADULTAS la definen por su profundidad y calidad narrativa.

   Aparte de todo esto, si la serie tuviera unos buenos personajes o los desarrollaran mínimamente a lo mejor sería un aspecto que no estaría del todo mal. Pero no, craso error (como lo que es esta serie) una vez más. Los personajes son ODIOSOS, de lo más repelente que me he echado en cara desde hace mucho tiempo ya sea porque son planos, tienen una personalidad horrible, les fuerce el guion o una mezcla de todo al mismo tiempo. Wirt es un cínico prepotente, Greg es básicamente Bob Esponja si fuera humano y Beatrice es una pájara (en las dos primeras definiciones que da la RAE) impertinente mientras que el resto de personajes secundarios están para rellenar tiempo de los capítulos con la Bestia, el supuesto villano principal de la historia, como el caso más sangrante de todos.

¿Para qué centrarnos en las relaciones de dos hermanastros de edades tan distintas aprovechando una situación tan poco habitual cuando podemos centrarnos en el niño pequeño siendo más random que Bob Esponja? ¡Algún meme podremos sacar!

   De todo este asunto, lo que pasa con Wirt es lo que más me toca las narices de esta serie, ya que Wirt es el único personaje que actúa de forma natural y racional; es el único personaje que parece HUMANO dentro de una situación que le sobrepasa totalmente. Y aun así la serie constantemente tiene que humillarle y dejarle como el que nunca tiene razón por no abrazar la locura como el resto de personajes. El guion constantemente le ridiculiza y le deja como un cínico egoísta solo por ser una persona racional en un mundo irracional, y la serie espera que nos pongamos en su contra cuando él es el único que sufre y el único que está preocupado por lo que está sucediendo a su alrededor mientras que su hermano Greg se tira los capítulos comportándose como un retrasado mental por el «jaja ke random loool» y Beatrice siendo una niñata impertinente que desde el principio ha estado manipulándolos para que su trama se resuelva sola como ya viene siendo la costumbre.

   Y sin embargo, como no podía ser de otra forma, cada uno tiene en los últimos capítulos de la serie su «evolución» en forma de que no evolucionan nada a excepción de Wirt y él ni siquiera aprende nada sino que cambia de parecer de la noche a la mañana sobre si salir con la chica que le gusta o no. Greg empieza la serie siendo un tontopollas random y termina siendo un tontopollas random mientras que Beatrice consigue lo que quiere al final (liberar a su familia de una maldición que los había convertido a todos en pájaros) y ni siquiera es capaz de mostrar un mínimo respeto por su madre porque su moraleja sobre no ser una criaja impertinente se le pasó volando y nunca mejor dicho.

   Luego está la Bestia, el supuesto villano de la serie y considerado, según la Wikia, como «uno de los villanos más viles de Cartoon Network». Aparentemente parece que va a ser un personaje interesante debido a que de ella solo se ve la silueta hasta prácticamente el final y que es un personaje bienhablado y manipulador a pesar de su horrible apariencia, habiendo conseguido acabar con las vidas de posiblemente cientos si no miles de personas a la vez que tiene al pobre leñador esclavizado para convertir a dichas víctimas en aceite para alimentar la lámpara que contiene su alma. Sin embargo, en el concepto está la chicha, ya que en la serie solo aparece escasas veces, solo interactúa dos veces con los protagonistas y luego la crisis que presenta se resuelve sola sin necesidad de que Greg ni Wirt hagan nada al respecto. 

OHMYGODSIPAUSASENESTEMILISEGUNDOSEVEALMONSTRUO
YQUECOSAMASFEAMERCEDESESTANOCHENODUERMOBESTSERIEEVER

   Porque en eso es en lo que se resume esta serie (y ya de paso en lo que se resume cualquier serie animada que echan hoy en día que hace que os paséis décadas sin cagar): os ponen cuatro elementos de «terror» y un poco de filosofía barata «adulta» y se os hace el culo Pepsi-cola sin pararos a pensar siquiera si la serie en realidad es tan buena como en un principio parecía. Pero claro, así es como son las críticas del siglo XXI: mejor sonar inteligente que serlo, ya que lo primero es más fácil y te hace parecer más único que lo segundo.

   Over the Garden Wall es tan MALA que es hasta insultante que haya quien la compare con otras series, sobre todo poniéndola al nivel de Gravity Falls. Gravity Falls, aunque contara en comparación con infinitud de episodios, sabía dar en el clavo: el humor estaba donde se lo necesitaba, el desarrollo de personajes estaba trabajado, los elementos de terror sabían ser sutiles y era una serie que sabía tratar a su audiencia de forma inteligente. ¡¿En qué momento a nadie se le ocurrió comparar ambas series?!

   Coño, es que si vamos a comparar, no nos quedemos ahí. ¡Yo también sé jugar a este juego! Aunque uno de los puntos más débiles de Historias Corrientes fuera su mal desarrollo de personajes, al menos sabía tratar las relaciones entre los mismos de manera natural. Y por mucho que me repela, AL MENOS Hora de Aventuras acabó teniendo una historia de fondo decente y un buen desarrollo de personajes aunque todo fuera un refugio en audacia de su creador para hacer parecer que su serie de dos tontos haciendo tonterías en un mundo mágico tenía trasfondo y madurez algunos.

Algo así es la cara que se me pone ante el «como X pero con» de turno.

   Y sin embargo, tener que hacer todas estas comparaciones absurdas y fuera de lógica me hacen sentir mal porque en el fondo no dejan de ser absurdeces, de la misma forma que comparar Over the Garden Wall con cualquier otra serie para hacerse el listo cuando en realidad no se sabe defender con argumentos una serie que le gusta a uno es ridículo.

   Over the Garden Wall es mala. MUY mala. Una serie infantil que quiso ponerse zapatos de adulto jugando con elementos argumentales, temáticos y narrativos que le vienen demasiado grandes porque carece de las nociones más básicas para manejarlos. La animación es normalucha, los personajes son odiosos y planos, el relleno injustificado ocupa más del setenta por ciento de toda su duración, la música suena falta de inspiración por no ser más que una forma de alcanzar el tiempo de duración estipulado en vez de ser una forma de enriquecer la trama, tanto la fantasía como los estilos «novedosos» de dibujo están a estas alturas tan trillados que parecen rozar la autoparodia e intenta dar unas moralejas tan vacías e inexistentes que más que sentirse inspirado por el ejemplo de los personajes lo que le dan ganas a uno es de beber un vaso de lejía para olvidar que ha pasado por tal tormento.

   Pero eh, que los cuatro copitos de nieve especiales de internet de siempre dicen que es muy profunda. ¡Será verdad y todo!

   Y lo peor de todo es que parece mentira que para esta reseña haya necesitado unas seis páginas de Word cuando esto es ya más esfuerzo que el que cualquiera del equipo de la serie haya puesto a lo largo de la misma. ¡Que te den, Over the Garden Wall! ¡Me debes cien minutos de mi tiempo!