sábado, 17 de octubre de 2015

«Mi nombre es Bond, James Bond»: repaso a toda una filmografía (SEGUNDA PARTE).

«—M: Yo no le gusto, Bond. Y tampoco mis métodos. Cree que soy una cajera, una mera contable más interesada en mis números que en sus instintos.
—Bond: En ocasiones lo he pensado.
—M: Bien, porque yo creo que es usted un fósil machista y misógino, una reliquia de la Guerra Fría cuyos encantos inmaduros, aunque inútiles conmigo, obviamente sedujeron a la joven que envié para vigilarle […]. Si cree que no tengo huevos para enviar a un hombre a la muerte, sus instintos se equivocan».
Diálogo entre Bond y M, GoldenEye.


   Antes de empezar, quisiera hacer notar que esta entrada es la continuación de la anterior, «Mi nombre es Bond, James Bond»: repaso a toda una filmografía (PRIMERA PARTE), por lo que si no la han leído, les recomiendo hacerlo antes de empezar con esta. No me sean CAFRES.


James Bond: la conmovedora historia de un agente secreto que aprendió a utilizar armas cada vez más grandes.


   Estamos ya a finales de los 80 y alguien con cabeza decide que esto no puede seguir así, que si de verdad queremos que la saga Bond continúe, debemos buscar una nueva identidad que no dé vergüenza ajena. Y de ahí salió el Bond de Timothy Dalton, quien, por desgracia, solo protagonizó dos películas debido a problemas de demandas judiciales que tenía en aquella época, por lo que la continuidad que se generó acabó perdiéndose en la nada.

   Para mí la bilogía de Dalton solo se puede definir como «una de cal y otra de arena», pues si bien es cierto que solo hay dos, son tan opuestas en calidad y tono que parecen el día y la noche. ¿Significa que el Bond de Dalton es regulero o malo? No. Timothy Dalton es un buen actor y le dio un toque joven a una franquicia que apestaba a viejo, más aún teniendo en cuenta que nos encontramos en los últimos coletazos de la Guerra Fría y James Bond no puede vivir exclusivamente de detener terceras guerras mundiales entre dos bloques agotados o complots de supervillanos caricaturescos. El problema está en que tuvo la suficiente mala suerte como para no poder seguir rodando, pues tenía un potencial tremendo incluso para lo horrenda que fue Licencia para Matar. Pero todo a su tiempo.

   Dalton se estrena en Alta Tensión, una suerte de manifiesto de intenciones de lo que iba a ser esta nueva etapa. Tenemos ante nosotros un Bond mucho más humano que solo mata cuando realmente tiene que hacerlo y que valora a sus seres queridos por encima de todas las cosas, sobre todo a raíz de la muerte de sus mujeres (como ven, enlazamos directamente con la herencia de Al Servicio Secreto de Su Majestad y Solo se vive dos veces), y que no dudará en hacer lo necesario para proteger a quien quiere.

   A raíz de esto, la trama de Alta Tensión nos devuelve al género del espionaje sabiendo que será, probablemente, la última vez que puedan hacer algo relacionado con la Unión Soviética. Con el tiempo, de hecho, la propia Unión Soviética dejó de ser «mala» tal cual para centrarse en individuos de la misma que eran unos auténticos desquiciados que querían ver el mundo arder, y sus dos villanos principales, el general Koskov y el traficante de armas Brad Whitaker, son precisamente eso: un general que quiere que estalle una guerra mundial atentando precisamente contra las agencias de inteligencia para obligar a los bloques a luchar abiertamente y un traficante que le utiliza para lucrarse con ello. Son dos humanos deleznables pero son justo lo que pertenece al género del espionaje. No hay guaridas secretas ni armas del juicio final, sino espías contra espías en un argumento con los pies en la tierra.

   Y no solo esto, sino que además la chica Bond de este metraje, la violonchelista Kara Milovy, es precisamente una chica normal y cariñosa que ayuda a Dalton en todo lo que puede mientras este tiene que protegerla al ser una pieza clave en los planes de Koskov. Es rubia pero no tonta, ni mucho menos es un trofeo, un premio de consolación o un folleteo para cerrar la película como eran el resto, sino que genuinamente era un personaje más, y lo mejor de todo, un personaje humano con sus virtudes y sus defectos. James tenía que protegerla pero al mismo tiempo le gustaba, y eso mismo era lo que hacía humano al personaje: la capacidad de preocuparse por otros y saber transigir, con el violonchelo como símbolo de esa evolución.

Y todo esto sin olvidarnos de MOMENTAZOS como toda la escena de la persecución en la frontera.


   Como ven, no me canso de alabar Alta Tensión por lo que es, el bien que ha hecho y el bien que PODRÍA haber hecho a la saga. Debido a ello, me supone un nudo en el estómago tener ahora que hablar de… Licencia para Matar

   ¡OH DIOS, LICENCIA PARA MATAR!

   Licencia para Matar es una película abyecta, vil y repugnante pero justo por todos los motivos por los que NO se queja la gente de ella. Polémica en su día por su caracterización del personaje, Licencia nos muestra a un Bond en una sangrienta búsqueda de venganza por su propia mano después de que el villano de turno matara a la mujer de Félix Leiter, gran aliado del británico en muchas de sus películas, sino que le dejara medio muerto y totalmente incapacitado.

   Licencia para Matar es una pesadilla de la que uno no puede despertar. Es tensa y desagradable, con todos sus personajes completamente descaracterizados y un tono tan surrealista como oscuro. No me importa que James Bond vaya a tomarse la justicia por su mano si las autoridades no van a hacer nada para detener a un lunático como el que se nos presenta aquí, y además, estamos hablando de una versión completamente distinta de Bond, por lo que vale perfectamente. El problema viene cuando, tras una trama tan razonablemente madura como humana que fue Alta Tensión se le crea una secuela que parece sacada de la época de Roger Moore después de haberse tomado un bote entero de Prozac.

El sueño de la razón produce películas terribles de James Bond.


   El mundo de Licencia es oscuro, corrupto y malo. Nadie mueve un dedo para ayudar a Leiter ni a Bond tras la, prácticamente, la destrucción del primero, y al segundo se le tacha de traidor por buscar una nueva vía cuando las autoridades, más concretamente LA CIA Y EL MI6, SE NIEGAN a dar caza al villano. El sentimiento de angustia es continuo, uno se siente como ahogándose a cada segundo que pasa, y la transformación del protagonista en poco menos que un asesino en serie dando caza a otro asesino en serie no ayuda tampoco.

   ¿Pero quién es este villano que ha hecho LO IMPENSABLE y con mayúsculas, postrar a Leiter en la cama tras matar a su mujer y convertir a Bond en un villano? Pues bien, su nombre es Franz Sánchez y es un traficante de droga con un poder tan absurdamente grande que si lo vieran Blofeld, el Doctor Kananga (el malo de Vive y deja morir) y Hugo Drax, se morirían de envidia al no tener NI LA MITAD de influencia y capacidades económicas de Sánchez.

   A Sánchez no le basta con ser un capo de la droga, no, sino que es el mal personificado, según esta película, y hará todo lo posible para demostrarlo. ¿Con qué fin? Para dar la justificación a Bond para comportarse como un cabestro durante todo el metraje con la excusa de «¿te parece malo? Pues este otro es PEOR», porque si hubiera sido un raterillo o un traficante del tres al cuarto nadie se habría puesto a favor de Bond en esto.

   El problema es que la era de los supervillanos hace tiempo que murió y Sánchez es ridículo hasta para los estándares de Moore, sobre todo en el sentido de que su poder es I-LI-MI-TA-DO. Este personaje padece del mismo problema que el Doctor Maligno en la primera de Austin Powers: sus conglomerados y empresas legales hacen muchísimo más dinero que sus ramificaciones ilegales, las cuales, por su fuera poco, son increíblemente caras de mantener.

   Sánchez posee una cadena de casinos y de hoteles, es Presidente de una isla entera, tiene su propia cadena de televisión y domina económicamente todo Miami. Pero al mismo tiempo es el líder de un complejísimo entramado de tráfico de drogas que requiere colaboración de muchas mafias a lo largo del mundo que se comunican por medio de códigos secretos en los programas de televisión para llevar a cabo sus operaciones en una guarida secreta que resulta ser la sede de una enorme secta. O sea, con todo este poder no necesita siquiera pasar un mísero gramo de droga, y estamos hablando de 1989, finales de la Guerra Fría, por lo que tampoco tiene un objetivo para dominar el mundo como su predecesor indirecto Blofeld.

   ¿Qué es lo que pasa entonces con Sánchez? No tiene objetivos, no es siquiera un personaje, es más bien un anti-personaje, una excusa: es OBJETIVAMENTE malo en todos los sentidos para que Bond tenga una excusa con la que darle caza mientras ello mismo, el fin, justifica los medios. Y esto es lo que hace de Licencia algo tan horrendo, ser una anti-historia, una justificación para meter a un personaje tan querido a ser tan deleznable como el villano al que intenta detener. ¿Lo peor de todo? Que esto iba a continuar en la saga que tenían preparada para Dalton, pero como este no pudo seguir todo el mal que ha causado incluyendo el haber dimitido del MI6 y ser tachado como un criminal internacional y un terrorista se queda sin repercusión alguna.

Peor que el demonio si fuera pederasta.


   Sí. Así sin más. Dalton no pudo terminar lo que habían empezado y para no tener que cambiar de actor en medio de la misma saga decidieron resetearlo todo para darle el papel al siguiente que tocase en la serie nueva de los 90 y dejar lo de la continuidad para cuando buenamente se pudiera.

   En fin. Pierce Brosnan. ¿Qué puedo decir de Pierce Brosnan? Junto a Connery es el más galán de los Bond pero al mismo tiempo su serie es tan esquizofrénica como la etapa de Moore volviendo a la fórmula de salvar al mundo del supervillano de turno. ¿El motivo? La Guerra Fría hace mucho que acabó, y con el Nuevo Orden Mundial las preocupaciones pasaron de algo tan grave como la posibilidad de una Tercera Guerra Mundial a asuntos más variados. Siendo así, el Bond de Brosnan luchará contra terroristas al iniciarse la Guerra contra el Terror de los 90 y que continúa a día de hoy, pero como por aquel entonces aún el concepto del terrorismo no tenía una cara con la que poder retratarlo sin ambigüedad alguna, el papel del terrorista lo ocuparán supervillanos con un poder económico estratosférico… con diferentes resultados.

   GoldenEye constituye un comienzo fuerte para la nueva serie con una nueva declaración de intenciones en boca de la M interpretada por Judi Dench, quien deja claro que el personaje de James Bond no es más que una reliquia de la Guerra Fría. Aparte de ello, Alec Trevelyan, el antiguo 006, e interpretado por Sean SPOILER ALERT Bean constituye un villano poderoso para el propio Bond a modo de un Scaramanga moderno con motivo para ser el malo y con las mismas cualidades que el personaje de Brosnan. La película en sí no tiene mucho fuste ni tiene partes que se puedan llamar «memorables», pero es la suma de dichas partes las que la hacen una película entretenida de ver dentro de lo que es la acción palomitera.

   A ella le sigue El mañana nunca muere, tal vez la más palomitera de las cuatro películas de Brosnan y la que más parecido tiene a las de Moore, pero sorprendentemente aquí sus elementos y su absurdez funcionan: Elliot Carver, el magnate de las telecomunicaciones que provoca guerras para tener noticias, es un villano sumamente divertido de ver en pantalla; el balance entre escenas de acción y no acción está muy equilibrado y el humor sobre la absurdez del mundo de los agentes secretos está muy bien conseguido porque sabe dónde atinar (ese coche marimandón con voz de matriarca rusa es hilarante a la vez que cuñadístico) en vez de lanzarlo todo contra la pared para ver qué se queda pegado. De las de Brosnan esta es la mejor.

   El mundo nunca es suficiente, por otra parte, nos trae una trama con las intrigas de una familia de magnates del petróleo y un desquiciado terrorista ruso que recuerdan bastante a la intrincada trama de la primera película de Misión Imposible con las reservas de petróleo de Occidente en juego. Con un suspense bien logrado y uno de los villanos más competentes de la saga Bond, El mundo nunca es suficiente es una de las películas más sólidas de su franquicia.

   No obstante, como no podía ser de otra forma cuando una trilogía tiene tanto éxito, surgió en 2002 un tumor conocido como Muere otro día. Completamente innecesaria, Muere es una mancha en el Bond de Brosnan por traer una historia sumamente predecible con personajes planos, villanos tan ridículos que recuerdan a los de la época de Moore, una Halle Berry tan innecesaria como metida con calzador por ser «la famosa de moda» de la época (un «de la época para hablar del 2002». Ahí es nada) y un complot tan patético que es un calco paso por paso del plan de no-Blofeld de escamotear diamantes para meterlos en un láser orbital en Diamantes para la Eternidad.

   ¡Pero eh, al menos pudieron rodar en el hotel de hielo aquel que estuvo tan de moda a principios de los 2000! Es lo que tiene el show business, que si quieres fardar de algo o hacer turismo por la cara, siempre puedes montarte una película allí. Da igual si es buena o no, el caso es ir.

   Oh. ¿Y he dicho que el personaje «negra molona e independiente que no necesita a los hombres» de Halle Berry, también llamado «el personaje de Halle Berry», iba a tener su propia serie de películas? Ay… qué bien que en aquella época en cuanto a cine palomitero aún estábamos atascados en los bodrios de la época anterior y la burbuja de «heroínas bordes y autosuficientes» acabó estallando con… COSAS como la bilogía de Tomb Raider de Angelina Jolie y *redoble de tambor* LA CATWOMAN DE HALLE BERRY.

Nunca pensé que diría esto, pero... gracias. Gracias. ¡Gracias! ¡GRACIAS!


   Que ojo, yo personalmente no encuentro mala idea una serie secuela de algún personaje de la franquicia que haya calado o pueda calar, pero al menos QUE SEA MEMORABLE. Pero claro, estamos hablando de una franquicia en la que solo interesa un único personaje alrededor del cual orbita el resto del plantel y suerte tienen si al terminar la película uno se acuerda de sus nombres.

   Sin embargo, a pesar de ser esta decisión tan arbitraria algo de los ejecutivos de la Metro-Goldwyn-Mayer, sí era cierto que la fórmula de Brosnan acabó quemándose muy rápido y la gente quería ver algo nuevo. Total, Brosnan realmente fue una versión noventera de lo que fue la época de Moore. Sí, mucho más tragable, PERO.

   Entonces llegó la solución: quemarlo todo y sobre sus cenizas levantar una nueva franquicia Bond. En otras palabras, un reboot y a tomar por culo. Esta nueva saga empezaría de cero pero contada en un contexto de nuestros días y dentro de una continuidad propia.

   Sin actualizaciones pochas de la franquicia para justificar la continuada existencia del agente británico desde mediados de los 60 hasta la actualidad.

   Sin tarjeta de crédito.

   ¡Sin mierdas!

   Bueno, sí. Unas pocas…

   A partir de 2006 James Bond tomó un giro mucho más sincero hacia lo que había sido siempre: cine de acción simplón y palomitero. Pero esta vez sin florituras ni justificaciones y de la mano de un Daniel Craig que, aunque en concepto y en aspecto sea difícil de tragar, el tiempo ha demostrado que en general nació para este papel.

   Y como la franquicia renace, qué menos que volver a los orígenes con, de nuevo, Casino Royale, la película o concepto que da igual la época en que lo hagas porque te va a salir un churro. La versión de 1954 fue un experimento muy fallido, la de 1967 una mala parodia y esta de 2006 es putamente infumable.

   Casino Royale no sabe lo que quiere ser, y centrar su acción precisamente en un juego de cartas a no ser que sea de Yu-Gi-Oh! es un pasaje al tedio más absoluto por una parte y una imperiosa necesidad de buscar algo con que rellenar película hasta que salga la partidita de marras por otra. Y esto es lo que ha pasado: el cabezabuque de Craig de tiroteo en tiroteo y tiro porque me toca con cara de haberse tragado un ladrillo para acabar perdiendo miserablemente la partida en el susodicho casino para ganar milagrosamente al final. Ah, y LeChiffre le ha quitado el puesto a Blofeld como villano más incompetente de la saga.

   Sin embargo, y por mucho que me sorprenda, la película acabó siendo increíblemente popular (lo cual es bueno) aunque yo no entienda el motivo (lo cual es malo). Durante mucho tiempo lo he discutido con conocidos y amigos y uno acabó explicándome que Casino Royale tiene «más cine» ya solo en la propia partida de cartas al aportar «algo más» a un metraje que hasta ese momento no había sido otra cosa que acción barata… Y es que en cierto sentido lo entiendo. Pero no es lo que necesita James Bond.

[Referencia obligatoria a Los Simpson porque no me podía molestar en pensarme un comentario gracioso sobre James Bond jugando a las cartas tras haber mencionado lo de Yu-Gi-Oh!]


   ME EXPLICO: el mayor problema de Casino Royale es JUSTO esa falta de dirección y el intento algo pretencioso de meterle «más cine» solo para digerir una hora y media de acción barata. Y lo llamo pretencioso porque ha intentado hacer más de lo que en realidad puede o debe, pues lo que necesitan las películas de James Bond es una dirección clara con una trama masticada pero interesante y un personaje con carisma, que es justo lo que se espera.

   Y no, no es esto una incongruencia con respecto a las necesidades de no estancarse de esta saga porque se pueden Y DEBEN cambiar cosas. El tono, el retrato de los personajes conforme a la época… lo que viene a ser una ADAPTACIÓN, una MODERNIZACIÓN. Pero si metes y quitas sin ton ni son elementos clave sin orden ni concierto, pasa lo que pasa. Es como querer renovar la Torre Eiffel (¿aún seguirá siendo de Hugo Drax?) cambiando las estructuras triangulares por otras cuadradas o redondas. ¿Qué es lo que pasa? Que colapsa el edificio. Pues esto es igual.

   E insisto que la mejor solución es una adaptación bien hecha porque, como dije en la entrada anterior, a una película de James Bond se va a lo que se va pero con los cambios pertinentes que correspondan a cada época, pues no es lo mismo un James Bond de los 60 interpretado por Sean Connery con todo lo inherente a aquellos tiempos a un Pierce Brosnan de los 90 o un Daniel Craig de los 2000.

   Los medios y las concepciones de la calidad cambian, pero por lo general lo que se espera de sagas tan largas e inamovibles en su fórmula como esta no. O sea, si voy a ver una película de Schwarzenegger espero acción barata y un montón de humor involuntario, no un melodrama sobre la condición humana. ¿Por qué? Porque no le pega. Y con Bond pasa igual: es un personaje de cartón piedra, un matón misógino y alcohólico al que se le perdona de todo por su carisma y sus rasgos propios, ya que cada Bond es reflejo de sus tiempos:
-Connery es la personalidad y el carisma dentro de un marco tan viejuno como los 60 y70.
-Lazenby no tuvo mucho porque solo duró una película pero se caracteriza por un intento de humanidad.
-Moore es un puto meme.
-Dalton es (mejor dicho, era) guapísimo y tenía un aspecto joven y dinámico #NoHomo.
-Brosnan es la imagen que se tenía en los 90 de un triunfador.
-Y Craig es un retrato frío e irónico de una saga que sabe lo ridícula que suena hoy en día y que morirá si no se renueva.

Ya saben lo que dicen de los hombres con pistolas pequeñas, ¿no? Que tienen un gran corazón.


   Pero en fin, volvemos a centrarnos en el tema principal de esta entrada para continuar con Quantum of Solace, un MEH de campeonato que aún arrastra esa falta de dirección de la nueva saga siendo el extremo opuesto al «más cine» de Casino Royale siendo única y exclusivamente una película de tiros y explosiones con Daniel Craig entre medias y las dos fulanas chicas Bond más inútiles de todos los tiempos desde Goodnight en El Hombre de la Pistola de Oro, en la que lo que le falta a Bond aquí le sobra en palomiterismo. Vamos, que equilibrio aún cero.

   No obstante, al ser CUANTO SOL HACE Quantum of Solace una secuela directa de Casino Royale, se puede percibir un ligero, ligerííííísimo, desarrollo en el personaje de Bond, que intuyo que será la constante de esta era. ¿Pero es un desarrollo de personaje tal cual? No realmente, sino más bien putaditas que le pasan al Bond de Craig por tener un ladrillo de cerebro casi como consecuencias de pensar con los bíceps, aunque de esto hablaremos más adelante.

   Quantum en general no está mal pero se hace anodina a la larga. Sin embargo, sí destaca por presentarnos formalmente a la organización Quantum, una especie de conglomerado de banqueros y empresarios cabrones que no tienen otra cosa mejor que hacer que tocarle los huevos al mundo. Dicho así no tiene fuste y suena ridículo, pero es que al fin y al cabo esto es una película de James Bond. Sin embargo, en la práctica, este grupo de poderes en la sombra se llega a hacer muy interesante aunque sea por el secretismo y la vaguedad con la que está definido; es una nube de la que solo se conocen dos gotas de agua de las cuales, una de las cuales, Dominic Greene, me ha parecido un villano realmente maravilloso en cuanto a su plan maligno (BASADO EN HECHOS REALES), sobre todo por su originalidad y ser algo distinto a lo que hacían los terroristuchos del Bond de Brosnan (excepto tal vez Elliot Carver y cogiéndolo con pinzas) o los patéticos intentos de LeChiffre por recuperar una inversión que se había ido por el desagüe.

¡Aprende, petarda! Así SÍ es como se hace una película sobre La Guerra del Agua Boliviana.


   Lejos quedan los tiempos de SPECTRA en los que criminales y empresarios malignos de todo el mundo se unían para formar un tercer bloque en la sombra para provocar una tercera guerra mundial con la que eliminar al ganador y conquistar el mundo. Quantum es una visión de la evolución del mundo que mencioné en la etapa de Brosnan en la que banqueros, políticos y empresarios corruptos roban y delinquen impunemente, una adaptación en absoluto sutil de cómo están las cosas actualmente pero no por ello menos realista.

   Y ya para terminar, lo hacemos con una nota muy positiva con Skyfall, una de LAS MEJORES películas de todo James Bond. Concebida para celebrar el quincuagésimo aniversario de la franquicia, esta película será definitivamente el antes y el después de la dirección de la era de Craig, así como todo el reboot, introduciendo definitivamente una clara dirección y las nuevas versiones de los personajes clásicos que tanto se echaban en falta.

   Skyfall comienza con la supuesta muerte accidental de Bond en acto de servicio a manos de Moneypenny. ¡SÍ, MONEYPENNY!, quien esta vez ha dejado de ser una estoica secretaria dedicada a ser el blanco de los desprecios del agente para ser una espía y una chica de acción con una personalidad definida y una fuerza y habilidad genuinas. Esta Moneypenny ES un personaje, no un florero, y el poco tiempo que ha estado ella en pantalla me ha convencido para querer ver más de ella, ya sea en otra de las películas de Bond o en una película propia, pues si la integración de más personajes negros es lo que lleva queriendo hacer la Metro desde 2002 con Halle Berry, la nueva Moneypenny es un paso en la buena dirección.



   Tras una de las cabeceras más bellas de toda la franquicia con la voz de la británica Adele, resulta que Bond no ha muerto sino que estaba de parranda, literalmente. Pero su ausencia la aprovecha el ex-agente del MI6 y terrorista Hugo Raoul Silva, interpretado por Javier Bardem, para acosar y aterrorizar a M. Bond tendrá que volver al tajo y adecuarse de nuevo a la nueva crisis de la agencia de inteligencia mientras recorre primero el mundo buscando pistas para apresar a Silva y salvar la vida a M.

   Y déjenme decirles que Silva es, directamente, uno de los mejores villanos de toda la saga, el doppelgänger definitivo para Bond por encima de Scaramanga y Alec Trevelyan, con una inmunidad a la altura del propio Bond y una capacidad estratégica que roza lo divino. También le tira fichas a Bond. Aparte, Silva es justo el epítome de ese desarrollo de personaje que antes mencioné, haciendo que culmine en un Bond que aprende de sus errores y que sus actos tienen consecuencias: en Casino Royale la chica era mala pero Bond estaba tan encoñado con ella que no lo pudo ver hasta que fue demasiado tarde y en Quantum of Solace provoca la muerte de una de las chicas Bond y un amigo suyo, y en ambas M le da un rapapolvo por pensar con la cabeza equivocada. ¿Pero qué pasa en Skyfall? Que M muere (oh, spoilers: M muere), desapareciendo lo más parecido a una figura materna que ha tenido. Y de esta forma Bond debe madurar, que es justo la trama de la era de Craig.

«CUÑAAAAAAAAAAAAAAAA...».


   Pero si hay una cosa con la que me quede de Skyfall es justo el haber encontrado a la tercera una clara dirección en cómo será esta el reboot, así como una declaración de intenciones: la escena en la que el nuevo Q le entrega a Bond una pistola y un transmisor como único equipamiento presentando un severo rechazo por los inventos con un contundente «ya no estamos en los 60», la destrucción del legendario Aston Martin o la muerte de la vieja M.

   «Las cosas del Bond antiguo han quedado atrás»: ese es el mensaje de un Skyfall lleno de cariñosas referencias a su propio pasado mientras mira a su futuro, con al menos dos películas a modo de bilogía propia en camino y un Craig renegociando su contrato. Porque sí, mucha amenaza y tal pero esto mismo pasó con Lynch y la continuación de Twin Peaks, ¿pero adónde va a ir un señor que parece haber sido novio de la Ana Obregón?

   Pues eso.

   Y bueno, esto ha sido mi repaso en dos partes a casi toda la filmografía de James Bond. Ha sido una larga ausencia, pero the friki delivers y aún me quedan muchas más cosas de las que hablar... y otras muchas más que odiar.

«¿Pero sabéis ya o no sabéis que la entrada trata sobre las películas de James Bond? Porque lo pone en el título. Y por ese motivo la entrada trata sobre las películas de James Bond. ¿Lo pilláis o no lo pilláis?».

sábado, 10 de octubre de 2015

«Mi nombre es Bond, James Bond»: repaso a toda una filmografía (PRIMERA PARTE).

«¿Saben lo que me gusta de ustedes los ingleses? Octopussy. Debo de haber visto esa película… dos veces».
Homer Simpson, Los Simpson.


   ¡Eso es, gentuza, sigo vivo! Sigo vivo, sano, salvo y con una entrada más en este blog que tengo abandonado por proyectos personales en los que llevo unos cuantos años trabajando y que por fin he terminado. Y como dicho proyecto ya está terminado, he decidido volver a escribir aquí mientras preparo el siguiente. Pero no teman, pues esta vez vengo con un tocho bien generoso para compensar mi ausencia todos estos meses. Tanto es así, que he decidido dividirlo en dos partes para que sea más accesible y rellene el contador de entradas.

   Y como ustedes, queridos lectores, intuyo que son inteligentes (a no ser que hayan venido aquí por ver si pueden apretar los puñitos de indignación ante mis opiniones), podrán imaginar de qué voy a hablar esta vez. Y si no, el amigo Nolan os lo explica, sobre todo a los de los puñitos, que necesitan ayuda extra para comprender la palabra escrita:

«La entrada del blog va sobre las películas de James Bond. ¿Y por qué se puede saber? Porque lo pone en el título, que va sobre las películas de James Bond. Y de ahí se sabe que la entrada trata sobre las películas de James Bond, porque lo pone en el título. Y James Bond es…»


   Gracias, Nolan. Toma el bocata de choped que te prometí, ya puedes largarte. En cuanto a los demás, como habrán podido imaginar, voy a hablar de las películas de James Bond. ¿Literalmente todas las de James Bond? No, hombre, no, las de Eon Films, se sobreentiende. Vamos, las canónicas de toda la vida.

   «¡Entonces eres un poser de mierda porque la primera película de James Bond es Casino Royale de 1954 pero te vas directamente a las de Eon por ser las famosas! ¡Youtuber! ¡Vendido!», me dirán los puristas (en realidad no porque esta entrada no la va a leer ni Dios) pero qué quieren que les diga, soy el mismo desgraciado que osa hablar mal de Kill la Kill y la mierda esa de La Lego Película. Y porque todavía le queda mucho a la bazofia de Dragon Ball Super para que se acabe, pero yo ya digo que reseña caerá. ¡Al blog se viene a lo que se viene!

   ¿Pero quién es James Bond aparte de uno de los mayores símbolos de la cultura pop? Probablemente un donnadie. Originario de las novelas del escritor, periodista, comandante de la Armada Inglesa, Caballero de la Reina y buen tipo en general Ian Fleming, este espía inglés no tardó en dar el salto a la gran pantalla y en convertirse en uno de los símbolos de Inglaterra, siendo interpretado por varios actores y teniendo un legado que crece incluso a día de hoy, con sus fluctuaciones en estilo, su evolución en el tiempo, sus bombásticas cabeceras, los villanos que parecen sacados de un dibujo animado, el machismo recalcitrante, las coletillas célebres… ¿Y qué mejor para hablar de ello que haciendo una mini reseña de cada una de sus películas principales?

Pues eso.

El tipo de la portada se parece a mí cuando era pequeño. Esa es toda la información que necesito saber.


   La carrera cinematográfica de James Bond se inicia en 1962 de la mano del perfectérrimo ser de luz que es Sean Connery con James Bond contra el Doctor No. Y déjenme decirles que SE NOTA que es la primera etapa de toda la serie: sin cabeceras bombásticas ni inventos, esta película nos presenta al Bond más carismático desde su primerísima escena, en la que dice la famosa «me llamo Bond, James Bond», pero al mismo tiempo carece de una trama definida, con un metraje que nos recuerda más a una película de detectives más que el gigante cultural que es hoy en día.

   El Bond de Connery empieza como un hombrecillo espabilado que desconfía hasta de su propia sombra, un tipo duro y galán (en términos de la época, claro, es decir, un machista recalcitrante). Pero como digo, hasta la mitad de la película la trama tal cual no empieza y tenemos a un Bond yendo de escena en escena como un pollo descabezado sobreviviendo a atentados contra su vida hasta que se enfrenta al epónimo Doctor No, el primer supervillano de la saga… y un señor del que si el Doctor Maligno de la saga Austin Powers está basado en Blofeld, el propio Doctor No recuerda más al propio Doctor Maligno que el propio Blofeld en chuminadas como dar alojamiento y cena a tu enemigo, intentar asesinarlo de una forma lenta y exótica y amenazando al mundo con hacer estallar un pepino nuclear nucelar. Pero bueno, es algo básico para ser los comienzos de la saga.

   Desde Rusia con Amor, sin embargo, decide entrar ya de lleno en el género de los espías. Comienzan a aparecer los primeros inventos y toda la película es una trama sobre tres agencias de inteligencia y el grupo terrorista SPECTRA pugnando por conseguir un desencriptador de códigos. Paisajes que serán tan constantes en la saga Bond como Estambul son los grandes protagonistas, aunque esta vez como un sentido más «de guía de viajes» que de otra cosa, destacando, por ejemplo el último tercio de la película, que se desarrolla en el famosísimo Orient Express.

   Desde Rusia con Amor es una película muy especial para la era de Connery porque significa la búsqueda identitaria de una saga que busca crecer. Sí, es raro ver a un Bond infinitamente más confiado y vulnerable que aquel duro detective hecho de pura determinación en la película anterior, pero al mismo tiempo lo compensa expandiendo su universo enormemente, empezando, cómo no, por la primera aparición de SPECTRA y su líder Ernst Stavro Blofeld en una de sus, por desgracia, apariciones más estelares. ¿Que por qué digo «por desgracia»? Sigan leyendo.

   La búsqueda por la identidad de la saga terminará con Goldfinger, una de sus mejores películas incluso a día de hoy. La franquicia de James Bond encontrará la comodidad en una mezcla entre el género del espionaje y el surrealismo de luchar contra supervillanos. Irónicamente, así es como empezará la costumbre formulaica de la serie, que poco variará en su esquema narrativo (con excepciones, sí, PERO).

   Por desgracia, Goldfinger nos presenta a uno de los pocos (si no, casi el único) supervillanos verdaderamente inteligentes y competentes de la saga, Auric GoldfingNO, NOLAN, ESTATE QUIETO.

   Auric Goldfinger es EL villano Bond por excelencia, y el primero, tal vez el único, que logra derrotarle completamente. James Bond en esta película es un pelele que no logra hacer nada y solo consigue salvar el día porque consigue seducir a la secuaz femenina de este para que se apiade de él. Pero no solamente es eso, sino que la famosa escena del láser en la entrepierna se resuelve porque el propio Goldfinger es lo suficientemente resabiado como para darse cuenta de que le conviene más tener a Bond capturado con el fin de que el MI6 no mande a un espía mucho más capaz a que arruine sus planes desde donde menos se lo espere. Bond vuelve a visitar la mansión de un supervillano, sí, pero esta vez como prisionero, no como invitado. ¿Me oyes, Doctor No? ¡Así SÍ es como se hace!

«Mujeres, ¿eh? Si es que…».


   Por desgracia, Goldfinger, a pesar de lo absurdo que es en concepto como personaje, era demasiado realista e inteligente dentro de los estándares del mundo real y a partir de ahí la gran mayoría de los supervillanos acabaron teniendo el intelecto criminal de un niño de tres años. Y no hay mayor ejemplo para ello que su siguiente película…

   Operación Trueno es, a falta de un término mejor, anodina. Es TAN anodina, TAN vacua, que realmente no puedo decir nada de ella. Es una de esas películas tan poco memorables que la ves y cuando terminas ya te has olvidado de que lo has hecho. Básicamente, va de que otro de los sicarios de Blofeld roba un arma nuclear para amenazar al mundo… pero esta vez en Florida. Oh, y Bond se entera de casualidad porque RESULTA que estaba JUSTO en el lugar adecuado en el momento apropiado para toparse con el inicio de la conspiración mientras estaba de vacaciones.
 
   Y ya. Es que no puedo decir más. Bond hace lo mismo que en Doctor No pero en otro sitio y de una forma tan insustancial que literalmente no puedo seguir hablando de ella. ¿Y el villano, Emilio Largo, el señor del parche? Pues uno con un parche al que le gustan el submarinismo y los tiburones. Para de contar. Siguiente película.

   Tras el BODRIO de Operación Trueno llega Solo se vive dos veces, tal vez una de las películas más recordadas de la franquicia y un nuevo antes y después para Bond. Basada en el libro homónimo pero cambiando la continuidad, James Bond viaja a Japón tras la desaparición de un transbordador espacial estadounidense. Obviamente, y en plena Guerra Fría, el bloque americano culpa a los rusos y esto genera unas tensiones que podrían desembocar en la Tercera Guerra Mundial.

   Como ven, el tema de salvar el mundo entra en la ecuación de Bond y con un riesgo tan notable como verdadero en la época. La SPECTRA de Blofeld se revela a su vez como un verdadero conglomerado de supervillanos con recursos prácticamente ilimitados cuyos planes siguen la Teoría del Tercer Pez, el miedo a que, en caso de haber una guerra real entre la Unión Soviética y Estados Unidos, aparezca de la nada un tercer bloque que remate al debilitado ganador y domine el mundo. Y repito: aprovechen, que a partir de aquí SPECTRA irá cuesta abajo y sin frenos.

   Pero no todo es villanía pura, sino que el universo se expande con nuevas centrales de inteligencia y aliados con los que por desgracia no se hará nada; algunos de los inventos más queridos y recordados, así como el primer cara a cara de Bond y Blofeld.

   Por desgracia, la película también abusa de mucho relleno: en pleno boom de la cultura oriental, Solo se vive dos veces se toma su tiempo para disfrutarla olvidándose de que se trata de una película de James Bond, no un documental sobre la vida tradicional japonesa. Bond mismamente se casa porque sí y se convierte en un ninja. DATTEBAYO!!! ¡VAYA QUE SÍ! ¿De qué le sirve todo esto? Para la trama y la continuidad de la serie no, desde luego. ¿Pero y de lo que va a fardar qué?

La cara de Bond no solo es un poema haiku, sino que resume también la reacción de la audiencia.


   Con estas llegamos a Al Servicio Secreto de Su Majestad, la única película de George Lazenby y el primer gran cambio de actores para el papel de James Bond. Y debo romper una lanza a favor de la que tal vez sea la película de James Bond más denostada por cambiar la fórmula por completo. ¿Saben por qué? Porque al menos intentó innovar y darle tridimensionalidad a un personaje de cartón piedra. No me entiendan mal, el Bond de Connery es soberbiamente extraordinario, pero ha envejecido increíblemente mal y se ha quedado demasiado estancado para una cultura en plena ebullición ya a finales de los 60 y principios de los 70.

   ¿Cuál es el crimen que cometió este Bond para ser tan odiado? Casarse. Pero esta vez de verdad. A ver, canónicamente y siguiendo la serie literaria original, esta sería su primera boda con la de la japonesa sin nombre ni personalidad siendo la segunda, pero en el universo cinematográfico le dieron la vuelta, uno de los motivos por los que el plan no funcionó. La idea era crear un Bond más humano y realista centrándose en una historia de amor que empieza con un matrimonio por conveniencia y que acaba en un sentimiento real.

   Es más, la trama Bond del supervillano de turno haciendo cosas malas está metida con calzador y es un auténtico descarrilamiento, porque teniendo el espía que casarse con la hija de un mafioso a cambio de información sobre SPECTRA y Blofeld, podríamos esperar un villano relacionado con el mundillo de la mafia; tal vez un líder rival, una guerra entre mafias… Una historia acorde con el argumento principal. Pero no, es Blofeld otra vez, esta vez exigiendo inmunidad diplomática. Porque sí. Porque se aburre el hombre.

   El plan de marras consiste en inventarse un árbol genealógico que le enlaza con algún miembro lejano de una familia real europea para conseguir los privilegios de la inmunidad y salir a la calle sin que le detengan. Sí, como lo leen. ¿La amenaza terrorista en caso de que las Naciones Unidas no acepten? Liberar un virus que acabará con todas las cosechas del mundo. ¿Y dónde está ubicado tan terrible virus? En los cuerpos de un puñado de supermodelos que estaban allí de vacaciones. SÍ, COMO LO LEEN. Oh, y aunque el proceso sea una farsa todo tiene que ser hecho de forma oficial por medio de un genealogista real. Y no puede ser por uno que haya comprado Blofeld por motivos.

   No creo que me haga falta explicar los motivos por los que este plan sea el más jodidamente LUNÁTICO de todos los llevados a cabo por un villano de James Bond, y eso incluye los planes de Hugo Drax de resetear la humanidad desde el espacio y el de Stromberg de sumergir la Tierra e irse a vivir a una Atlántida creada por él mismo. ¡UNA JODIDA ATLÁNTIDA! Pero incluso aunque no lo necesite, me cabrea tanto que me veo obligado a soltar mil maldiciones mientras señalo por qué es el puto PEOR PLAN DE LA HISTORIA DE LA FICCIÓN.

   Porque claro, ¿por qué molestarse uno en ocultar cápsulas del virus en campos de cultivo? ¿Por qué no tener una flota de aviones que rocíen los campos? ¿Por qué no lanzar directamente una bomba vírica? No sé… CUALQUIER COSA MENOS INOCULÁRSELO A DOCE MODELOS. O sea, ¿cuál es el plan a partir de aquí? ¿Que pase el virus de persona a persona hasta que finalmente, EVENTUALMENTE, alcance los campos de cultivo DE TODO EL PLANETA? Porque claro, todos sabemos que las esferas en las que se codean las supermodelos son las mismas en las que puede entrar un pobre labriego. ¿Y qué es eso de tener que hacer un proceso oficial para confirmar una genealogía falsa a cambio de inmunidad? ¡Tienes un virus que destruye las cosechas de todo el planeta! ¡¡¡Amenaza a la ONU con ello y ya verás cómo acceden!!! O ya sé, ¡compra la voluntad de un genealogista en vez de contratar tú a uno de forma casi aleatoria y sin saber nada de tu plan? ¿Sabes por qué? Porque uno: si encuentra contradicciones no te va a regalar una inmunidad. Y dos: PORQUE PODRÍA SER UN PUTO ESPÍA CON LA MISIÓN DE MATARTE COMO HA ACABADO SIENDO.



   Y sin embargo, SIN EMBARGO, el motivo por el que el público odia esta película es por el romance en pos de un protagonista que evolucione como todos los buenos personajes en ficción. ¿Qué es lo que le pasa a la gente? ¿Desde cuándo un romance que solo va a ocupar una única película de seis que hay con esta es peor que una subtrama sobre un Blofeld que ha llegado a la autoparodia de sí mismo con un plan tan vergonzoso e insultante que no lo querrían ni en una serie de dibujos animados de tercera? Sinceramente, y aunque ninguno de los responsables pueda leerme aunque me dirija a ellos, sois LO PEOR. Y CON RAZÓN nos castigó a todos la vida con el Bond de Roger Moore.

   Felicidades: encasillar a un personaje hasta el punto de la parodia solo porque no os gusta que evolucione es lo que habéis conseguido. Solo nos ha costado la muerte de una chica Bond que podría haber dado mucho de sí para hacer inútil toda esta trama desde el principio y la aparición del peor James Bond de todos los tiempos con Roger Moore.


  
   ¿Pero qué es lo que ha pasado exactamente con Blofeld para que se convierta en uno de los villanos más patéticos de toda la ficción? Pues bien, esa respuesta la tiene Diamantes para la Eternidad. Oh, Dios, por dónde empezar…

   Qué tal diciendo que Diamantes es la continuación de la pendiente resbaladiza que seguirá SPECTRA hasta convertirse en una parodia de sí misma y una de las mayores vergüenzas de la saga Bond. ¿Por qué? Porque debido a problemas legales con el creador del personaje de Blofeld, su contraparte en las películas irá teniendo un peso cada vez menor y sus planes se volverán tan ridículos para eliminar precisamente la leyenda que sus apariciones anteriores habían traído consigo. SPECTRA ya no existe tal cual, y el gran plan de no-Blofeld consiste esta vez en robar la identidad de un magnate de Las Vegas para traficar diamantes con los que crear un satélite que lanza rayos «lá-ser» llamado The Allan Parsons Project.

   ¿Tiene algún sentido? No.

   ¿Es algo que cualquier otro de sus lacayos podría haber hecho sin necesidad de mojarse él? Por supuesto.

   Diamantes nos trajo la última aparición de Sean Connery en un patético intento de atraer a las audiencias que tan angustiadas estaban con un James Bond que se casaba recuperando al Bond carismático y machista. Para acentuarlo, también nos presenta a Tiffany Case, quien tal vez sea una de las chicas Bond más INÚTILES de todos los tiempos, probablemente la que más. ¿El resultado? Lo que viene a ser la demostración del rápido estancamiento de la saga con el tiempo. ¿Y qué es lo que se hace para continuar con una franquicia que está envejeciendo mal? ¡Cambiar de personaje! ¡Otra vez!

   De esta forma tan accidentada llegamos a la etapa de Roger Moore, el peor de todos los James Bond y uno de los más conocidos. Esta vez la franquicia, siendo consciente de lo ridículas que son sus ideas, decide aprovechar dicha característica para escribir las historias más marcianas y absurdas que jamás hayan estado asociadas con el héroe británico. Y eso ya es decir.

   La etapa de la desdicha arranca con Vive y deja morir en pleno 1973 y lo único que tiene de rescatable es el TEMAZO Live and let die de Paul McCartney.

   Siendo un pobre intento de ordeñar la moda setentera del cine de explotación, Vive se sumerge en el género de la blaxploitation para ponernos a James Bond contra toda la raza negra (¡COMO LO LEEN!), representada por un culto vudú que vende droga, controlan tanto el Bronx como Nueva Orleans, sacrifican vírgenes y, si me apuran, aporrean gatitos. Desvergonzada, patética y esquizofrénica, intenta mezclar elementos mágicos con humor con una tensión forzada cada vez que alguien de raza negra hace algo en un intento por provocar el asco para al final no saber qué hacer con nada.

thank mr.skeltal


   Posterior a esta, aparece El Hombre de la Pistola de Oro, una de las pocas películas del Bond de Moore que se salva de la pira en parte por la magnífica actuación de Christopher Lee en el papel de Francisco Scaramanga, un interesantísimo rival para Bond (y uno de mis villanos Bond favoritos, todo hay que decirlo) con sus mismas habilidades, un contrapunto que nos lleva a pensar que esto es en lo que se habría convertido Bond si hubiese decidido ser un villano.

   El Hombre, sin embargo, adolece de los típicos problemas de la etapa de Moore empezando por que Scaramanga tiene un papel tangencial como villano en todo esto y porque la película abusa de intentos de demostrarle a todo el mundo lo autoconsciente que es, buscando todo tipo de excusas para ponerse en ridículo. Y te miro a ti, escena de la persecución por Tailandia. No te creas que porque hiciste gracia en Vive y deja morir vas a volver a lograrlo reciclando exactamente lo mismo en una localización distinta.

   Y de uno de los puntos álgidos del Bond de Moore pasamos al fondo del barril con La Espía que me amó, otra película tan horriblemente anodina de la que solo pueden recordarse dos cosas: ser la primera aparición de Tiburón, el poderoso e invencible matón de la mandíbula de acero, y el plan del villano de turno, Stromberg, de inundar la Tierra e irse a vivir a su Atlántida privada. ¿Por qué? Yo qué sé, porque es malo, porque le acusaron de tocarle el culo a una niñera cuando en realidad iba a despegarle un caramelo… Si la película no se molesta en buscarle un motivo, no voy a explicarlo yo.

[Introducir aquí chiste facilongo]


   Después llega Moonraker, tal vez la película de Bond más infame y más desvergonzada al intentar ordeñar la moda que originó el estreno de La Guerra de las Galaxias dos años atrás, allá por 1977. Simplemente, recicla la trama de La Espía que me amó, con el obeso multimillonario Hugo Drax que, a pesar de tener un poder económico como para diseñar un programa espacial privado funcional y comprar la Torre Eiffel, decide gastarlo todo en intentar erradicar a la humanidad de la faz de la Tierra con un supervirus para repoblarla desde una colonia espacial sin darse cuenta de que la escasez de seres humanos en la colonia podría llevar a la endogamia y viciar genéticamente la descendencia de los supervivientes antes de tocar suelo otra vez. Aunque claro, para llevar a cabo un plan como este no descarto tampoco que uno de los requisitos mínimos sea que tus padres sean hermanos y tus abuelos primos.

   Por suerte, después de tan vertiginoso descenso, la montaña rusa vuelve a subir con Solo para sus ojos, una de mis películas Bond favoritas que vuelve a los orígenes más puros del género de espías. Aquí no hay supervillanos ni conspiraciones locas, sino que se trata de agencias de inteligencia contra agencias de inteligencia. ¡Y funciona!

   Solo para sus ojos es un excelente descanso después de tanto villano bombástico y tanta rimbombancia con demostrar lo autoconscientes que son las películas de Moore: se toma en serio sin pasarse, es realista, genuinamente entretenida, y dedicar gran parte de su acción a un solo sitio (Grecia) ayuda a la propia trama a centrarse en lugar de querer viajar por todo el mundo por el mero hecho de que puede. Asimismo, esta fue la película que acabó definitivamente con la saga de Blofeld al darle Bond matarile por fin de una forma tan necesaria como poco ceremoniosa; en pocas palabras, una eutanasia.

   No obstante, el ascenso no dura mucho y volvemos a caer hasta la más absoluta mediocridad con Octopussy, de nuevo, otra película de la que realmente no hay nada que sacar más allá de que si esta fuera española al personaje de Octopussy le habrían caído collejas por todas partes por llamarse «Pulpiña» o peor aún «Octocoñito».

   Por último, y terminando casi en un acto de misericordia la pesadillesca era de Moore, tenemos Panorama para matar, otra película de relleno en la que el mejor agente secreto de toda Inglaterra es enviado para investigar si un ricacho está dopando a sus caballos y se topa sin querer con un complot de dicho villano para provocar un terremoto en Silicon Valley el Valle de la Silicona. Ah, y resulta que el malo es una especie de superhombre nazi creado genéticamente à la Liquid Snake con el mismo tono de rubio y al que le acompaña en todo momento una negra guardaespaldas halterofílica. Total, para lo que me queda en este convento...

Silicon Valley en toda su gloria según el traductor de Panorama para Matar.


   Y hasta aquí puedo escribir. Bueno, en realidad no porque la entrada ya está escrita del todo, lo que pasa es que soy un vago. Pero no olviden volver la semana que viene para la continuación de esta entrada retomando este repaso por la franquicia cinemática Bond desde el guapísimo Timothy Dalton hasta el controvertido Daniel Craig.


   The Friki Cabreado will return in «Mi nombre es Bond, James Bond»: repaso a toda una filmografía (SEGUNDA PARTE).



   A quién pretendo engañar, si no va a venir nadie...