domingo, 5 de febrero de 2017

BoJack Horseman: retrato de un juguete roto.

«Back in the 90's 
I was in a very famous TV show
I'm BoJack the Horse!
BoJack the Horse!
Don't act as you don't know».
Canción de créditos de la serie.

   BoJack Horseman es uno de los mejores descubrimientos que he podido hacer en lo que a series de animación se refiere. Y lo digo así. Tal cual. Desde la primera línea. Y es que series como esta, como Historias Corrientes, como Archer o como Rick & Morty me hacen ver que vivimos en una época dorada de las series de animación, ya sean para niños o para adultos.

   Si bien es cierto que llevaba largo tiempo ignorando cualquier cosa que tuviera que ver con la serie por el efecto rechazo que me generaba el que la gente no parara de darme por culo el coñazo con el temita de «tío, tienes que ver esta serie», «tío, es que es muy buena esta serie», «tío, es que es muy profunda esta serie» y «tío, a ver si te mata un asesino en serie» y que acabé chupándomela justo a finales de este enero porque esencialmente no tenía otra cosa que hacer, sí es verdad que al final acabé descubriendo, como ya he dicho, una de las mejores series que he visto en mucho tiempo. Tres días me duró la serie entera. TRES DÍAS. Uno por temporada. Y no me arrepiento de esta decisión porque han sido tres días muy bien invertidos, como ahora verán a continuación.

   Y como siempre hago con una serie que me gusta y recomiendo, aviso de spoilers bastante tochos porque hay gente a la que al parecer le crece un ano en la frente si se les revela algo de la trama de un producto de entretenimiento.

Spoiler de esta reseña: la serie MAGUSTAO


   La serie trata sobre la decadente vida de un caballo que en un tiempo fue el protagonista de serie familiar ñoña de los años noventa tipo Cosas de Casa, Padres Forzosos o La hora de Bill Cosby, y que desde entonces no levanta cabeza. Llevando una vida completamente autodestructiva, se pasa los días emborrachándose, drogándose o simplemente autocompadeciendose mientras vive de las rentas que le proporciona su fama acompañado por Todd, un nini veinteañero que vive acoplado en su casa, y Princess Carolyn, su agente, con la que mantiene una de las relaciones más tóxicas y destructivas jamás vistas en televisión.

   Sin embargo, las cosas cambian cuando, tras meterse en un berenjenal por prometer a una editorial que escribiría una autobiografía pero al final no cumplirlo, le encasquetan a Diane Nguren Apellidoimpronunciable, una negra literaria que se convierte en su biógrafa y de la que se enamora, algo que ni siquiera funciona porque ella está casada con el señor Peanutbutter, un labrador retriever actor y protagonista de su propia sitcom familiar que es un claro plagio de la serie de BoJack. A través de los capítulos de la primera temporada, en donde sucede la trama de la autobiografía, conoceremos mucho mejor al televisivo equino, sus circunstancias y todo lo que le sucedió para acabar convirtiéndose en el borracho depresivo que es hoy en día.

   Finalmente, ya en la segunda temporada, el libro consigue publicarse y BoJack pega el pelotazo, siendo contratado para protagonizar la película Secretariat, basada en su héroe de la infancia y uno de los motivos por los que él de pequeño siempre quiso ser una estrella. Sin embargo, pronto descubrirá que el mundo de la gran pantalla no es tan glamuroso como se las prometía y que hay sueños que es mejor que no se cumplan, lo que le lleva a una nueva espiral de infelicidad.

   Y con esto, la tercera temporada será la gota que colme el vaso de BoJack: la película logra terminarse independientemente de su participación y el caballo acaba convirtiéndose de nuevo en una superestrella. Pero cuanto más asciende en la fama, más vacío se siente, llegando a plantearse incluso si esto era lo que él quería desde un principio. Todo el mundo se aprovecha de él, y los pocos amigos que aún le quedan han ido creciendo tanto, tanto en lo personal como en lo profesional, mientras él se seguía hundiendo en su propia miseria que él mismo los rechaza. Al final, BoJack desaparece, rehuyendo de la fama en casi un intento de suicidio que deja las cosas abiertas para el inicio de una cuarta temporada.

Y esta viene a ser la moraleja final de esta serie.


   La clave para entender el drama de BoJack Horseman, como han podido comprobar, es que BoJack es un peón. Un simple y vulgar peón en los juegos de terceros. El personaje ha llevado toda su vida siendo avasallado o manipulado por los demás, haciendo las cosas que otros querían mientras le engañaban (y se autoengañaba) haciéndole creer que esto es lo que de verdad quiere hacer. Y él se lo creyó del todo hasta encontrarse a años luz del punto de no retorno.

   La vida opulenta que muestra BoJack externamente es un contraste con lo vacío que realmente se siente, y cuanto más avanza en su carrera como actor, más empeora como persona, sobre todo cuando es capaz de ver los tejemanejes y las corruptelas que se llevan a cabo tras las bambalinas, algo particularmente notable en la segunda y tercera temporadas: la película sobre el legendario caballo de carreras Secretariat es una auténtica mierda que se salta o manipula convenientemente escándalos de la vida del personaje para satisfacer a grupos demográficos, el metraje se termina con un clon en CGI del propio BoJack tras haberse largado mientras él se lleva el mérito de un trabajo que no ha hecho, los galardones que obtiene por Secretariat son mayormente comprados o resultado de una concienzuda campaña publicitaria y toda la gente que llega a su vida tras convertirse en un famoso actor cinematográfico se acercan a él por la fama.

   BoJack no hace nada ni tiene derecho ni a decidir ni a opinar. Él está ahí para poner la cara y a celebrar méritos completamente vacíos en un intento de autoengañarse. Pero incluso él mismo sabe que todo esto es efímero y que acabará chocándose tarde o temprano contra el muro de ladrillos que es la realidad, momentos de lucidez que le llevan a replantearse su vida y escapar de vez en cuando para perseguir oportunidades ya pasadas, como antiguos amores que le permitan empezar de cero o hacer las paces con un amigo al que traicionó. Y sin embargo, ni con esas tiene derecho a ser feliz: esas puertas hace mucho que se cerraron, le guste o no, y cada dosis de realidad es un clavo más en su ataúd al verse cada vez más atrapado por su falsaria vida de farandulero.

Y es que, al final, todos los deseos de BoJack se hacen realidad.
TO-DOS


   El hundimiento vital de BoJack entra en un contraste con las vidas de aquellos que le rodean, gente que ha ido encontrando mejores oportunidades laborales y mejoras personales que les permiten evolucionar como personajes: Diane se convierte en una escritora de éxito, Todd tiene varias aventuras empresariales que le permiten valerse por sí mismo, Princess Carolyn funda su propia empresa de talentos y el señor Peanutbutter acaba convertido primero en presentador televisivo y después en candidato a Gobernador de California. Todo esto ellos lo han conseguido gracias a sus esfuerzos, sacrificios y duro trabajo en contraposición a un BoJack que se limita a vivir de las rentas.

   Las tóxicas relaciones que mantiene BoJack con los poquísimos amigos que posee le dan un toque extra al personaje. Una de sus principales características es que, a raíz de los abusos que recibía de sus amargados padres, es una persona enormemente dependiente con un miedo al rechazo y un miedo al fracaso acojonantes:
  
   BoJack acogió a Todd simplemente para tener a alguien que dependa de él, y cada oportunidad que el chaval tenía de mejorar su vida, él la saboteó para preservar el statu quo. Princess Carolyn trata a BoJack como un peón y como una muleta emocional en una peligrosísima relación de codependencia. Su relación con Diane se basa en que ella es quien más le comprende y es alguien de confianza para él, pero al mismo tiempo por eso mismo se permite el lujo de abusar de ella creyendo que estará «siempre» por y para él. Y así sucesivamente.

   El miedo a fracaso de nuestro protagonista le obliga a no tener pasión por nada, como mucho a tener una chispa de ella que rápidamente se apaga a la primera decepción, motivo por el cual deja de esforzarse, ya que cuanto menos se esfuerce, menos posibilidades habrá de sentir el fracaso. Sin embargo, esto mismo se convierte en una profecía autocumplida que le lleva a enterrarse cada vez más profundo en su propia mierda.

Cuanto más alto llegues, más grande (y solitaria) será la caída.


   Pero si hay algo por lo que BoJack Horseman destaca es, sobre todo, por ser un fiel reflejo de la industria de Hollywood en general. La vida de la farándula es una espiral sin fin de hipocresía, falsedad y superficialidad, y así lo hace constatar esta serie.

   A lo largo de ella veremos numerosos ejemplos de escándalos absurdos, corrupción y manipulación que nos demuestran cómo de laxa es la moral hollywoodiense en todos los aspectos. Pero si bien el principal ejemplo de esto es el propio BoJack, no podemos olvidarnos del personaje de Sarah Lynn, una parodia de todo en lo que se convierte una niña actriz al cabo de los años dentro de un mundo cuya industria se traga a jóvenes promesas para escupirlas años más tarde como auténticos despojos humanos que serán sustituidos por la nueva estrella infantil/juvenil del momento. Sarah Lynn, si bien no es alguien entrañable o que sea fácil de coger cariño, es un personaje trágico, una niña actriz convertida en el sueño pajillero de los adolescentes que crecieron con ella y al final una drogadicta que tira su vida por la borda mientras le come la fama la siguiente adolescente molona de turno. Un auténtico juguete roto.

   Durante el transcurso de sus tres temporadas y contando, BoJack Horseman nos hablará de cómo cualquier matao es capaz de luchar con aletas uñas y dientes por conseguir sus quince minutos de fama por medio de un escándalo alimentado por la rastrera prensa amarilla, de cómo el dinero es capaz de comprar el silencio y la impunidad de gente horrible, de cómo hay individuos capaces de capitalizar tragedias humanitarias en pos de reconocimiento (¿les suena de algo?), de cómo el sueño americano y el ideal liberal de triunfo («trabaja duro y conseguirás todo lo que te propongas») es una patraña, o de cómo realmente todos aquellos por debajo de directores y productores son peones prescindibles en el eterno juego de ganar pasta gansa.

   El ahogamiento es un elemento recurrente que veremos de una forma cada vez más constante, un símbolo de la situación en la que tanto BoJack como otros se encuentran. Los personajes de esta serie están ahogados, asfixiados, hundiéndose en sus propias miserias sin poder salir a flote ni tener a nadie que les eche una mano; son gente que saben que sus vidas están mal y tienen intención de cambiar, pero sus vicios e inseguridades son más fuertes que ellos y siempre acaban saboteando sus esfuerzos para volver al mismo punto de partida del que tanto querían escapar.

Y estos tres son solo los ejemplos iniciales.

  
   Aparte, en lo que respecta al departamento de humor, BoJack Horseman, a pesar de ser un drama de los que hacen época, contiene una serie de chistes que, aunque no den para auténticas carcajadas, sí son necesarios de señalar. Al tratarse de un mundo en el que humanos y animales antropomorfos conviven como iguales, la serie contiene un montón de referencias y parodias a cada cual más inteligente, a menudo con juegos de palabras o pullas visuales. Aunque parezca mentira mencionarlo, realmente es curioso ver el ingenio con el que los guionistas de la serie han pensado en cada detalle y cómo se devanan los sesos para pensar en pullas cada vez más ingeniosas.

   Y es que esa es una palabra con la que se puede describir BoJack Horseman: «ingeniosa». Al igual que ocurrió con Historias Corrientes, de la que hice ya una entrada, el hecho de que sea animada no la hace infantil ni mucho menos, y una vez que pasas por alto el hecho de que la mitad de los personajes sean animales antropomorfos, te encuentras con una serie muy reflexiva y existencial sobre personajes muy humanos cayendo en picado en un mundo dominado por la doble moral, la hipocresía, el egoísmo y el interés.

   Que ojo, la serie no está falta de carencias. Un defecto bastante notable bien puede ser el hecho de que haya capítulos de auténtico relleno en los que no se avance la trama ni el desarrollo de nada con tal de tener el número de episodios estipulados contractualmente por temporada, y sobre todo que haya capítulos en los que las miserias del propio BoJack parece que nos las estén restregando por la cara en pos de la pena fácil. Sin embargo, no son más que pequeñas quejas para una serie que tiene mucho que ofrecer y que he devorado en tres días de lo que me ha gustado.

   En conclusión: MAGUSTAO y encarecidamente la recomiendo si quieren disfrutar de un buen drama adulto y existencial.

¡Y cuidado con las pullas visuales, que si parpadean se las pierden!

2 comentarios:

  1. Una vez más, siento la tardanza por haber relegado tanto tiempo el leer tu crítica- Pero ha merecido la pena la espera. Ha sido la radografía más brutalmente fidedigna y concisa que he visto de la mente de Bojack. BRAVO.

    Me he tenido que saltar un par de párrafos por spoileracos de la 3ª Temporada. Pero el resto me ha bastado para ver el tremendo trabajazo que has realiado comentando con precisión todos los temas subyacentes y sacándola todo el meollo de esta enorme serie. Me quito el cráneo, compañero!

    Un Saludo!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Buenoooo... usté por aquí, qué alegría xd

      Me alegro de que te haya gustado y siento lo de los dos párrafos. Pero eh, me alegro de haber puesto entonces un aviso no vaya a ser que te haya crecido un ano en la frente. Pero eso sí, esta ha sido una de mis mejores reseñas y se nota. Vamos, que la he disfrutado tanto de escribir como viendo la serie, y eso es un plus como una casa.

      Ah, y por cierto, pequeño aviso, la semana que viene vuelve LA BILIS

      Un saludo y gracias por leerme ^^

      Eliminar