miércoles, 31 de agosto de 2016

Over the Garden Wall: pretenciosa y sobrevalorada.

«Superficial y pedante».
Peter Griffin, Padre de Familia.

   Después de tener un tiempo «pendiente» (si se puede llamar así) Over the Garden Wall, por fin me he decidido a verla. Y realmente no sé lo que esperaba encontrar cuando ya de por sí era una serie que había hecho saltar todas las alarmas en mi cabeza en el peor sentido posible. Básicamente, es ese tipo de fenómeno que empieza con un culto demasiado grande y con gente de demasiada edad como para tratarse de una miniserie de dibujos animados repitiendo al unísono como si de un credo se tratase lo BUENÍSIMA, BELLÍSIMA y PROFUNDÍSIMA que es la serie sin contar detalles o sin profundizar (valga la redundancia) en ninguno de los temas. «Pero oye, a lo mejor funciona», pensé, tonto de mí. «Te encantó Gravity Falls y la gente suele compararla. ¿Por qué no le das un tiento?», continué neciamente. Y heme aquí.

   Over the Garden Wall es la pretenciosidad hecha dibujo animado, un intentito de «el arte por el arte» imitando los horrores animados de Hayao Miyazaki (cuya obra de por sí ya DETESTO) mientras sus creadores intentan meter con calzador en una serie de diez capítulos existencialismo barato, terror psicológico del malo y personajes random para apelar gratuitamente al público perfil demográfico del «es que los dibujos animados de hoy en día son para adultos». Y como el que mucho abarca poco aprieta, nos encontramos con una serie de animación normal carente de trama, plagada de relleno, personajes odiosos y las mismas moralejas rancias y quemadas que ya hemos visto millones de veces antes. Pero eso sí, bajo la pretensión de «subvertir». Porque si no sabes hace nada a derechas, di que lo estás «subvirtiendo», que así quedarás mejor, quedarás profundo, quedarás intelectual y nadie se atreverá a toserte.

Básicamente, esta es la señal que recibo cada vez que la gente
se pone en plan que no caga con estas chuminadas.

   Over the Garden Wall trata supuestamente de dos hermanos, Wirt y Greg, que se pierden en el bosque y deben volver de camino a su casa. Sin embargo, tras encontrarse con un misterioso leñador que les advierte de la presencia de una bestia y tras conocer a Beatrice, un pájaro parlante, comenzarán un descenso a la locura de aleatoriedades en la versión boscosa de un fregadero de estilos artísticos y fantasía genérica hasta que se separan, se unen, derrotan a la bestia y todo resulta ser un sueño. No, no voy a decir que «de Resines» porque está el meme muy quemado.

   La trama de por sí no da para mucho y realmente podrían haber hecho algo por desarrollar el escasísimo plantel que propone para presentar un producto que verdaderamente podría haber sido filosófico, existencial y profundo mientras se mantienen los elementos para que se entretengan los críos y una rica narrativa. Pero claro, en una época en la que en términos de animación solo importa ser el nuevo George Lucas en su época de las precuelas de Star Wars y demostrar lo que los efectos especiales (en este caso los nuevos estilos de dibujo y la animación) pueden hacer, no hay tiempo para eso. En su lugar tenemos unos protagonistas planos y odiosos, un conflicto que se resuelve solo y que apenas toca a los personajes principales y toneladas de relleno tanto para alcanzar el número arbitrario de capítulos que debe tener la serie como de minutos por episodio.

   La serie está plagada no, INFESTADA de auténtico relleno.  Y es algo INSULTANTE dentro de una serie de diez capítulos, pues literalmente más de la mitad lo son. Los personajes llegan a un sitio, se ven envueltos en la situación estrafalaria de turno, la resuelven y salen de ella de la misma forma que se metieron sin haber aprendido nada de nada ni haber desarrollado sus personajes ni una pizca en busca de una nueva situación estrafalaria en la que meterse. Y todo eso sin mencionar el relleno de DENTRO de los episodios, pues da igual si se trata de un capítulo de la trama o no, si a los guionistas no les da para alcanzar los diez minutos que dura cada uno, tengan por seguro que se sacarán del culo un número musical capaz de durar al menos DOS TERCIOS del capítulo en sí. ¿No me creen? Bueno, ahí tengo los capítulos del barco de las ranas y el de Greg en la ciudad en las nubes como pruebas.

MUCHACHADA NUI
¡NUI!

   Y si ya fuera malo todo esto de por sí, luego está lo PREDECIBLE que es la serie. Porque es predecible. MUY predecible. Tanto que a partir del segundo capítulo ya cualquiera puede ver cuál será el giro de tuerca. ¿El motivo? Que esta serie no sabe utilizar el giro de tuerca y, como si de cualquier cosa hecha por el patán de Steven Moffat se tratara, abusarán del elemento para meter como mínimo uno por capítulo.

   Literalmente TODOS los giros de tuerca de la serie son justo lo contrario de lo que al principio las cosas parecen, y ya con esa pista cualquiera puede saber de qué trata de verdad la trama de cada uno: ¿que un pueblo de hombres-calabaza obliga a trabajar a los niños y estos encuentran dos esqueletos? ¡Es que es un pueblo de esqueletos que se disfrazan, pero esqueletos buenos, no de los que matan! ¿Que un multimillonario avista un fantasma en su laberíntica mansión? ¡Es que son dos mansiones que se han solapado y vio a la dueña de la otra casa! ¿Que una joven ha sido esclavizada por una bruja cabezona que habla todo el tiempo de un espíritu maligno? ¡Es que la joven ES el espíritu maligno! Y así hasta el infinito.

Sutil.

   Todo esto, claro, sin mencionar que cuando un giro de tuerca barato no da para resolver un asunto, siempre podemos echar mano del buen, fácil y gratuito deus ex machina de turno. Ya de paso, tampoco hablemos de que en tan poco tiempo acabamos tan saturados de diferentes subtramas argumentales que hasta la propia serie parece perder la pista de en qué trama centrarse, dando como resultado en ir cambiando de tramas de manera superficial sin avanzar ni profundizar realmente en ninguna de ellas.

   Y que nadie me venga con que «es que son dibujos para niños» porque si una serie tiene una trama de mierda, tiene una trama de mierda indistintamente del público. Y peor aún es esa excusa si personas supuestamente ADULTAS la definen por su profundidad y calidad narrativa.

   Aparte de todo esto, si la serie tuviera unos buenos personajes o los desarrollaran mínimamente a lo mejor sería un aspecto que no estaría del todo mal. Pero no, craso error (como lo que es esta serie) una vez más. Los personajes son ODIOSOS, de lo más repelente que me he echado en cara desde hace mucho tiempo ya sea porque son planos, tienen una personalidad horrible, les fuerce el guion o una mezcla de todo al mismo tiempo. Wirt es un cínico prepotente, Greg es básicamente Bob Esponja si fuera humano y Beatrice es una pájara (en las dos primeras definiciones que da la RAE) impertinente mientras que el resto de personajes secundarios están para rellenar tiempo de los capítulos con la Bestia, el supuesto villano principal de la historia, como el caso más sangrante de todos.

¿Para qué centrarnos en las relaciones de dos hermanastros de edades tan distintas aprovechando una situación tan poco habitual cuando podemos centrarnos en el niño pequeño siendo más random que Bob Esponja? ¡Algún meme podremos sacar!

   De todo este asunto, lo que pasa con Wirt es lo que más me toca las narices de esta serie, ya que Wirt es el único personaje que actúa de forma natural y racional; es el único personaje que parece HUMANO dentro de una situación que le sobrepasa totalmente. Y aun así la serie constantemente tiene que humillarle y dejarle como el que nunca tiene razón por no abrazar la locura como el resto de personajes. El guion constantemente le ridiculiza y le deja como un cínico egoísta solo por ser una persona racional en un mundo irracional, y la serie espera que nos pongamos en su contra cuando él es el único que sufre y el único que está preocupado por lo que está sucediendo a su alrededor mientras que su hermano Greg se tira los capítulos comportándose como un retrasado mental por el «jaja ke random loool» y Beatrice siendo una niñata impertinente que desde el principio ha estado manipulándolos para que su trama se resuelva sola como ya viene siendo la costumbre.

   Y sin embargo, como no podía ser de otra forma, cada uno tiene en los últimos capítulos de la serie su «evolución» en forma de que no evolucionan nada a excepción de Wirt y él ni siquiera aprende nada sino que cambia de parecer de la noche a la mañana sobre si salir con la chica que le gusta o no. Greg empieza la serie siendo un tontopollas random y termina siendo un tontopollas random mientras que Beatrice consigue lo que quiere al final (liberar a su familia de una maldición que los había convertido a todos en pájaros) y ni siquiera es capaz de mostrar un mínimo respeto por su madre porque su moraleja sobre no ser una criaja impertinente se le pasó volando y nunca mejor dicho.

   Luego está la Bestia, el supuesto villano de la serie y considerado, según la Wikia, como «uno de los villanos más viles de Cartoon Network». Aparentemente parece que va a ser un personaje interesante debido a que de ella solo se ve la silueta hasta prácticamente el final y que es un personaje bienhablado y manipulador a pesar de su horrible apariencia, habiendo conseguido acabar con las vidas de posiblemente cientos si no miles de personas a la vez que tiene al pobre leñador esclavizado para convertir a dichas víctimas en aceite para alimentar la lámpara que contiene su alma. Sin embargo, en el concepto está la chicha, ya que en la serie solo aparece escasas veces, solo interactúa dos veces con los protagonistas y luego la crisis que presenta se resuelve sola sin necesidad de que Greg ni Wirt hagan nada al respecto. 

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   Porque en eso es en lo que se resume esta serie (y ya de paso en lo que se resume cualquier serie animada que echan hoy en día que hace que os paséis décadas sin cagar): os ponen cuatro elementos de «terror» y un poco de filosofía barata «adulta» y se os hace el culo Pepsi-cola sin pararos a pensar siquiera si la serie en realidad es tan buena como en un principio parecía. Pero claro, así es como son las críticas del siglo XXI: mejor sonar inteligente que serlo, ya que lo primero es más fácil y te hace parecer más único que lo segundo.

   Over the Garden Wall es tan MALA que es hasta insultante que haya quien la compare con otras series, sobre todo poniéndola al nivel de Gravity Falls. Gravity Falls, aunque contara en comparación con infinitud de episodios, sabía dar en el clavo: el humor estaba donde se lo necesitaba, el desarrollo de personajes estaba trabajado, los elementos de terror sabían ser sutiles y era una serie que sabía tratar a su audiencia de forma inteligente. ¡¿En qué momento a nadie se le ocurrió comparar ambas series?!

   Coño, es que si vamos a comparar, no nos quedemos ahí. ¡Yo también sé jugar a este juego! Aunque uno de los puntos más débiles de Historias Corrientes fuera su mal desarrollo de personajes, al menos sabía tratar las relaciones entre los mismos de manera natural. Y por mucho que me repela, AL MENOS Hora de Aventuras acabó teniendo una historia de fondo decente y un buen desarrollo de personajes aunque todo fuera un refugio en audacia de su creador para hacer parecer que su serie de dos tontos haciendo tonterías en un mundo mágico tenía trasfondo y madurez algunos.

Algo así es la cara que se me pone ante el «como X pero con» de turno.

   Y sin embargo, tener que hacer todas estas comparaciones absurdas y fuera de lógica me hacen sentir mal porque en el fondo no dejan de ser absurdeces, de la misma forma que comparar Over the Garden Wall con cualquier otra serie para hacerse el listo cuando en realidad no se sabe defender con argumentos una serie que le gusta a uno es ridículo.

   Over the Garden Wall es mala. MUY mala. Una serie infantil que quiso ponerse zapatos de adulto jugando con elementos argumentales, temáticos y narrativos que le vienen demasiado grandes porque carece de las nociones más básicas para manejarlos. La animación es normalucha, los personajes son odiosos y planos, el relleno injustificado ocupa más del setenta por ciento de toda su duración, la música suena falta de inspiración por no ser más que una forma de alcanzar el tiempo de duración estipulado en vez de ser una forma de enriquecer la trama, tanto la fantasía como los estilos «novedosos» de dibujo están a estas alturas tan trillados que parecen rozar la autoparodia e intenta dar unas moralejas tan vacías e inexistentes que más que sentirse inspirado por el ejemplo de los personajes lo que le dan ganas a uno es de beber un vaso de lejía para olvidar que ha pasado por tal tormento.

   Pero eh, que los cuatro copitos de nieve especiales de internet de siempre dicen que es muy profunda. ¡Será verdad y todo!

   Y lo peor de todo es que parece mentira que para esta reseña haya necesitado unas seis páginas de Word cuando esto es ya más esfuerzo que el que cualquiera del equipo de la serie haya puesto a lo largo de la misma. ¡Que te den, Over the Garden Wall! ¡Me debes cien minutos de mi tiempo!

lunes, 1 de agosto de 2016

Pokémon Go: HABEMUS NUEVO FANDOM TÓXICO.

«El fanatismo, venga de donde venga, acaba con todo».
Santiago Posteguillo.

   Al igual que un molesto herpes que sale en la parte más visible de la boca justo antes de que tengas una cita, vuelve una vez más Reflexiones de un Friki Cabreado a levantar escozores, ampollas y pústulas entre el gentío. Esta vez hablando de la nueva moda asquerosa de turno que amenaza para quedarse (lo que dure la moda, claro) y dar el coñazo todo lo que pueda y más: Pokémon Go.

   Si ustedes son de esos afortunados que han estado viviendo fuera de las redes sociales debajo de una roca y no saben lo que es, CUÁNTO LES ENVIDIO Pokémon Go es una aplicación móvil por la que uno puede salir a la calle a cazar bichos con la cámara del smartphone y ser el mayor autista coleccionista de pokemones del mundo mundial.

   El juego de momento es gratis para jugar y es accesible a todo aquel que no tenga una patata tecnológica. Por el contrario, los servidores se caen cada dos por tres, las funciones que requiere drenan las baterías de los teléfonos como los murcianos el agua manchega y la obtención y entrenamiento de los bichos está convirtiéndose en una competición más de suerte y picaresca que de habilidad o seguir las reglas. Pero bueno, esas son las típicas cosas que se pueden esperar de una aplicación para el móvil y algo tan influyente como es Pokémon. Y para bien o para mal, me da igual.

   Socialmente, a las buenas, se trata de la realización del sueño de la infancia de mucha gente que creció con el fenómeno que supuso esta franquicia y de hacer realidad las insistentes increpaciones de los padres de antaño del «a veh si saleh a la calle que ehtáj to’l día con la maquinita». ¡E incluso se comenta que hay gente con la que se puede socializar con esto! Por el interés, ojo, pero socializar. Y a las malas el ordeñe de una franquicia incapaz de morir mediante la atávica nostalgia de los niño-hombres más inmaduros.

   Y personalmente, qué quieren que les diga: me da del todo igual. No es una cosa que me llame, no es una cosa en la que gastaría un segundo de mi tiempo y aborrezco lo suficiente los pokemones como para que la sola mención al objetivo del asunto me repela. E igualmente, podría morir de deshidratación de lo mucho que me suda la polla cuando veo a alguien jugar o pasárselo bien al respecto.

 
No será la panacea, pero sí reconozco que muchos habríamos hecho LO INNOMBRABLE por haber tenido algo así de pequeños.


   Sin embargo, hay una cosa que me repatea y que tengo que ver en redes sociales, principalmente Twitter, día sí y día también. Una cosa tan tóxica, dañina y obsesiva que siento mis neuronas y mi paciencia morir cada vez que veo una mención al asunto: el fandom.

   El fandom de Pokémon Go, para que me entiendan ustedes, viene a ser la cosa más tóxica, sectaria, violenta y recalcitrante desde el fandom de Harry Potter. Gente que ha convertido una aplicación para pasar el rato alimentándose de la asquerosa nostalgia en una mezquina competición de egos rotos y complejitos que tapar de la forma más barata posible.

   «¡Pero Friki Enfurruñado, es que no te gusta que la gente se lo pase bien con algo que les gusta y a ti no! ¡Eres un hater! ¡Policía de la diversión!». Este argumento tan putifanístico es falso. MUY falso. Tan falso como la supuesta integridad de alguien que se haya sacado la carrera de Periodismo por la Complutense. Y para rebatir semejante ad hominem soplapollez, volveré a repetir una cosita y a ponerla en negrita y subrayados a ver si eso consigue atravesar la barrera de su ceguera: yo no tengo NINGÚN PROBLEMA con que la gente se lo pase bien con esto, no tengo NINGÚN PROBLEMA con que la peña suba memes y no tengo NINGÚN PROBLEMA con lo que cada uno decida invertir su tiempo y su dinero. Por mí como si todos ustedes, queridos seguidores y putifans de este «juego» cogen, van a las oficinas de Niantic y hacen cola para succionarles las gónadas con fruicción a todos y cada uno de los empleados que participaron en la creación y desarrollo de Pokémon Go.

   Sin embargo, LO QUE NO ES DE RECIBO es encontrarse todos los días una competición absurda de vanidades, de ver quién tiene los cojones más gordos a costa de insultar al de al lado; todo reflejado en una timeline de Twitter literalmente PETADA. Porque da igual lo que hayamos crecido en edad, mucha gente sigue siendo igual de inmadura que en los primeros años del colegio. Y esta moda lo demuestra: habéis convertido un pasatiempo en un «a ver quién mea más lejos y tonto el que no comparta lo que a nosotros nos gusta».

   ¿Lo gracioso del asunto? Es que tres colores. ¡Tres simples colores! Han sido motivo más que suficiente para una continua fuente de salseos, impertinencias y demás infantilidades.

   Como sabrán a estas alturas (y si no lo saben, ya estoy yo para informarles), Pokémon Go segrega a los jugadores según tres colores a los que cada uno deba elegir enlazar a su perfil. Y a esos colores, rojo, azul y amarillo, las cabezas pensantes de Niantic decidieron ponerles los rimbombantes nombres de «Equipo Valor», «Equipo Sabiduría» y «Equipo Instinto». Sin embargo, más allá de los cursis nombres, los «equipos» no dejan de ser un «ponte el color que más te guste». Pero como no podía ser de otra forma, las cabezas no-pensantes de turno decidieron tomarse en serio los nombres de marras y sentirse «identificados» por unas palabras que de por sí están totalmente vacías.


¿Quién murió y dejó al mando a Usuario de internet #ZX-38923038629 
ser el portavoz del fandom y decir a todo el mundo cómo se debe saludar a otros equipos?


   A partir de ese momento, raro es el día en los que uno no pueda encontrarse con discusiones que van de «mi Equipo X es mejor que el vuestro» al «es que los del Equipo Y son tontos y los del Equipo Z somos los listos» pasando por toda una recolección de todos los insultos que pueda haber llegado a conocer la RAE. Porque al parecer lo único que nos ha traído la edad ha sido la libertad de llamar de todo a todos sin que nadie reciba una colleja por ello. Y oye, quien se quiera matar por unos simples colores, que se mate. «Selección Natural», se llama. Igual que con todos los accidentes causados porque el tonto de turno no miraba donde iba ya que estaba más preocupado de cazar al enésimo Pidgey que de que estaba en medio de la carretera.

   Aquí es donde entran las cuñadeces, las soberbias, las pretenciosidades, las hipocresías, las traiciones y todos esos rasgos que más odio en el ser humano, todos ellos de la mano de tres colores. Porque está visto que en ni en internet ni en ningún sitio podemos tener ya cosas bonitas o ser seguidores de algo sin tener que insultar al de al lado o compararnos con él: el Equipo Valor está lleno de cobardes que insultan detrás de la pantalla de un ordenador, el Equipo Sabiduría lleno de ignorantes y demás incompetentes y el Equipo Instinto de auténticos energúmenos con los sentidos más dormidos que un oso perezoso.

   Y podrían llamar a los equipos de otra forma. Podrían llamarlos «Manos», «Pies» y «Esternocleidomastoideo»; «Carne», «Verduras» y «Pescado»; «Glande», «Prepucio» y «Testículos» o «Tontos», «Idiotas» y «Estúpidos», ¡pero daría del todo igual! Porque las riñas siempre seguirán ahí. 

   ¿Pero sabéis qué es lo gracioso? ¿Queréis saber qué representan estos equipos en verdad? Estos equipos no representan literalmente NADA. Como mucho a una panda de niñatos que se pelean por ver quién es el más pedante de todo el rebaño. Punto. Y si vuestros egos están tan rotos como para tener que compensar faltas afectivas mediante la caza de bichejos virtuales, os ponéis una tirita u os vais a un psicólogo.

   Pero eso sí, si os insultáis entre vosotros por los equipos a los que pertenecéis, está bien. Si luego el resto del mundo hace lo mismo con sus equipos de fútbol, es que son tontos. La coherencia SE HACE NOTAR. 


«hes jrasioso poke los yaman retarazados xDxDxD».

  
   Porque esa, y no nos vamos a salir del tema de los complejitos, es otra. Ya que, como no podía ser de otra forma, cada vez que surge una moda siempre tienen que aparecer los típicos acomplejados necesitados de casito y atención a quienes les falta tiempo para crearse mil y una cuentas con las que soltar improperios, hacerse los graciosos, robar memes y ganar famita de forma rápida sin necesidad de tener talento para nada. ¡Parasitar en internet es así de fácil, barato y sencillo! ¡Sin tarjetas de crédito! ¡SIN MIERDAS!

   Así que, sin comerlo ni beberlo, tenemos una nueva oleada de supuestos «líderes de opinión», «humoristas» y «creadores» de memes que, como son incapaces de fabricar nada o hacer nada provechoso por el género humano (lo cual, irónicamente, podría proporcionarles esa famita de la que están tan hambrientos y por un motivo completamente legítimo) nos llenan timelines e interacciones a partes iguales de chistes sin gracia, salseos absurdos y memes robados en pos del más burdo pandering a una fanbase que hace mucho se convirtió en una literal secta.


Luego están los que, en su desesperación por obtener atención y famita,
se inventan que les han denunciado a ver si así alguien les hace caso.


   ¡Oh! ¡Pero vayámonos ahora a la otra cara de la moneda del fandom! ¡Vayámonos al anti-fandom! ¡A los haters! ¡Al grupo en el que automáticamente se me mete a mí solo por no gustarme una parte EXTERNA al producto y con el que tampoco me siento identificado! Pero esta vez a los haters de verdad, a la gente a la que sí le jode ver a la chavalada y no tan chavalada pasándoselo bien con los pokémon. Porque si yo detesto de por sí el sectarismo y la falta de criterio de unos, mucho más asco me dan el cuñadismo y la superioridad moral de los otros.

   Y si algo ha traído el lado hater de Pokémon Go ha sido una oleada de cuñados y clasistas sociales armados con el poder de la falacia rápida y una build de frase lapidaria + golpe en la mesa x1000.

   En primer lugar, gente MANDANDO leer a Dostoievski, Bukowski y otros Grandes de la Literatura para que los chavales dejen de jugar y así demostrar de paso su excelsa cultura. Porque todos sabemos que el acto humano de la lectura nos hace seres superiores, auténticos übermensch por encima del bien y del mal. Porque no es que el leer sea lo que literalmente cualquier persona no analfabeta puede hacer, sino que es una habilidad exclusiva de estos SEMIDIOSES del pensamiento. Porque no es que se puedan hacer ambas cosas, no, sino que es o una cosa o la otra: ignorantes o culturetas; el terror o nosotros. ¡Claro que sí!

   Y sin embargo, a pesar de tanta cultura de la que presumen, esa misma gente que tanto manda leer a los Grandes de la Literatura, o demuestran que no están por encima de enormes acomplejamientos, o directamente no habrán tocado ninguno de esos libros que tanto recomiendan forzosamente en sus vidas. Porque a estas alturas de internet ya nos conocemos.

   No obstante, si hay un tipo de hater del Pokémon Go que me haya molado, es el Gañán Salvapatrias: una digievolución del cuñao típico del bar incapaz de ver a gente disfrutar de nada y odia la cosa solo por ser la nueva moda joven de turno. ¡Y vaya un momento que ha tenido para aparecer!

   Hace ya un tiempo desde que escribo esta entrada, en Madrid se celebró una pokequedada, es decir, una quedada multitudinaria de usuarios de Pokémon Go para pasear por toda la ciudad en busca de los bicharracos de turno. Y lo que podría haber sido una cosa que pasó sin pena ni gloria para los que no nos interesa el tema en absoluto no tardó en convertirse en un Festival del Cuñadismo. En menos que canta un gallo, todos los bocachanclas de turno, salvapatrias canosos, cruzados de la moral, culturetas de internet y demás iluminados llenos de ínfulas sacaron las falacias correspondientes para llenar de mierda el evento con tal de demostrar tanto sus planos superiores de existencia moral como lo únicos y especiales que son con respecto al Rebaño.

 
«La gente que juega a Pokémon Go son todos un rebaño de borregos, 
no como yo, que soy único y diferente a los demás».


   De las perlitas más conocidas, aparte de las típicas ilustraciones alarmista y demagogas que siempre aparecen, destacan falacias del falso dilema de la talla de «los jóvenes de ahora solo salen para capturar pokémon pero no a manifestarse por su futuro». ¡Claro, amigos, claro! ¡Porque no es que los jóvenes no se hayan manifestado ya por su futuro! ¡Sino que, de nuevo, una cosa SIEMPRE va a ser incompatible con la otra! ¡Porque los jóvenes no tienen derecho a salir más allá que para manifestarse! ¡Con dos cojones!

   Recordemos que esto de manifestarse y protestar por cómo de mal está el país es cosa de los jóvenes, quienes tienen la OBLIGACIÓN de hacerlo. Porque hay una ley por la que a partir de una edad determinada el derecho a protesta se pierde y los demás no pueden hacer otra cosa que arreglar el país desde la barra del bar, poniendo la rodaja de chorizo en el sobre electoral o directamente volviendo a votar al PP (o en su caso a Ciudadanos) para que no vengan los rojos todo siga igual y ya de paso que se jodan los jóvenes protesten o no.

   ¡Pero eso sí! Cuando toda esta misma gente se reúne para celebrar ER FÚRBO o a ver cómo convierten a un toro en un colador, ahí no se puede decir nada porque eh, PATATAS CON BEICON. ¡Nosotros llegamos antes y vosotros os jodéis!


«Los jóvenes hoy en día salen a la calle a cazar pokemones pero no a manifestarse por lo que importa. No como yo, que arreglo el mundo una vez por cada golpe en la barra».


   Y hablando de «nosotros llegamos antes y vosotros os jodéis», ¡cómo vamos a olvidarnos de Los Repartecarnés! Ya saben: todos los energúmenos que se las dan de TRVES de algo porque «antes a los frikis nos perseguían en el colegio», «si no tienes una letra escarlata en la frente por gustarte Pokémon no tienes derecho a que te guste» y «es que ahora lo han casualizado todo tanto que se nos ha llenado de posers».

   ¿Qué puedo decir que no haya dicho en una entrada anterior con motivo de las chuminadas que hay que aguantar todos los años con el Día del Orgullo Friki? Que hay que ser PATÉTICO para dedicarte a repartir carnés de algo sin ser nadie en la vida, sobre todo si se trata de algo tan insignificante como un gusto o una moda. ¡Dedícate mejor a solucionar tus problemas emocionales antes de meterte en la vida de otra gente!

   Pero en fin, al grano y resumiendo que es gerundio: Pokémon Go es una moda odiosa que acabará pasándose rápidamente de la misma forma que ya nadie se acuerda de gilipolleces de la magnitud de Twitch Plays Pokémon. Y aunque yo no tenga nada tal cual en contra de la aplicación misma o quién la use o para qué, sí es cierto que ambas caras de la moneda de su seguimiento son igual de ODIOSAS tanto por su sectarismo y por su agresividad.


Los gráficos habrán cambiado pero el autismo sigue siendo el mismo.


   ¿En cuanto a mí? Yo no me pongo en el bando de nadie, ni de los que lo aman ni de los que lo odian. Lo único que quiero es que desaparezca ya la modita para que se me deje de dar el coñazo. Porque en ningún lugar de las especificaciones del producto viene nada con respecto a fanatismos ni guerras santas, ya sea hacia los unos o hacia los otros, de la misma forma que no es la cura para la cantidad de complejitos que mucha gente ha acabado sacando a la luz con esto.

   Joder, yo en mi Twitter subo las cosas que a mí me gustan y de las que soy seguidor y no me meto a decirle a ninguna otra persona en lo que debe o no debe hacer, mucho menos si es mejor o peor por tener unas aficiones determinadas (nota: yo no digo que los fans del Undertale no sean personas, ellos sabrán lo que son).

   Y al igual que yo no soy quien para decidir los gustos de nadie, nadie es quién para condenar lo que me guste o lo que me deje de gustar. La diferencia radica en que yo no voy buscando guerras santas sobre qué gallina de los huevos de oro es más sagrada, de la misma forma que si alguien está en su derecho de gustarle algo y expresarlo, yo estoy en mi mismo derecho de que NO me guste ese mismo algo y expresarlo también. Todo eso por no mencionar que, al menos a mí, no me pagan por defender a muerte algo que me gusta cuando veo a alguien hablar mal de ello, de modo que tampoco me dedico a proteger a capa y espada nada poniendo palabras que nadie ha dicho en boca de dicha gente o increpando a nadie por ser «un policía de la diversión».

   Y si hay alguien que por esto vaya a tirar una relación o una amistad por la borda, que no me eche a mí la culpa (a mí o al objetivo a censurar de turno, que me menciono aquí a mí mismo porque realmente ME HA PASADO y me he visto censurado y atacado por esta gilipollez), pues el Pokémon Go en esto en verdad no es más que el catalizador de cómo ha sido desde siempre la persona que está dispuesta a censurar y rechazar a otros cuando los intereses de los demás no confluyen con los suyos propios.

   Porque yo tengo amigos que juegan al Pokémon Go que si no me dicen ellos que juegan yo ni me acuerdo de que lo hacen debido a que son lo suficientemente maduros como para no dar el coñazo; al igual que tengo a gente que viene, publica sus memes o sus últimas capturas y lo dejan ahí en vez de quemar el asunto. Y NUNCA ha habido problemas con esa gente, de modo que tal vez el problema radique en los que hayan convertido esta modita en una competición absurda y en una excusa para lanzarse a la yugular de unos y otros solo porque no opinan lo mismo que esa persona.


   Vamos: el fandom tóxico de toda la vida.


¿Queríais fanatismo tóxico? ¡Vive Dios que tendréis fanatismo tóxico!
(Pero como este no os interesará, os faltará tiempo para ponerlo a parir).