sábado, 28 de marzo de 2015

CSI Cyber: la ciberpochez invade nuestras pantallas.


«Well, here’s a poke at you
You’re gonna choke on it too
You’re gonna lose that smile
Because all the while.

I can see for miles and miles
I can see for miles and miles
I can see for miles and miles and miles and miles and miles
Oh yeah».
Los Who, I can see for miles.


   Una semana más llega Reflexiones de un Plagio del Boinas, el único blog al que le han llamado de todo porque se parece a otro con mucha más fama que este solo por un par de similitudes gráficas. ¡Un blog que hace temblar a putifans, a pseudo-famosos de internet y a los más valientes anónimos POR IGUAL! ¡Y eso que solo una entrada de todas las que tengo ha superado las mil visitas!

  La historia tras este artículo es un pelín graciosa pues es la tercera edición que hago sobre el papel, algo que nunca había pasado en la historia de este humilde insigne blog. Al principio la iba a escribir sobre Birdman, una película que vi recientemente y que me pareció un jodido MEH en toda regla, y cuando algo me parece un «meh», tengo poca motivación para escribir sobre ello. Después ocurrió el incidente tuitero al que llamaré cariñosamente sin meterme en detalles #BóinezGate y me dieron ganas de hacer una entrada bien jocosa al respecto.

   Pero luego me di cuenta que el tema era tan MEH como la susodicha Birdman. Porque total, ¿qué diferencia iba a haber de hablar de una película sobre un tipo prepotente que quiere ser famoso actuando en un medio moribundo y hablar de un tipo prepotente que quiere ser famoso escribiendo en un medio moribundo? Así que cancelé la entrada a la espera de algo que me motivara de verdad y puedo decir que ha merecido la pena. MUCHO, además. De hecho, ¡ni siquiera voy a necesitar alejarme de lo que viene a ser LA POCHEZ o la gentuza en internet! Solo hay que cambiar las etiquetas «cinematográfica» y «personal» por «televisiva».

   Estoy hablando, por supuesto, de los seriéfilos la última incorporación de la franquicia CSI: CSI Cyber.


Mientras tanto, en algún lugar de Twitter...


   Aunque parezca mentira, sí, a alguien se le ocurrió que sería buena idea empezar en 2015 una nueva serie de CSI ahora que la franquicia está más de capa caída que nunca. Porque con CSI Las Vegas habiendo descarrilado por completo, CSI Miami siendo cancelada en su décima temporada y con prácticamente nadie interesándose por CSI Nueva York, ¿por qué no hacer otra más? Y así nació CSI Cyber.

   Oh, pero esta no es su típica serie de CSI, ya que, LITERALMENTE, de CSI solo tiene el nombre (SÍ, COMO LO LEEN), pues lo primero que hace es librarse del elemento de la localización. A ver, sí, hay ciudades que se llaman Cyber, pero SEMENTIENDE. En su lugar, el epíteto viene a explicar su elemento de investigación: los internetes.

Las consecuencias no volverán a ser las mismas.


   SÍ, LOS INTERNETES. ¡Porque todos sabemos lo BIEN que se llevan las cadenas de televisión con internet y los videojuegos, y la enorme comprensión que estas muestran con sus competidores! Y al igual que con mi reseña sobre aquel infame episodio de Ley y Orden sobre los videojuegos, CSI Cyber adolece de los mismos problemas que su predecesora espiritual: una ignorancia galopante y ganas de ser incendiaria para asustar a unos cuantos viejos. Sus tres primeros episodios (cuatro si nos ponemos exquisitos contamos su piloto en forma de crossover con CSI Las Vegas) son su declaración de intenciones, ¡y vaya declaración de intenciones!

   Bajo el lema «podría pasarte a ti», ¡no, Christopher Nolan, no necesitamos que nos digas lo que significa!, la serie nos presenta a un equipo de expertos en análisis de conducta del FBI que tienen base en Quantico y que viajan por todo Estados Unidos resolviendo crímenes cuando la policía local no da abasto. No, no me he equivocado ni me he confundido de serie, sino que ESA es la premisa. Y sí, soy consciente de que estoy hablando de algo que va a notar mucha gente: que se trata de una serie de CSI que no tienen a un solo miembro del CSI. ¡Ah, y no sé qué de delitos informáticos y no de asesinatos, antes de que se me olvide!

Foto del equipo de CSI Cyber.


   Este grupo de criminalistas agentes del FBI está dirigido por la doctora Avery Ryan, interpretada por Patricia Arquette. En efecto, Patricia Arquette, una de las actrices más sosas e inexpresivas de la historia, va a protagonizar una serie en la que investiga casos de gente muerta.

   Pero ella no está sola en su cruzada contra la ciberdelincuencia, pues le acompañan personajes tan variopintos como Elijah Mundo, un ex militar fanático de los juegos bélicos y con una hija tan cuqui que a lo mejor le trae a cuenta iniciar un contador regresivo con el título «Tragedia familiar en…»; Raven Ramírez, una hacker y experta en redes sociales con el plus de «ser muy friki xd» o Brody Nelson, un genio veinteañero pero que no por ello deja de ser un inocentón con problemas para hacer amigos por su gran intelecto. Tampoco me olvido de gente como el inspector Peter MacNicol o Daniel Krumitz, de profesión ser AMOR, de los que hablaré a continuación.

¿Un chaval de menos de veinticinco años que trabaja para el FBI porque su intelecto es superior al de cualquier ser humano habido y por haber pero que aun así tiene problemas para encajar entre sus compañeros y cuyo actor de doblaje en castellano es Ricardo Escobar? Nunca había visto eso antes.


   Si hay un personaje que me haya MOLAO, es el propio Krumitz. Al parecer, la CBS se ha gastado los cuartos de verdad en esto y han contratado A UN BARBACUELLO AUTÉNTICO. La lástima es que no tiene fedora pero joder, que no es un gordo al que le hayan pegado unos pelos bajo la barbilla, sino que es uno de verdad de la buena. ¿Su papel en la serie? ¡Pues cuál va a ser, almas de cántaro! Pasarse el día pegado a la pantalla del ordenador, comiendo y hablando en jerga tecnológica. Ah, y también es algo infantil tirando a niño-hombre con una relación de amistad/futuro yaoi cuando se enteren las locas del coño de Tumblr y Deviantart con el colega Brody.

¿Un barbacuello que se pasa el día frente al ordenador y comiendo? ¡ESTA SERIE ME ESTÁ HABLANDO! 


   Y bueno, luego está el inspector Peter MacNicol, un detective de la vieja escuela que no sabe nada de ordenadores y que no pinta nada ahí está más perdido que Kiko Rivera en la universidad. ¿Cuál es su papel, entonces, en una serie tan ultratecnológica como esta?

  Bien, ¿recuerdan que en mi reseña del infame capítulo de Ley y Orden sobre los videojuegos a todo dios le faltaba tiempo para horrorizarse por todo tipo de cosas, ser condescendiente y/o soltar alguna frase lapidaria? Pues esa es la función de MacNicol, la de ser un vejete abrumado no ya solo por las nuevas tecnologías sino por lo increíblemente violento, inútil y maligno que es internet.

   Para que lo entiendan mejor, si Krumitz está diseñado para apelar a la visión que tienen los ejecutivos de la cadena de sus audiencias de veintipico años que usamos internet y que aún no nos hemos se han convertido en ciberterroristas, MacNicol está diseñado para apelar a su verdadera audiencia: toda una legión de gente de mediana edad tirando a la vejez a los que les asusta la evolución tecnológica y que solo saben de internet o de los videojuegos cuando algún tarado mata a sus padres con una katana.

   Como comentaba antes, los tres primeros episodios de la serie son una declaración de intenciones y MacNicol su portavoz, lanzando a diestro y siniestro perlas de sabiduría como «hoy en día la gente de internet está dispuesta a hacer lo que sea para intentar impresionar a gente que no conoce de nada» en referencia a UN ÚNICO ciberterrorista del que ya hablaré luego o «[las compañías de coches compartidos] han hecho socialmente aceptable el subirse al coche de un extraño» para referirse a un secuestro utilizando este método, en lo cual no deja de tener razón (en parte) PERO todos sabemos que esto tiene intenciones más incendiarias, sensacionalistas y adoctrinadoras que de otra cosa.

¿Sabían ustedes que los monitores de bebés EN REALIDAD SIRVEN PARA SECUESTRARLOS? 


   Por supuesto, personajes así deben tener episodios a su altura. ¿Y qué es lo que hace un buen episodio en una serie policiaca? Sus villanos, sus asesinos, SUS NÉMESISES. Y no se preocupen al respecto porque CSI Cyber tiene los mejores cibercriminales que una mente esquizofrénica paranoide como la de Anthony Zuiker puede ofrecerles.

   Empezamos nuestra desventura con un primer capítulo que trata sobre una red de tráfico de bebés por internet. Los primeros cinco minutos nos presentan a nuestros protagonistas y antes de que lleguemos a los diez ya nos meten como testigo a un niño rata estudiando para ser alguien en la vida jugando a un mal plagio del Call of Duty, tal vez en anticipación de algo que nos tengan preparado en un futuro que espero que llegue pronto.

   El caso es que los padres del bebé desaparecido instalaron un monitor para vigilarlo por la noche y, sorpresa, sorpresa, ESTABA TROLLEADO HACKEADO mediante las más avanzadas técnicas magitecnológicas de introducirse en un circuito cerrado de vigilancia para transmitir imágenes online pero sin ser capaces de borrar rastros IP ni voces de los compradores de la subasta discutiendo a grito pelao al otro lado de la línea. TOCOTÓ ¡Con dos cojones!

   No obstante, esto no es problema para el equipo de investigadores, quienes cuentan con la mejor tecnología que la marca Acme ex Machina les puede ofrecer: programas que señalan los datos buenos de un ordenador en verde y los malos en rojo, aplicaciones móviles a las que si les envías las fotos de una huella dactilar te envía al instante un mensaje diciéndote a quién pertenecen, traductores automáticos de voz capaces de traducir al instante Y A LA PERFECCIÓN conversaciones multitudinarias entre gente de distintos idiomas independientemente de la calidad de la voz o el ruido de fondo (¡que te jodan, Skype!), autopsias holográficas y pantallas. Muchas, muchas, PERO QUE MUCHAS pantallas.

Podrán llamarme muchas cosas, pero mentiroso nunca.


   ¿Todo para qué? Para destapar una conspiración de gente de internet que contrata paletos que secuestran bebés y luego matarlos con francotiradores motoristas sin huellas dactilares. Porque claro, los multimillonarios compradores de infantes online tenían que utilizar algún método maligno para demostrar lo mala que es la gente que se conecta a la red, por lo que la adopción quedaba descartada.

Lo que les decía.


   Pero tras un final de capítulo de estreno jodidamente anticlimático, empezamos con el capítulo más hilarante de esta trilogía del error y mi favorito: el de un tío que comete actos terroristas para grabarlos y subirlos a un foro de porno gore en la Deep Web para machacársela a gusto. ¿Por qué? PORQUE SÍ, porque este es un país libre y en algún lugar de la Constitución seguro que pone que puedes hackear una montaña rusa o el sistema de metro de una ciudad con el móvil del tío de Watch_Dogs para poder pajearte como a ti te gusta.

   A todo esto, con una aplicación que, según Barbacuello, y cito textualmente (y si no me creen, pueden consultar el vídeo del bocata de arriba), «puede conseguirse en cualquier parte de internet por cincuenta pavos y que hasta un niño de nueve años sería capaz de configurar». ¡Una aplicación que te permite controlar tanto una montaña rusa como las puertas de un ascensor, el sistema de seguridad de un coche O TODA LA RED DE METRO DE UNA CIUDAD!

  Bueno, para eso y para tener al chocho MacNicol diciendo poco menos que la gente que usamos internet estamos dispuestos a matar con tal de llamar la atención. ¡Algunos llegando a casos extremos haciéndose youtubers o tuitstarts! Porque MacNicol es como ese abuelete racista que todos tenemos que dice que se liaba a escopetazos con todos los inmigrantes (o en el caso de mi abuelo, con todo cristiano y afiliado al PP, pero vamos, que se me entiende).

   Por último, el tercer capítulo de este triple delirio trata sobre un tipo que hackea aplicaciones de empresas de vehículos compartidos y matar a sus pasajeros porque no tiene nada mejor que hacer con su vida. Y esto es un tema serio no porque este tipo de empresas esté en una tremenda expansión en Estados Unidos, sino que, si esto llega a hacerse en España, tendríamos al infame Asesino del BlaBlaCar. Y claro, poco iba a ser el acojone que semejante individuo nos fuera a provocar.

   Pero como ven, si hay una cosa que caracteriza a CSI Cyber es que esta vez ninguno de sus criminales necesita un motivo justificado, como mucho una excusa freudiana como el tipo del tercer capítulo, y ni eso es justificación de nada, lo cual deja a nuestros villanos a la misma altura que los secuestradores del episodio de Ley y Orden sobre los jueguines. Esto ya hace que la serie sea débil en sus tramas y sus delincuentes, puesto que un asesinato ya no es que sea interesante per se, sino que en la mayoría de los casos existe un móvil que lleva la trama y genera tensión, sobre todo si hablamos de una serie en la que hay más flashazos y montajes que chicha. Un buen motivo hace un buen villano, y eso hace que la audiencia quiera detestarlo o adorarlo; pero si no hay motivos, se pierde la capacidad de la audiencia para empatizar con la otra parte o siquiera su interés.

   Aunque claro, estamos hablando de una serie nueva de CSI... en 2015.

¿Una chica increíblemente profesional en su respectivo campo pero que a su vez se caracteriza por ser muy friki y mega otaku, puntos extra si tiene un apellido extranjero? Nunca había visto eso antes.


   En líneas generales, la serie es un despropósito. Licencias tecnológicas aparte, algo común en la franquicia CSI (cosas como análisis de ADN que duran minutos y no días, análisis de huellas que ídem o forenses que realizan interrogatorios), CSI Cyber es mala, increíblemente mala.

   Es una tormenta de clichés e inspiraciones basadas fusiladas de otras muchas series más conocidas y efectivas en lo suyo, con unos actores que no son convincentes porque SE LES VE que hasta ellos saben que están haciendo más el ridículo que otra cosa. Y por su parte, los personajes no tienen más rasgos que el sujetar los aparatos milagrosos que resuelven los casos por ellos, mientras que las tensiones son increíblemente forzadas si no delirantes.

   Patricia Arquette, tan ganadora de premios ella, parece que se haya tragado una estaca. Y salvo Barbacuello, quien se le ve que disfruta con esto (sarcasmos aparte, es que se le nota. Algo bueno porque si vas a hacer el paripé, al menos pásatelo bien), todos los actores están repitiendo los papeles y las personalidades que los directivos les ordenaron que copiasen. Sin más.

   Todo ello, por supuesto, sin perder oportunidad para mencionar el objetivo de esta serie: extender la paranoia, el miedo y la inseguridad a toda la gente que no entienda de tecnología. Y de hecho, estoy seguro de que más de uno habrá ido a descambiar sus monitores de bebés recién comprados o habrá decidido ir en coche propio o en taxi (porque aquí los taxistas son una fuerza de la naturaleza en eso del hackeo) en vez de compartirlo desde que viera semejante propaganda antitecnológica.

   Sin embargo, a pesar de todo, la tengo que recomendar. ¡No, en serio, tienen que ver esta mierda para creerla! Ninguna entrada de un blog, ningún artículo de un medio especializado, ningún lo que sea les podrá expresar las cantidades de pochez y vergüenza ajena que esta serie da. ¡Y esto solo a los tres episodios! Si siguen así, este puede ser el Plan 9 del espacio exterior de la televisión: así de mala e HILARANTEMENTE mala es.

   Claro, como ya he dicho antes, estos han sido los tres primeros capítulos sin contar con el piloto en forma de crossover, pero si siguen así, las risas (y sobre todo las teorías conspirativas y la paranoia) están aseguradas por un buen tiempo. Claro que también pueden ser conscientes de sí mismos y acabar desarrollando una serie más «seria» y «adulta», pero con las actuales pretensiones que tiene, mi dinero está en que no. Y si sí, al menos tendremos un sanísimo entretenimiento con la cantidad de risas por aquello del humor involuntario que uno se puede llevar hasta que cambien las cosas. Tanto es así que los ciberatentados que tenía previstos los voy a posponer cada vez que me toque ver un nuevo episodio. 

   Solo el tiempo lo dirá. Pero si me disculpan (y si no, TAMBIÉN), me voy, que a la hora que he terminado de escribir esta entrada han sacado el cuarto episodio, el cual puede definirse, según la doctora Avery, con la frase «alguien ha conseguido provocar incendios desde internet». Y no, no se está refiriendo a flamear en un foro.

El señor Dross teniendo un orgasmo al leer esta entrada.


1 comentario:

  1. De las series que se desprendieron de CSI: Miami, ninguna me pareció tan buena como ésta, porque la esencia original sólo la tuvo CSI: Miami, esa sí que era buena. Por ejemplo el personaje que hizo el actor Omar Berson Miller es uno de los que más disfrutaba ver, porque pocas veces él participa en producciones de este género.

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