lunes, 25 de mayo de 2015

El Día del #OrgulloFriki… y otras formas de dar vergüenza ajena.

«Los "frikis" dominaremos el mundo».
Delirios de Germán Martínez, el señor al que se le ocurrió esto.


   «Si hay una cosa que detesto profundamente, es la soberbia. Y por “soberbia” inclúyase también todo aquello que esté relacionado con el concepto: la petulancia, la prepotencia, la pomposidad… Y si ya eso es una de las pocas cosas me sacan verdaderamente de quicio, el sector ocupado por la gente pretenciosa es el que más me afecta.

   Sí, ya saben, esa gente que no tiene nada de lo que presumir en la vida y sin embargo intenta aparentar todo lo contrario; esa gente que oculta su falta de dones con el defecto de alardear de lo contrario como sea en una farsa de proporciones épicas. […] verdaderamente no hay pocos ejemplos mayores de patetismo que los que la gente pretenciosa y sus intentos de impresionar a los que consideran el vulgo con sus efímeras muestras de [escoger objeto/hecho/habilidad con el que se desea restregar en la cara a todo el mundo]».
 
   ¿Se acuerdan de estos párrafos? Deberían. Al menos los cuatro gatos que hayan seguido este insigne barco del odiatodismo desde el principio porque si no, son unos posers, ya que con estas mismas líneas empezaba la primera entrada de mi blog, Ser seriéfilo… y otras formas de dar vergüenza ajena, hará más de un año. Y para sorpresa de nadie, mi opinión al respecto no ha cambiado ni un ápice: sigo detestando a los «seriéfilos» de la misma forma que detesto a los youtubers, a los fans de Scott Pilgrim, a las mojabragas seguidoras de Laura Gallego, todo lo relacionado con Kill la Kill o a todo aquel que COMO MÍNIMO haya pensado alguna vez que La Lego Película es pasable. COMO MÍNIMO. Sin embargo, the ride never ends, como diría el buen meme, y hoy siento vergüenza ajena a algo que ha pasado en el día de hoy: el Día del Orgullo Friki…



   ¡OH DIOS, EL PUÑETERO DÍA DEL ORGULLO FRIKI!

   Y bueno, no es que vergüenza ajena por algo que ha pasado «hoy», sino que verdaderamente la siento todos los años que sucede esto, lo que ocurre es que este año las cuotas de cromosomas sobrantes han alcanzado la masa crítica. Y cuando una cosa cabrea al señor que escribe estas líneas… es el momento de CONTRATACAR.

   ¿Pero en qué consiste el Día del Orgullo Friki? Pues básicamente en sentirse «orgulloso» y proclamar a los cuatro vientos (mejor dicho, a las cuatro redes sociales) que uno es «mazo friki xdxdxD». O lo que es lo mismo, y escrito de una forma que evite que a ustedes les sangren los ojos, «¡miradme, soy fan de Big Bang Theory! ¡Ains, qué friki soy!», «una vez vi La Guerra de las Galaxias Star Wars, ¡amadme por ello!», «¡sé quién es el señor Spock y eso me hace más especial que nadie!» o «yo es que tengo todos los libros de Canción de Hielo y Fuego Song of Ice and Fire, ¿puedo molar ya?». ¡Exacto, el día de ESA gente!

   Básicamente, hoy es el día de los frikis de postín, de los especialitos, de los «seriéfilos» y de los que se creen alguien por haber jugado a algún juego de la Playstation 1 hace ya años. Porque claro, ver la tele o jugar a la consola no son cosas que haga todo el mundo, sino que hacen falta unos talentos muy especiales que verdaderamente son motivo de un orgullo literal y por ende necesitan un día para reivindicarlo. Claro, que parte de esta gente normalmente no se calla ni debajo del agua al respecto el resto del año pero eh, HOY es cuando son especiales por ello. ¡España va bien! ¡Fulanito es El Especial porque sabe reconocer el saludo vulcaniano en una foto! Porque claro, ni que fuera un símbolo conocidísimo en la cultura pop y que se lleve referenciando desde mediados del siglo XX hasta el día de hoy, ¡es porque él es muy friki y por ello merece alabanza!

   Hoy es el Día de las Etiquetas también. No, no las de la ropa, sino que me refiero a lo que ya argumenté en Ser Seriéfilo…


«Un ejemplo de cuán incompetente y patética puede llegar a ser mucha gente con tal de aparentar algo que no es, por impresionar a alguien o por formar parte de algún colectivo que excluya al resto».

  Un día de orgullos inmerecidos y estúpidos por nada en particular pero que tenemos que tragarnos igualmente desde que es Trending Topic y porque algunos de ustedes tendrán la desgracia de acabar aguantando a alguno de estos elementos en sus tablones hasta que se acabe la jornada y entonces ya vuelvan a ser (probablemente) «normales». ¡Total, si esto es como La Purga, un día al año no hace daño! ¡Seamos subnormales! ¡Comportémonos como críos! ¡Quién quiere personalidad cuando es jornada de puertas abiertas en el colectivo X! ¡Está de moda ser X, y cuando deje de serlo, entonces nos volveremos todos del colectivo Y, o si no del Z!

   Y esto es justo lo que no aguanto: esa falta de criterio, esa falta de personalidad, esa necesidad de reivindicar y presumir por algo que no ser es o por lo que no se necesitan en primer lugar motivos para sentirse orgulloso uno. Y a eso me refiero con lo de «frikis de postín».

   Pero la pregunta es la siguiente: ¿acaso existen hoy en día los frikis de no-postín, los frikis «naturales»? ¡Pues claro que no, tontopollas! Hoy en día, por mucho que a tantos les pese, el frikismo es, en su mayor parte, una reliquia del pasado, o como mucho, según la RAE en su tercera acepción, una «persona que practica desmesurada y obsesivamente una afición», así que como no sean ustedes, por ejemplo, unos otakitos que tienen la pared empapelada de fotos de mangas y animes, cenan frente a un monitor con la foto de una waifu y duerman con una almohada sexual, siento decirles que ustedes no son frikis, ya me quieran tirar a la cara sus kunais de plástico o sus Calls of Duty Spyros de PS1 recién desempolvados para la ocasión o no.

   Por mucho que les duela, ustedes, caballeros y señoritas, no son frikis; solo son gente con aficiones.

Viva imagen del éxito. ¡Qué envidia...!


   «Friki» ha sido desde siempre un coloquialismo que ha tirado a lo despectivo, y de hecho viene del inglés «freak», que viene a significar «raro» o «monstruito», no es una cosa de la que uno se deba sentir orgulloso. ¿Quieren saber quiénes son los frikis de verdad con toda la propiedad de la palabra? ¿Por qué no damos un paseo por la calle de los recuerdos de la mano de nombres como Carmen de Mairena, Paco Porras, La Bruja Lola o Raúl DG, gente con la que nadie querría tener trato ni que la relacionasen con ella? ¿Que el término se acabó extendiendo a la gente que tenía unos intereses diferentes a los de la mayoría de la gente? Pues también es verdad, pero más verdad es que eso fue ANTES. AN-TES. EN EL PASADO.

Al parecer, hoy también es el Día del Resentido...



   ¿Porque quién no ha visto una serie de moda hoy en día? ¿Quién no tiene videojuegos en su casa o no conoce algún icono famoso del manganime aunque sea de vista? El frikismo como se vivía en el pasado con la exclusión de la gente con gustos centrados en los dibujos o los videojuegos ya no existe como tal porque TODOS hemos acabado siendo fans de algo; los gustos minoritarios son ahora los mayoritarios, y si no, están equilibrados con el resto de intereses populares. Vivir hoy en día obsesionados con ese pasado no es ya solo una ranciedad, sino que demuestra de qué va cada uno, más concretamente quién es «friki» por alardear de ello.

   Pero claro, eso no interesa, ¿verdad? Eso no interesa porque lo que interesa es que aún siga existiendo esa diferenciación, esa obsesión por distinguirse uno del resto de seres humanos. Y si encima uno puede entonar el «ay de mí» y otros victimismos, mejor que mejor, ¿a que sí? ¡Porque qué malos esos canis que se reían de nosotros en el instituto! Porque no es que hayan pasado más de diez años desde entonces… ¡Qué injusto que ahora quieran formar parte de una subcultura que antes despreciaban! ¡Qué terrible es que hoy en día haya tanta gente que quiera tener unas aficiones parecidas a las tuyas! ¡Nosotros éramos los diferentes! ¡Nosotros éramos los ESPECIALES! ¡Y ahora resulta que ya no somos nada…!

   Claro, porque al parecer las subculturas no son un grupo de personas con un conjunto distintivo de comportamientos diferentes a la cultura predominante, sino que son una élite que debe vivir apartada del resto del mundo mediante trajes protectores que les aíslen de todo lo que no sea de su ambiente no vaya a ser que se les llene esto de chusma, ¿verdad?

«Uf, cómo se nos está llenando esto de posers. ¡Cada año peor! Vamos, Maritrini, declaramos nuestro frikismo y nos vamos antes de que nos toque algún plebeyo». 


   ¿Y saben? Dejen que les confiese algo que seguro les va a sorprender: por este tipo de cosas DETESTO el término «friki».

   Sí, ya sé que es raro viniendo de alguien cuyo blog se llama Reflexiones de un Friki Cabreado, pero aquí está el quid de la cuestión: ¿ese «friki» que ven ustedes ahí arriba? Es una simplificación, una licencia llamémosla «artística». Mi blog tiene semejante palabro para simplificar la temática de la que aquí me gusta hablar, que viene a ser todo lo relacionado con películas, series, manganime o videojuegos, cosas simplistamente llamadas «frikis». ¿Soy friki por ello o me considero como tal? Pues no, EN ABSOLUTO.

   Entonces, ¿por qué me hago llamar «Friki Cabreado» por estos lares (y sin tener nada que ver con el tontaco ese del Twitter)? Pues porque aparte de que resume la temática de mi blog, yo me considero una persona pragmática. Y como soy una persona pragmática, sé distinguir entre mis gustos y mis beneficios, y me beneficia en ese sentido un término que, aunque no me gusta, es el apropiado. Igualmente, en mi Twitter puedo hacer chistacos de mierda con referencias a Kill la Kill y no por ello voy a sentirme mal ni soy un hipócrita.

   Sin embargo, odio el término «friki», y lo odio por lo arriba expuesto, por lo que se ha convertido, en un pretencioso sinónimo para que los mongolitos celebren algo ridículo y nos lo tengan que restregar a los demás por la cara. Y odio la palabra «friki» al igual que odio la palabra «seriéfilo», al igual que odio la «gamer», al igual que odio la palabra «youtuber», al igual que odio y odiaré todo tipo de etiquetas de mierdas creadas por los cuatro fracasados de turno para intentar distinguirse de los demás en algo para lo que no se requiere esfuerzo alguno porque en sus vidas diarias son incapaces de destacar en nada.

   Y ojo, yo soy una persona que lleva jugando a videojuegos desde los cuatro años, llevo viendo animes desde que tengo memoria y en total habré visto unos cuantos miles sin exagerar, me gustan muchas series, me gusta el cine, me gustan los comics, me gustan las chorradas de internet… Por gustarme, me gustan hasta los putos memes. ¿Alguna vez he presumido de ello? No, pues no hay nada de lo que presumir, ya que me siento lo suficientemente satisfecho conmigo mismo y con mis gustos como para no sentir la necesidad de ir clamándolo a los cuatro vientos.

   ¿Me llamaron de todo en el colegio por no gustarme el fútbol y sí los pokémon, la Game Boy o los digimon? Por supuesto. Pero he aquí la diferencia: yo he madurado, esos traumas jamás he dejado que me afectasen, y soy una persona completamente normal. Yo me preocupo de mí mismo, y como dice la canción, «lo que piensen los demás está de más» (al menos hasta que me toquen los cojones).

   Odio el Día del #OrgulloFriki; menos mal que es una vez al año.


Y aun así ya son demasiadas veces.