domingo, 23 de febrero de 2014

«Al César lo que es del César»: una defensa vehemente a La que se avecina.

«Para ser un cretino diseñado para hacer estupideces, esta trampa ha sido buena».
GLaDOS, Portal 2.


   Muy pocas cosas pueden ser más bipolares e hipócritas que las críticas injustificadas a determinados productos. Más aún si se las compara con un producto idéntico pero diciendo que éste es mejor «porque vino antes». Y muy pocos ejemplos pueden ser más claros de esto que digo que las odiosas comparaciones entre Aquí no hay quien viva y La que se avecina.

   A estas alturas de la vida, es inútil explicar qué es ANHQV o de qué iba. Su éxito se basaba en una inteligente mezcla de humor costumbrista con muchos toques de humor negro o verde (según el caso) y la chabacanería que podría esperarse de un barrio de mala muerte como aquél en el que se situaba el mítico edificio de Desengaño 21. Sus numerosas coletillas, su comicidad y sus carismáticos personajes lograron que la ficción durase seis largas temporadas (desde septiembre del 2003 hasta abril del 2006) con noventa capítulos en su haber hasta que el vetusto bloque de viviendas, junto con la serie, claudicó definitivamente. Y aunque sí es cierto que el programa sí denotaba un olor cada vez más rancio con los años, muchos se llevaron las manos a la cabeza tras el anuncio de la muerte de la misma.

Que Aquí no hay quien viva QUÉ.


   Sin embargo, apenas un año más tarde, Telecinco recogió el testigo y produjo una serie del mismo calibre contratando a casi todos los mismos actores para que volvieran a interpretar una serie del mismo calibre. No obstante, el resultado, lejos de agradar a las masas, las confundió y las enfureció, alegando que la nueva producción, La que se Avecina, no es más que un vulgar plagio y que por tanto nada, ABSOLUTAMENTE NADA, de ella merecía ser salvado.

   Eso ya de por sí es una soplapollez como una casa que manifiesta además un cinismo y una ignorancia importantes. ¿Que ANHQV y LQSA son unas series que se parecen sospechosamente? ¡Hemos descubierto América, amigos! ¡Como que la segunda serie ha sido creada por los mismos autores que la primera a partir, expresamente, del mismo patrón! ¿No me creen? Miren por sí mismo, MASTUERZOS:

Cualquier parecido con la realidad es un hecho que bien nos interesa ocultar.


   O sea, como el perro del Hortelano: lloramos porque una serie que nos gusta se acaba e intentamos tirar abajo otra serie que viene a ser lo mismo apelando a palabras tan golosas de decir como «plagio» porque, irónicamente, no nos gusta el cambio, no nos gustan las nuevas ideas. Pero eh, ¿a que nadie se ha parado a documentarse un poquito? Porque si lo hubiera hecho, se daría cuenta de que la mismísima ANHQV, perfecta, intocable e incriticable, recibió en su día una denuncia por plagio. ¡Vaya, qué casualidad!

   «Si no tenemos a Juan Cuesta en el nuevo edificio, que José Luis Gil se aleje del plató O LE QUEMAMOS EL COCHE», oigo amenazar desde sus interiores a uno de los retractores del presunto plagio. «Pero si José Luis Gil sigue haciendo de un pringao sin presencia del que abusa todo el mundo. ¿Qué más da el nombre?», argumento yo, a lo que mi interlocutor empieza a ensoñar escenas de violencia extrema conmigo y yo me alejo cautelosamente.

¡Qué es esto! ¿Una película de tiros y explosiones cuyos protagonistas son actores que salen en películas de acción? ¡Plagio! ¡PLA-GIO!


   Pero independientemente de una falaz acusación de plagio que ya digo yo que no es plagio EN ABSOLUTO (principalmente porque para que haya plagio se debe hacer una copia tal cual de la obra original no sólo ya en la trama sino en todos los elementos que componen el programa, así que naranjas), sino que es más bien un sucesor espiritual de la obra de Antena 3, ¿qué otras voces críticas existen en contra de LQSA, preferiblemente proferidas por los antiguos defensores de ANHQV? ¿Tal vez haya quien diga que LQSA no tiene nada de calidad si la comparamos con ANHQV? Pues sí, gente, al igual que las meigas, haberlas, haylas, y son las que me parecen más hilarantes.

   ¿Es LQSA una serie tan mala, tan pésima, tan HORRENDA que se deba juzgar por el mismísimo Tribunal de Estrasburgo como si fuera un crimen contra la Humanidad? ¿Más encima si tiene la OSADÍA de querer compararse con ANHQV? Pues ya lo digo yo: la respuesta es un rotundo «no». ¿Por qué? Pues porque las dos series son bastante malas ya para empezar.

   Sí: tanto la una como la otra son series igual de malas. A mí, al igual que a otra muchísima gente, me gustan, me río con sus situaciones y me siguen haciendo gracia a día de hoy, pero eso no quita que ambas sean series de mala calidad. Son zafias, son chabacanas, sus tramas empiezan siendo algo frescas para acabar convirtiéndose en poco menos que en la pochez humorística… ¿Que a alguien le gusta? Pues como a mí. Pero nadie en su sano juicio podrá decir que una es «mejor» que la otra cuando lo único en lo que acaban cambiando al final son los nombres y algunos elementos sueltos. Menos todavía si el argumento diferenciador es que una «llegó antes que la otra».

   Sin embargo, si tengo que romper una lanza a favor, que sea por LQSA por su infravaloración a la hora de decidir tomar un nuevo rumbo a la hora de contar una comedia con vecinos psicópatas de protagonistas (y con esto no me refiero sólo con que las adaptaran a la nueva situación político-social que vivía España en 2007). No seré yo quien niegue que la serie de Telecinco empezó como un intento descarado de imitar lo que Antena 3 terminó, agotó y rebañó el año anterior. Ni siquiera negaré que los arquetipos nuevos que introdujeron eran desagradables como mínimo: esos Recio que se pasaron toda la primera temporada amenazando con denunciar a todo aquel que les llevara la contraria o ese Leo tan redicho y relamido que me daban ganas de estampanarlo contra la pared de una buena patada en la boca. ¿Pero qué ocurrió después?

¿Malena Alterio haciendo de mujer de vida desastrosa y peor carácter?
¡COMPRO!


   Pues ocurrió el cambio, LA ADAPTACIÓN. Los Recio dejaron de ser tan tocapelotas para que el humor se centrara en que nos riéramos de lo rancios que eran y de cómo se hundía ese matrimonio basado en la doble moral, Leonardo acabó siendo un personaje más secundario para convertirse al final en alguien a quien todo el mundo evita como la peste, quitaron personajes, metieron otros nuevos como esa ENORME Estela Reynols de las temporadas 3 y 4… Todo eso de una temporada a la siguiente, lo cual expresa por parte de la dirección una intención de hacer las cosas bien, de caerle en gracia a un público hostil utilizando un formato más que exprimido mientras intentaba buscar su propia dirección. Y puedo decir que es algo que, funcionara o no, es algo que no se debe desdeñar, pues recordemos que el plantel de ANHQV apenas varió hasta las últimas temporadas y todo para al final acabar reciclando las mismas tramas de los primeros episodios pero con caras nuevas.

   No obstante, como soy una persona capaz de reconocer tanto las virtudes como los defectos, también tengo que decir que era de esperar que la calidad no tardara en no ya descender sino caer en picado más allá del pozo de la mediocridad. Al igual que su antecesor espiritual, LQSA acabó optando por reciclar tramas o recurrir a situaciones manidísimas como los líos de faldas, las infidelidades o GAÑANADAS como personajes cuya meta en todo un capítulo era mojar esa misma noche. Además, la situación empeoró TODAVÍA MÁS cuando decidieron contratar a Fernando Tejero, uno de los peores temores de todo aquel que siguiera fielmente la serie debido al encasillamiento de este actor.

Cuenta la leyenda que si Fernando Tejero no hace de garrulo,
implosionará el universo.


   Yo no temo en confesar que, aunque la serie vaya actualmente por su séptima temporada, dejé de verla a partir del final de la sexta hasta que apareció Tejero como Fermín, un pobretón vendedor de espetos que tuvo un lío con una ya trilladísima Estela que había vuelto a Mirador de Montepinar because potato y a la que intenta conquistar de nuevo (¡¿?!). «Lo siento, pero hasta aquí he llegado», ésas fueron mis palabras cuando supe que se convertiría en un personaje fijo.

   También he oído que uno de los últimos capítulos de esta, aparentemente, penosa séptima temporada contuvo un mensaje político muy demagogo sobre la tauromaquia, polémica que los PESADOS del «plagio» han utilizado como munición para atacar LQSA y motivo por el cual escribo estas líneas. Porque claro, ANHQV NUNCA, JAMÁS DE LOS JAMASES, ha introducido mensajes políticos y demagogos. ¿Verdad? Siempre hemos tenido capítulos centrados en el HUMOR, como aquella subtrama en la que Mauri y Fernando adoptan a un chaval problemático a quien acaban enderezando y hasta queriendo justo a tiempo para que se lo lleven los servicios sociales «porque los gays no tienen derecho para adoptar»... ESPERA.

rt si yorastes :__(


   Resumiendo: lo que quiero expresar con esta entrada es que si a uno no le gusta una serie o lo que sea, bien en su derecho que está de criticarla y de destrozarla verbalmente todo lo que quiera y más, e ídem con quienes la defiendan, pero que al menos utilice los argumentos correctos, no falacias de doble filo que se pueden aplicar tanto contra lo que se ataca como contra lo que se defiende. Yo por mi parte me las seguiré tomando como lo que han quedado reducidas en la actualidad, un relleno a estas alturas rancio que emiten dos cadenas rivales para arañar audiencia en horas de sobremesa, pero aun así insisto: «al César lo que es del César».

Dixit.

sábado, 22 de febrero de 2014

¡Tengo logo, chavales!

   Desde aquí quisiera darle las gracias a mi amigo @YoSoyLaParca por el banner tan chulo que me ha hecho para el blog.

Marcándome un Nolan.


   Las letras corren a cargo de mi cuenta, así que ya veré si las cambio en el futuro o no, pero de momento, el banner se queda.

   Gracias otra vez :___)

jueves, 20 de febrero de 2014

Ser seriéfilo... y otras formas de dar vergüenza ajena.

«Sólo sé que no sé nada».
(Atribuido a Sócrates).

   Si hay una cosa que detesto profundamente, es la soberbia. Y por «soberbia» inclúyase también todo aquello que esté relacionado con el concepto: la petulancia, la prepotencia, la pomposidad… Y si ya eso es una de las pocas cosas me sacan verdaderamente de quicio, el sector ocupado por la gente pretenciosa es el que más me afecta.

   Sí, ya saben, esa gente que no tiene nada de lo que presumir en la vida y sin embargo intenta aparentar todo lo contrario; esa gente que oculta su falta de dones con el defecto de alardear de lo contrario como sea en una farsa de proporciones épicas. «Dime de qué presumes y te diré de qué careces», reza cierto dicho, y es que verdaderamente no hay pocos ejemplos mayores de patetismo que los que la gente pretenciosa y sus intentos de impresionar a los que consideran el vulgo con sus efímeras muestras de [escoger objeto/hecho/habilidad con el que se desea restregar en la cara a todo el mundo].

   Y es a raíz de esto por lo que denuncio un sector de auténtica gentuza que ha ido saliendo como por debajo de las piedras con el boom de series «buenas» (o sea, de moda Y NADA MÁS) de los últimos años. Me estoy refiriendo, como no podría ser de otra forma, de los autodenominados «seriéfilos». *Suenan truenos*.

Y a partir de aquí, cuesta abajo.


   Los «seriéfilos», para quien tenga la suerte de no conocerlos (ay, bendita, ¡BENDITA ignorancia! Pero qué suerte tenéis, jodíos), son un grupito que se caracteriza de ver series de televisión… y alardear de ello. Ya está. No hay más. Es simplemente eso, que ven series de televisión y eso, de un modo u otro, les hace ser mejores seres humanos que usted, que yo, que la vecina del quinto y que Laura Gallego (aunque para eso último no se necesita hacer nada). Los «seriéfilos» son poco menos que la digievolución bastarda del cani de la clase en época de quitarse los oros y enfundarse una réflex tras hacer un cursillo de fotografía artística de CCC de cara a convertirse en un hipster al llegar a los veinte tacos (VERÍDICO) fusionado con el amigo/cuñao/esquizofrénico de turno que no para de darte la tabarra para que veas la última serie de moda porque a él/ella/ello le gusta y entonces POR COJONES también te tiene que gustar a ti. Por ende, uno cabe esperar unas dosis de incultura, chulería, presuntuosidad y PESADEZ tan peligrosas que ríase usted de los niveles de radiación de Fukushima. No, no. Ría. ¡RÍA!

Que te rías, hijo de puta.

   Los «seriéfilos» se autodefinen como una versión moderna de los cinéfilos porque pueden ver series de televisión y apreciarlas al igual que un cinéfilo puede apreciar una película bien viejuna. A esto yo lo llamo una gilipollez como la copa de un pino, pues realmente no se puede comparar la cinefilia con toda la cultura que conlleva (ojo, la cinefilia DE VERDAD, que ser cinéfilo conlleva unos niveles de cultura y entendimiento artísticos determinados, que no es ver películas en blanco y negro y ya por eso eres especial. Eso último es ser un poser, o lo que es lo mismo, un imbécil redomado). La «seriefilia» no es más que una cinefilia de mercadillo, una pomposa forma de o bien dejarse llevar por la completa envidia de las aptitudes que requiere ser un cinéfilo auténtico respondiendo por ensalzar culturalmente a una actividad tan común y simple como ver una serie de televisión o bien ser víctima de un nivel de ignorancia galopante.

   Desde un punto de vista personal por pura experiencia (ya que yo he conocido auténticos cinéfilos y uno de mis mejores amigos lo es), un cinéfilo auténtico podrá pasarse horas y horas hablando de sus películas favoritas tocando absolutamente todos los campos que componen el metraje (o si no todos, al menos aquellos que más domina de una forma ARGUMENTADA), mientras que un simple «seriéfilo» el único argumento que te podrá dar será lo mucho que le mola determinada serie repitiéndolo ad náuseam tantas veces como crea necesarias para que profeses su fe por dicha producción. Y peor aún si a uno le toca aguantar a un «seriéfilo» que guste de adornar su discurso con una innecesaria batería de cultismos o un registro artificialmente cargante porque se crea que cuanto más pomposo sea, más razón va a tener

es ke maxo no beas como mola el enano ese porque la lia parda xdd
en serio mirate juego de trons ke te ba a molar xd

   El cine, señoras y señores, de siempre ha tenido una gran pretensión artística que hoy en día sigue presente en muchísimas producciones, mientras que las series de televisión salvo en contadísimas excepciones son un producto de entretenimiento. Y ya puede venir el cultureta de palo de turno por aquí a decir cuán equivocado estoy «porque en Breaking Bad y Lost todo tiene simbolismo» porque me va a dar igual. No basta con ver una película de Bergman o de Lynch mirándola sin más para entenderla, sino que se deben apreciar una serie de cosas: planos, diálogos, situaciones, simbolismos AUTÉNTICOS (no fantochadas como la mosca, el osito rosa con media cara quemada o el color de los gayumbos de Walter Jr. Flynn)…

¡Está desayunando! ¡EL SIMBOLISMO!

   ¿Qué tenemos en una serie de televisión? ¿Qué es lo que ven culturalmente los «seriéfilos» en semejantes producciones como How I met your mother Cómo conocí a vuestra madre, Game of Thrones Juego de Tronos o Esa de los zombis que no va sobre zombis sino de las relaciones entre los personajes (a.k.a ya no se me ocurre otra forma de defender su descenso en picado hacia la mediocridad) The Walking Dead como para calificarlas de auténticas maravillas de la pequeña pantalla más allá de que presuntamente molen o porque «si lo ve mucha gente, por algo será»? ¿Qué matices artísticos puede ofrecer una cámara fija en el set del estudio de una serie como Friends que esté programada sólo para grabar en un plano general?




   Que yo sepa, para ser cinéfilo hay que saber apreciar ángulos, piezas de diálogo y demás, no ponerse a ver imágenes en movimiento reflejadas en una pared, al igual que un bibliófilo tendrá algo más por lo que pasar la vista que unas formaciones de tinta en un papel, o un crítico de arte a unas manchas de colores sobre un trozo de tela, etc. Siendo así, ¿qué se necesita para ser un «seriéfilo»? Porque lo único que han demostrado es que sólo se necesita ver series y que te gusten. «¡Pero espera!», se preguntará algún avispado lector. «¿Eso no es lo que hace todo el mundo que ve series de televisión que le gustan?».

Silencio incómodo...


   Y aquí, amigos, llegamos al quid de la cuestión: un ejemplo de cuán incompetente y patética puede llegar a ser mucha gente con tal de aparentar algo que no es, por impresionar a alguien o por formar parte de algún colectivo que excluya al resto. Hemos llegado a unas tasas de tontuna tan altas que hasta ver series de televisión como un televidente normal y corriente es poco menos que practicar un alto arte al que ninguna otra alma que no sea otro «seriéfilo» podrá llegar a entender. Y todo por culpa de esa otra estúpida moda de que para cada cosa que hagas y te guste tienes que estar dentro de un grupo que te identifique y te diferencie del resto. ¿Que has subido un vídeo a un canal de Youtube? Entonces eres «youtuber». ¿Que juegas a videojuegos? Pues ya eres un «gamer» de la hostia. ¿Qué te la pelas como un mono pensando en tu hermana? ¡El mejor «masturbationer» que habrá jamás! Y ASÍ.


   Vamos a ver, señoras y señores, que porque uno a lo mejor no vaya a tener un acervo o unas habilidades lo suficientemente grandes como para acabar especializándose en una categoría artística o intelectual determinada, no es motivo ni de orgullo ni de vergüenza. ¡A ver cuándo se nos mete eso en la cabeza!


   Obviamente, gracias a internet la información y la cultura están ampliamente democratizadas. Cualquier persona puede con un mínimo de esfuerzo documentarse en las cosas que más le interesen pertenezcan o no a la cultura más elevada del saber humano; la ignorancia ya no es excusa, pero lo que sí hay que tener es iniciativa. Lo que no se puede hacer es optar por la ruta más sencilla, que es la de pretender presumir de algo que no conlleva mérito alguno por ver si así alguien le tiene envidia a uno. Eso tiene un nombre y no es ser un «seriéfilo», es «ponerse en evidencia».


   Y antes de terminar, no, esta entrada no critica en absoluto ni se mete con la gente que vea series de televisión/suba vídeos a Youtube/juegue a videojuegos/se la pele pensando en su hermana sin pretensión alguna ni habla de los fans de las series ni ninguna chorrada parecida. La entrada, repito, habla de la gente que se cree especial por ver series de televisión. Y aun así verás cómo viene alguien a decir que qué derecho tengo yo a meterme con la gente antes mencionada. ¡VERÁS!

pero aveis visto ya al enano? ke crak xd
en serio miraos juego de tronos qel enano es la ostia xddd